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El Gran Premio Carlos Pellegrini, donde el viaje de regreso de Javier tiene otra estación de lujo
El entrenador, que acaba de volver a trabajar de lleno como entrenador, presenta a Calcatore, el sorprendente ganador del Dardo Rocha, en la gran carrera del sábado en el hipódromo de San Isidro
De entrenador subocupado a ganador del Gran Premio Dardo Rocha en la primera oportunidad que tuvo en su regreso presentando un caballo. Así se escribe este capítulo nuevo en la vida profesional de Juan Javier Etchechoury. Javier para todos, en esa especie de marca que tiene su familia de entrenadores por la que los nombres propios (de pila, en este caso) desaparecen detrás de apodos (Pochi, Carly, Dany).
De caballo ganador de una carrera, un handicap y un clásico non grade a héroe de la prueba máxima de La Plata y una de las ilustres del calendario, la primera de Grupo 1 en la que competía. La historia de Calcolatore es más estándar, pero no menos gloriosa. Pasado mañana el desafío es el más grande: el Carlos Pellegrini . La vara sigue subiendo.
Profesional y caballo dieron ese paso para alegría de los socios del stud Oye Tango, tres cordobeses y un cubano transplantado y nacionalizado, que se vio conminado a convertir su Oye Chico bien de la isla (así se llama su restaurante en Córdoba, además).
Javier Etchechoury entró en un cono de sombra tras desvincularse hace un año y medio de Rubio B., la caballeriza a la que le preparó sus caballos radicados en Palermo desde que volvió de Uruguay. “Como era exclusivo del stud quedé fuera del sistema. Tuve que volver a arrancar y me costaba, entonces decidí largar todo. Después me llamó Daniel (Etchechoury, su hermano) para trabajar con él, me gustó la idea, hasta que vino esta gente de Córdoba a comprar a Calcolatore para correr el San Jerónimo”.
Oye Tango finalmente desistió de correr el clásico emblema de Córdoba y del turf del interior. Calcolatore, en cambio, fue llevado a la arena de San Isidro , donde ganó el Clásico Calidoscopio, y siguió con el envión en La Plata. “Bocha Bordón (asistente de Dany, hoy manager de Juan Cruz Villagra) les sugirió a los socios dejarme a Calcolatore y otros tres caballos. Dany no tuvo problema. Lo entrené las últimas dos carreras. Bocha (Daniel Bordón) fue el jockey de mi primer triunfo como cuidador, en La Plata, y ahora me dio una mano cuando vio que quería empezar de nuevo”.
–Dos cambios fuertes en tu carrera. Primero dejaste Maroñas en un muy buen momento y después te desvinculaste de Rubio B.
–Son tiempos distintos; cuando me fui a Uruguay tenía a mi viejo (Pochi) en la cresta, mis dos hermanos que son unos fenómenos, y acá me costaba. En Montevideo aproveché el hecho de tener un apellido en el turf y aportando lo mío me fue muy bien. La intención cuando volví era trabajar en una caballeriza fuerte. Lo único que no me gustaba de estar en Rubio B. era ser exclusivo, pero me cumplieron en todo y más.
–¿Después de eso pensaste en dejar de ser entrenador?
–En algún momento sí, pensé en dedicarme a otra cosa, pero me tiró más volver. La de Maroñas había sido mi mejor experiencia, me hizo progresar como cuidador, y la de Rubio B. me permitió jugar en primera acá, que era lo que quería.
–¿Dany te entregó a Calcolatore con el manual?
–Como estaba trabajando con él lo tenía estudiado y seguí con lo que se venía haciendo; después, apunté a un par de cosas que quería mejorarle, y el caballo ayudó en todo. Cuando ganó reapareciendo decían que lo cuidaba Daniel [inevitable]. Lo corría Juan Cruz Villagra y como tenía a Sixties Song en el Dardo Rocha tuve que buscar a Rodrigo (Blanco). Lo había montado Daniel Balmaceda también.
–¿Hubo presión de los dueños para correr el Pellegrini?
–Es un grupo bárbaro, Johnny, Marcos y Chucho, todos cordobeses, y Osmany (Vázquez). Vienen el sábado, con las familias. La idea era que Calcolatore corriera el Clásico Clausura (en La Plata) o el Ramírez (en Maroñas), pero los dueños se entusiasmaron con el Pellegrini, que yo tampoco lo corrí nunca. Les dije que lo más seguro era lo otro, pero...
Javier no habla de suerte. “Tener un solo caballo, que lo reprise y gane, y después ganar el Dardo Rocha… parece una compensación por todo lo que sufrí. Preparo una yegua de La Nora, además. La presento por primera vez el sábado. Sale toda la caballada (se ríe)”.
El sábado pasado nació Catalina, la segunda hija de Javier (ya tiene a Juan Mateo, de 4). Él y el cronista balbucearon la frase común, pero la dejaron inconclusa. Sin decir qué podría traer bajo el brazo.
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