Cayetano Sauro fue un ídolo

Cayetano Sauro, uno de los jinetes que están en las mejores páginas de la historia del turf argentino, falleció ayer, a los 81 años. Sus restos son velados en Av. Fleming 1717, Martínez, y serán inhumados hoy, a las 13, en el cementerio de Olivos.

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Pasaron 35 años desde el accidente que alejó definitivamente de su profesión de jockey a Cayetano Sauro, pero en ese lapso su nombre fue infaltable en las charlas de turf que evocan a los mejores. Y lo seguirá siendo, claro, de la mano de la inmortalidad que otorga la pasión popular, con su veredicto inapelable.

El 15 de febrero de 1969, Sauro rodó con Empire Flyer en San Isidro y, a los 46 años, su notable trayectoria quedó trunca.

Inició el camino a los 15 años, en su Rosario natal, donde en 1939 -al año siguiente del debut- obtuvo la estadística siendo aún aprendiz; la primera de nueve.

Con su fama a cuestas, acudió al llamado de Juan Lapistoy en 1948 y compitió en Palermo y San Isidro, pero un año más tarde regresó al Independencia hasta 1956, cuando se radicó definitivamente en Buenos Aires.

En esos hipódromos ganó siete estadísticas y los grandes premios de la Cuádruple Corona, con El Centauro, Irmak, Fomento, Melodie y Pasión.

Durante años, tras el accidente, su presencia, con el chambergo de ala ancha, era habitual en los hipódromos. Luego, la enfermedad le quitó ese placer, pero eso no lo alejó de quienes lo idolatraron y de los que supieron de sus conquistas, aun sin verlo correr.

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