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Santorín, inolvidable
La presencia de Arturo Morales, jockey del crack peruano, disparó el recuerdo del ganador de 1973
Hace 32 años, un caballo peruano, Santorín, estremecía a una multitud con su victoria en el Gran Premio Carlos Pellegrini, que entonces se corrió en Palermo. Su jinete fue Arturo Morales, que en estos días está aquí pues es el entrenador de Caico y de Teófilo, sus caballos en la máxima carrera de América del Sur y en el Anchorena, respectivamente.
El interés por la historia de Morales pudo más que la curiosidad por conocer a su potrillo, cuando LA NACION comenzó la conversación con él, poco después del sorteo de partidores del lunes último: "Aquello fue apoteótico; primera plana de todos los periódicos, y sigue siendo lo más importante para Perú, para su hípica", relata el ex jinete sin grandilocuencia.
Luego, aporta el dato que conmueve: "El presidente Velazco Alvarado tenía firmado un decreto para convertir a Monterrico en centro deportivo y rompió el papel después de aquel Pellegrini". Le brota una sonrisa a Morales. Habla del caballo, se quita todo mérito. "Hay un monumento en el hipódromo; «Santorín, salvador de la hípica peruana», dice. Si no fuera por él, estaríamos corriendo en Brasil."
La mesa es toda peruana, compartida con Edwin Talaverano, el cuidador Jorge Salas y su jinete, Carlos Trujillo. Aquél coincide con Jacinto Herrera en que "Morales fue el mejor jinete del Perú", y aporta: "Arturo tiene un 80% de los clásicos ganados; yo llevo 70%".
Nacido en Viña del Mar, Chile, es un peruano más desde sus 7 años. Su abuelo y su padre fueron jinetes y su hijo, Adolfo, fue el único que ganó la Cuádruple Corona en Monterrico. "Yo no corrí la Polla con Santorín, que completó los cuatro triunfos después del Pellegrini", dice Arturo, como para redondear la imagen mítica del caballo, a esta altura del relato.
Pero era un ejemplar de carne y hueso. Se le pide a Morales el testimonio de ello; el mejor que tiene, claro: "A Santorín lo acomodé atrás en el Pellegrini, sexto o séptimo. En la curva ya estaba tercero y en la recta ya venía rebasando. Ganó muy bien".
Es inevitable que lo interrumpan sus compañeros de mesa. También ellos suman detalles. Se nos hace que esa carrera la vieron todos en Perú. "El clásico Santorín es como aquí el Pueyrredón, la carrera más larga", comenta Talaverano.
El caballo corrió en los Estados Unidos y "llegó cuarto y segundo, hasta que se lesionó un tendón y lo retiraron", vuelve Morales, que afirma que el mejor hijo de Santorín fue Galeno, que ganó el Latinoamericano de 1987.
Habían pasado 20 años desde la conquista de Santorín en el Pellegrini cuando Perú volvió a sorprender, con Laredo. Dos días más tarde, como si hubiese esperado un heredero, moría Santorín. El caballo para todos los tiempos y la célebre carrera no podían separarse.
El motivo de la charla iba a ser Caico, pero la historia y el personaje ganaron. Tan grande fue Santorín. Tan grande es el Pellegrini.
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