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La serie del Gran Premio José Pedro Ramírez: once caballos argentinos buscarán en Maroñas un pleno que sólo se logró hace 50 años
Una fuerte representación nacional estará este lunes en los cuatro clásicos uruguayos; las historias detrás de una hazaña difícil de reeditar y los jockeys que tendrán la responsabilidad
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Cuan Chef, El Kodigo y Treasure Island viajaron para correr el José Pedro Ramírez (G1-2400m), la carrera más importante del turf uruguayo, que cada 6 de enero sube a cartelera en Maroñas. Brienne Trigger y Escolastic Girl son las yeguas que llegaron desde Buenos Aires para estar en las gateras del Ciudad de Montevideo (G1-2000m). Emmspacial Boy, Santiago Canalla y Único Happy fueron embarcados para estar en el Pedro Piñeyrúa (G3-1600m). Y Arellano, Candy and Giant y Ser Sincero es el trío de velocistas que se subieron al camión para afrontar el Maroñas (G3-1000m). Once ejemplares entrenados en la Argentina, como un equipo de fútbol, que coincidirán este lunes en la pista de arena del principal hipódromo charrúa para buscar –individualmente, claro– un triunfo internacional. Y con la expectativa de lograr un pleno que apenas tiene un antecedente, hace 50 años.
Como recrea la revista OVACIÓN en su edición especial de la jornada más esperada de la temporada del otro lado del Río de la Plata, desde 1950 se disputan los cuatro clásicos, al sumarse la cita de velocidad al calendario. La excepción fue esos seis años, entre 1998 y 2003, en los que el escenario del barrio Ituzaingó estuvo cerrado por la quiebra del Jockey Club y el póker de carreras no pudo concretarse. Si bien hay 141 caballos criados en nuestro país que se adjudicaron alguno de esos cuatro cotejos (y 69 de ellos son ganadores de un Ramírez que nació en 1889), hacerlo simultáneamente en el mismo viaje resulta una hazaña. De hecho, más allá de numerosos dobletes y un puñado de tripletes, aquel pleno de 1975 figura como la única ocasión en la que los argentinos se quedaron con todo.
En los tiempos modernos, los cuatro clásicos comparten la programación de Reyes, pero en otras épocas la competencia para hembras se corría unos días antes. Fue entonces cuando Snow Paramount obtuvo el Ramírez montado por Héctor Libré; Vilmar Sanguinetti llevó al éxito a la yegua Bastonera y al veloz Susurro en los por entonces denominados Ciudad de La Plata y Ciudad de Rosario, respectivamente, y Brac dominó con Víctor Centeno un Piñeyrúa que se reconocía como Benito Villanueva. Esta vez, sostienen casi en forma unánime en el mundo del turf rioplatense, la representación argentina es globalmente la más fuerte desde la reapertura, cuando Bat Ruizero, Blameitonrio e Imperial Roy se adjudicaron los grandes premios para fondistas, de la media distancia y sprinters. Sólo se escapó el de las yeguas. Pasaron 21 años. A los datos, hoy, se les suman las historias.
Como las de los jockeys Gonzalo Borda y Martín La Palma, que por primera vez competirán en el exterior. El primero, correntino, de 24 años y con tres en las pistas, se apilará en Arellano, el único caballo que ganó dos veces el Félix de Álzaga Unzué (G1), el internacional de San Isidro, y cruza el charco para estar en el Maroñas. “Voy tranquilo, va a ser una linda experiencia”, sostiene con la calma que lo acompaña en todo lo que hace. Había sumado millas en la adolescencia en las cuadreras y ya soñaba con mostrarse en Buenos Aires, aunque solamente emprendió la aventura a los 20, luego de que su padre lo acompañara para conocer dónde se hospedaría y cómo sería el ambiente laboral, tras no poder inscribirse en la escuela de aprendices de La Plata.
La Palma ya viajó a Montevideo el miércoles y está vareando desde el jueves a Escolastic Girl. “Estoy entusiasmado, con ganas de que llegue la carrera. La yegua está bárbara, sana. Es brava, pero no imposible y vamos a disfrutarlo al máximo. Ya estuve viendo un montón de carreras para tener referencias de cómo es la cancha y Alfredo [Gaitán Dassié, el entrenador] conoce la pista, como para darme más información”, comenta a LA NACIÓN el jinete, de 28 años. Nació en Balcarce, creció deportivamente en Mar del Plata, pasó por la escuela en Tandil y se graduó en La Plata en 2021. Todavía busca su primera victoria en un gran premio.
El resto de los caballos argentinos tendrá jockeys más experimentados. Gustavo Calvente, de 37, ya conoce lo que significa ganar fuera de su tierra –lo hizo en Perú– y en los últimos meses viajó dos veces a Venezuela, contratado especialmente para correr clásicos. En Maroñas, donde disputó un Latinoamericano en 2018 y terminó 5°, se apilará en El Kodigo, Santiago Canalla y Candy and Giant. Tiene confianza. También, compromisos previos, por lo que embarcará sólo “después de correr a Luz Delito en el Clásico Apertura del sábado en Palermo”.
Eduardo Ortega Pavón pasó fin de año en Brasil, junto al exjockey Altair Domingos, y luego se trasladó a Montevideo, donde se muestra con mucha ilusión. El paraguayo, de 39 años y radicado en suelo argentino desde su adolescencia, asegura que ya estuvo en Uruguay para un Ramírez hace 15 años y fue dos veces a Chile. “No pude ganar, pero ahora va a ser la primera”, apunta, sonriente, sin precisión. ¿Será por Cuan Chef? ¿Será por Único Happy?
El formoseño William Pereyra, al que incentivó a probarse en Buenos Aires el exfutbolista José Sand, se formó en las cuadreras y apiló grandes éxitos desde sus inicios oficiales, incluyendo la Copa de Plata, el mes pasado en San Isidro, con Brienne Trigger. La volverá a montar este lunes. A los 30 años, intentará volver a celebrar en la otra orilla, a doce meses de ganar el Ramírez con Ever Daddy, en su primera experiencia fuera de su país.
Por su parte, el brasileño Francisco Leandro Gonçalves, de 34, será el conductor de Treasure Island, Emmspacial Boy y Ser Sincero. Lidera las estadísticas anuales argentinas desde 2018, ya obtuvo tres clásicos en diversos viajes a Maroñas y en diciembre estuvo compitiendo en Dubái. Convertido en una máquina de ganar carreras (tiene más de 4000 festejos), sube permanentemente la vara de sus expectativas y estará viajando la misma mañana de las carreras. Ambicioso y optimista, sueña con su triplete. Y lleva en el corazón la bandera argentina, la tierra deportiva adoptiva que representa en estos tiempos. Con la serie internacional charrúa en la mira, donde también habrá otros caballos argentinos ya afincados en ese medio hace un tiempo.
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