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Topalov, a 10 años de la gloria
Campeón mundial en 2005 en San Luis, el búlgaro pasó por Buenos Aires; lo bueno y lo malo de aquel título
Hace diez años, por segunda vez en su historial ajedrecístico de casi cuatro siglos -la anterior se dio con el match entre Capablanca y Alekhine, en 1927-, la Argentina fue sede de un Mundial de ajedrez. La ciudad de Potrero de los Funes, en San Luis, se vistió de gala para la final que reunió a ocho de los mejores ajedrecistas del ranking (con excepción de los rusos Garry Kasparov, que se había retirado en marzo de ese año, y Vladimir Kramnik) en una competencia por sistema round robin (todos contra todos) a doble rueda. Después de 20 jornadas, el búlgaro Veselin Topalov, por entonces de 30 años, se consagró como 18° campeón mundial oficial.
"Aquel año fue el mejor de mi carrera, y lo de San Luis, el broche de oro. Previamente, en marzo de 2005, compartí el primer puesto en el Magistral de Linares. Allí vencí a Kasparov horas antes del anuncio de su retiro y dos meses después gané el torneo M-tel de Sofía", recuerda Topalov a LA NACION en su reciente visita por tres días a la Argentina. Y agregó: "Desde 2001 notaba que mi ajedrez estaba en ascenso, pero no sabía si tenía la fuerza suficiente para ser campeón. Pero cuando Kasparov se retiró me di cuenta de que la pelea iba a ser entre Anand y yo, y que él no era invencible. En cambio, con Kasparov en acción, todos nos sentíamos inferiores cuando lo enfrentábamos".
La nómina de participantes del Mundial contó, además, con Viswanathan Anand ( India), Peter Svidler y Alexander Morozevich (Rusia), Peter Leko (Hungría), Michael Adams (Inglaterra), Rustam Kasimdzhanov (Uzbekistán) y una mujer, la mejor de la historia, la húngara Judit Polgar.
-¿Qué recordás de aquellos días?
-Muchas cosas y todos buenos recuerdos, porque desde mi llegada a San Luis se sucedieron buenas señales. El lugar de juego, la belleza del paisaje, la calidez de la gente, la recepción del gobernador (Alberto Rodríguez Saá). Después fue el turno del sorteo. Debíamos elegir un trofeo que en la base tenía el número de orden para el fixture, y como se efectuó por orden alfabético, fui el último y tomé el que me dejaron. Saqué el N°8 y, según la reglamentación, era el único jugador que no rotaba de mesa. ¡Algo increíble! En San Luis pueden decir que tienen la mesa en la que el campeón disputó todas las partidas.
Durante el Mundial se jugaron 14 ruedas y Topalov finalizó invicto, con 10 puntos, producto de 6 victorias y 8 empates. Anand y Svidler fueron escoltas, con 8,5.
Luego, el maestro búlgaro -nacido en Ruse, un punto geográfico cercano de la frontera con Rumania-, que en su juventud obtuvo el Mundial Sub 14, en Puerto Rico en 1990, y fue 2° en el Mundial Sub 16, en Singapur en 1991, recordó algunas historias con el matrimonio de Claudia Amura y Gilberto Hernández. "Ellos me hablaban de los beneficios de una autopista de la información y yo no lo podía entender muy bien. Sin embargo, hoy descubro que 45 mil chicos aprenden ajedrez en las escuelas gracias a los avances informáticos de esa autopista de wi-fi y al pequeño aporte que dejamos con el Mundial. Esa fue la semilla", dijo orgulloso Topalov. Los maestros Amura y Hernández aún trabajan en la Universidad de La Punta (ULP) y supervisan el programa de Ajedrez Escolar Inicial (AEI) que nació en 2006 y asiste a 250 escuelas en ese territorio.
Hoy, en el lobby del hotel NH sobre la avenida Corrientes, Topalov, con buen semblante y en correcto castellano producto de sus 17 años de residencia en Salamanca, donde conoció a su esposa Cristina -madre su hija, Laura, de 2 años-, rememora lo que provocó su mayor conquista frente al tablero.
"Ganar el Mundial fue muy bueno, pero también es un gran coñazo (fastidioso)", dice con risa cómplice. Y explica: "A partir de ese momento todos te quieren ganar, recibes invitaciones, te sientes obligado a jugar y ganar todas las partidas y todos los torneos, por lo que termina siendo desgastante. Estás envuelto en un fuerte estrés. Entiendo muy bien lo que le pasa a Carlsen -el actual campeón mundial-, al que no le perdonan ningún error".
-Sólo un año disfrutaste el título mundial: en 2006, Kramnik te venció en Elista, en un match con muchas denuncias.
-Ya todos saben lo que pasó en ese match; él fue 56 veces al baño en las siete horas que duró la 1» partida. Y lo repitió en las otras. ¿No te parece extraño? Ahora, con lo que sucedió con el atletismo ruso, uno puede entender cómo el gobierno ruso cubre y destruyen pruebas de sus deportistas. A nosotros nadie nos dejó ver las cintas para saber si Kramnik recibía ayuda vía internet o lo que fuera mientras estaba encerrado en el baño.
-¿Cómo te ves después de diez años?
-Bueno, creo que me conservo bien, pero antes estaba muy fuerte físicamente. Ahora tal vez juego un mejor ajedrez, pero con menos energía. En 2005 era el N°1 del ranking, y diez años después soy el N° 2. No está nada mal (risas).
Veselin Topalov, los recuerdos del único rey búlgaro consagrado en la argentina.
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