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De la desesperación al alivio: historias mínimas en el día en que Palermo volvió a galopar
"Estamos de vuelta". Esa frase, como respuesta al saludo al pasar, se convirtió en la más escuchada este viernes en el hipódromo de Palermo. No había que entrar en detalles, en medio de tribunas vedadas para el público y con protocolos estrictos por cumplir, ni mirar hacia atrás, por los cinco meses y medio de desesperación que transcurrieron para que volvieran las carreras allí. La pandemia abrió una herida inmensa en la industria, que vive de las recompensas del último eslabón de la cadena, que son las competencias, y este regreso, aunque con limitaciones, era la zanahoria que nunca llegaba. Ahora hay que cicatrizar.
Había que ajustarse a la nueva demanda. Eso generó complicaciones al principio, con el colapso del sistema de apuestas telefónicas. Se demoró el inicio casi 20 minutos. Luego, se fueron ajustando piezas y entendiendo los límites, incluso para los jockeys, que no tienen habilitado un vestuario y deben esperar fuera de la zona para volver a montar. Algunos se iban a sus autos; otros, a las escalinatas del tercer piso de la tribuna Paddock. Ingresa y permanece sólo el que debe estar en el predio.
"Es un gran balance. Noté que tenemos que mejorar los sistemas de captación y conseguir permisos para el juego online. Mucha gente se quedó sin jugar, pese a la gestión de Palermo ante las autoridades de contralor y la buena voluntad del gobierno de la Ciudad y de Lotba, que hicieron que pudiéramos ver una luz del otro lado del túnel. Nos falta mucho, pero vamos por buen camino", dijo Antonio Bullrich, el presidente de la Comisión de Carreras.
Para todos es un alivio. Jesús Zárate tiene 18 años y ya a los 8 era peón, de los que pasan más tiempo atendiendo a los animales que con sus amigos y familiares. En Concordia, Entre Ríos, el caballo es su compañero de vida. No sólo el purasangre. "Sin carreras había que hacer otra cosa para ganarse un peso extra, porque sin correr vivíamos al día. Yo estuve vendiendo arena con un carro por la ciudad", reveló ante LA NACION. El paso del tiempo complicó las cosas y hace tres semanas Zárate encontró nuevo trabajo en Palermo, donde se quedó a vivir en un stud de la villa hípica.
Este viernes, el entrenador Luis Ojeda, al que Jesús conoce de sus pagos, le ofreció "una changa", que era la de atender al potrillo Montsegur. "Como no se podía venir antes, viajaron toda la noche para llegar hoy a las 6.30, cuando ya estaba abierto el hipódromo. Terminé con mis tareas habituales en lo de Martín Garrido y fui a buscar al caballo. Se nota que no es lo mismo llegar en el día, necesitan descansar... Pero bueno, al menos corremos, que es lo que venimos esperando desde hace tanto", señaló. Lo de Montsegur fue muy digno: llegó 6º, entre 14, muy cerca del segundo lugar. Por la tarde, el zaino emprendió los 430 kilómetros de vuelta a casa.
Amor Lejano, que ganó la quinta prueba por siete cuerpos, parece un caballo hecho a la medida de la pandemia. Había logrado su primera victoria el 13 de marzo, el día en que Palermo funcionó sin espectadores antes del cierre obligado. En la reapertura alcanzó su segundo éxito, otra vez sin público en las tribunas. Su entrenador, Mariano Manso, se convirtió por entonces en la primera persona que apareció con un barbijo junto a su caballo, porque había llegado desde Miami y, aunque no se había anunciado la cuarentena, ya regía esa imposición para los que llegaban desde el exterior. Ahora volvió a celebrar con el tapabocas, aunque esta vez como todos.
"Lo más difícil en estos meses fue motivar al equipo de trabajo, sin la certeza de cuándo se correría", aseguró el preparador. "Nosotros seguimos vareando casi normalmente para que cuando se reanudara no diéramos ventajas en la puesta a punto. Al reabrir queríamos ganar y se nos dio. Es una mezcla de nervios y felicidad", agregó. El 11 de septiembre se realizará la serie de las Carreras de las Estrellas y una de las categorías es la Sprint, en los mismos 1000 metros en que obtuvo sus dos triunfos. "Deseaba que ganara hoy para llegar bien a ese clásico", contó el cuidador.
Para Mario Leyes, el regreso fue más especial que para cualquier otro jockey. En enero de 2019 sufrió un accidente cerebrovascular mientras montaba un caballo en un haras y en la caída quedó con problemas de visión en un ojo. Cuando estaba recuperado, llegó la pandemia y el piloto se quedó sin carreras. Había que mantener la ilusión sin un horizonte claro y gastando ahorros de tantos años de grandes victorias.
"Me ha tocado volver después de una inactividad por quebraduras, pero nada que ver la sensación en esta ocasión. Desde que la gente se enteró de que iba a correr, no dejó de sonar mi teléfono ni pararon de mandarme mensajes por las redes sociales. Cuando llegué al cuarto de jockeys, todos mis colegas contenían las ganas de abrazarme", repasó el jinete, de 41 años.
Cuando se abrieron las gateras, Mario tenía la ansiedad de la primera vez. "Mi caballo [Ready to Candy, que resultó 9º] salió bien pisado, mejor que el que iba puntero, y me entusiasmé. Tendría que haber esperado un poco más y manejar la situación, pero me bloqueé. Me sentía cansado, con los nervios de volver, y, además, en un día particular porque todos estábamos esperando las carreras. Cuando me bajé me sentí relajado y me dieron ganas de tomarme revancha de inmediato. Era como si necesitara de la adrenalina para que el cuerpo y la cabeza me hicieran un clic. Eran muchas emociones juntas", repasó Leyes.
William Pereyra no había nacido cuando Mario estaba terminando de cursar la escuela de aprendices en La Plata. Coincidieron ahora en la reapertura de Palermo, con expectativas muy dispares. Johnny ya no es el niño formoseño que se familiarizó con los SPC en Corrientes, sino uno de los jockeys argentinos jóvenes más buscados. Cumplió 26 años durante la cuarentena, esperando montar. Este viernes corrió nueve veces y ganó cinco, como para comenzar a recuperar los meses perdidos. "La pasé tan preocupado como todos, había que aguantar. Por suerte volví bien, y estoy muy contento. Esperar tanto para correr y arrancar ganando dos y luego tres más... No sé si se podía soñar", comentó. En su cosecha incluyó el Clásico México (G3), con la yegua Pura Bellota.
El Clásico México
Si Pereyra no festejó en seis ocasiones fue porque el cordobés Juan Noriega se lo impidió en el sexto turno, al dejarlo segundo. Chupino, de 46 años y con experiencia incluso en Arabia Saudita, se impuso en dos pruebas. "Estar con barbijo es un poco incómodo. Uno no está acostumbrado y respira mal, pero por suerte tenemos la opción de no llevarlo durante la carrera. Al pasar el disco, ya hay que ponérselo otra vez", describió Noriega. Una imagen de la reciente Champions League, en la que los futbolistas se quitaban los tapabocas sólo para jugar.
El lunes, Palermo volverá a abrir. Y el turf argentino, con otra fecha este domingo en Villa María, el segundo hipódromo cordobés en tener actividad en medio del coronavirus, espera que la rueda gire sin pausa, como sí sucedió en casi todo el mundo.
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