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Gran Premio Jockey Club: Zodiacal dio el batacazo y dejó atrás a los favoritos con una atropellada demoledora
En el segundo paso de la Triple Corona, el potrillo que entrena Osvaldo Dávila y montó Luciano Cabrera derrotó por tres cuerpos a Irwin; Senegalesca y Holi Rimout, las otras figuras del día en San Isidro.
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El Gran Premio Jockey Club (G1), de este sábado en San Isidro, fue una cadena de sorpresas. Y la más grande la ofreció Zodiacal, el potrillo que hace menos de un mes había salido de perdedor y, pese a pasar de la milla a los 2000 metros y no tener experiencia clásica, atropelló a la victoria para postergar claramente a los favoritos a quedarse con el segundo paso de la Triple Corona. Dejó a tres cuerpos a Irwin, que había sido el vencedor de la Polla, y tercero a Vespaciano, que llegaba invicto a la cita.
Fue una embestida de las inesperadas para la mayoría, pero que respondió al optimismo de quienes trabajan con el caballo y se animaron a lo que para muchos podía ser osado. “Venía evolucionando y por eso nos daba confianza”, fue la frase que repetían tras la victoria el jockey Luciano Cabrera, el entrenador Osvaldo Dávila y el propietario, Carlos Dagostino. “Me habían dicho que andaba muy bien y la idea era atropellarlo libre. Estoy muy contento porque, además, es el primer Grupo 1 que gano en San Isidro en la pista”, dijo el jinete, que no lo había montado en ninguna de las cuatro carreras anteriores y aceptó el ofrecimiento de guiarlo aquí, porque Osvaldo Alderete tenía otro compromiso.
El Gran Premio Jockey Club
Dávila festejó como preparador lo que se le había negado cuando era jockey. “Siempre mostraba condiciones, pero está muy potro todavía, le falta madurar. Lo quería correr un clásico el mes pasado siendo perdedor, pero al final nos animamos acá”, señaló quien en sus años de piloto montaba a los caballos del stud Los Dago y ahora los cuida. “Tengo patrones muy agradecidos”, agregó, luego del final soñado.
En el desarrollo fue el mundo al revés. Irwin no intentó ir adelante, como en las dos últimas conquistas, y esperó a la recta final para acelerar. Vespaciano, enojado porque involuntariamente cuando le sacaron la careta en la partida también se le salieron los tapones que iba a llevar en los oídos hasta mitad de la prueba, fue a darle pelea temprano a su compañero Kodiak Boy. Y en ese contexto, cuando en el derecho peleaban esos tres caballos por el primer lugar, Zodiacal encontró los espacios para hacer la atropellada de su vida.
Antes, el Suipacha (G1) entregó un final de oro. Senegalesca, la única potranca del lote, se filtró por los palos luego de sortear algunos contratiempos en los tramos iniciales y superó por ventaja mínima al potrillo Yuto Bataraz Key, que había salido en cámara lenta. La yegua Queen Liz, puntera desde el inicio, quedó entre ellos en el tercer puesto, a media cabeza, y Agiosto en el cuarto lugar, a medio pescuezo de la anterior.
El Gran Premio Suipacha
Cuatro ejemplares encerrados en un puñado de centímetros tras 1000 metros que le permitieron a la vencedora mantener su invicto en carreras de pasto y quitárselo a su escolta. Fue una alegría que involucró a los 18 dueños que tiene la zaina más joven del grupo, que había llegado a la cita sin experiencia clásica.
Desde 2015, cuando venció Sassagoula Springs de punta a punta, que una hembra no derrotaba a los machos en este cotejo, y volvió a lograrlo una que transita su primera temporada en los hipódromos, con apenas cuatro carreras corridas desde su debut en mayo pasado. Con Senegalesca, el jockey William Pereyra sumó otro trofeo de los grandes en otro año fantástico.
Y en el Gran Premio San Isidro (G1) - Copa Melchor Ángel Posse, el ganador resultó Holi Rimout, el único potrillo que se les animó a los mayores. Luego de perseguir al puntero Codringer, en la recta final pasó al frente, escapó junto a los palos y llegó a la meta con tres cuerpos de ventaja sobre Hole in One, el héroe de la edición pasada.
El GP San Isidro
Llegó a la foto entre lágrimas Aníbal Cabrera, que montó por tercera vez al representante del stud El Chesco Viejo, que es entrenado en Mar del Plata, en un hipódromo abandonado cuya pista mantienen los cuidadores y propietarios de la zona, porque la pasión es más fuerte que la desidia. Después de animar varios de los clásicos del proceso selectivo, con el caballo que fue criado en el haras Firmamento fue clave la decisión de no continuar escalando en la distancia y animarse a competir en un clásico que los ejemplares adultos llevaban seis temporadas seguidas ganándolo.
Cortó la serie adversa para los más jóvenes el potrillo que evitó el Jockey Club y le puso el pecho a un desafío en el que los mayores suelen hacerles pagar el mayor roce a los que están en crecimiento. La excepción a la regla no se daba desde 2014 con Il Fornaio y le permitió, por otra parte, a Cabrera festejar en el más alto nivel por tercera vez en su vida. Sonrió y se aferró a la copa, como con Suker en el Provincia de Buenos Aires de 2007, en La Plata, y con Dona Bruja, en la Copa de Plata de 2016, en San Isidro.
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