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Tokio 2020: la velocista bielorrusa que se niega a volver a su país y dice estar “segura y protegida” en Japón
Krystsina Tsimanouskaya pidió asilo tras un extraño incidente en el aeropuerto de Haneda: solicitó protección policial porque la estaban haciendo tomar un vuelo la noche anterior a su segunda carrera
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TOKIO.- Inscripta en los 100 y 200 metros y en la posta 4x400, solo pudo competir el pasado viernes en la serie 6 de la primera rueda de los 100 metros. En su único paso por la pista del estadio Olímpico, quedó cuarta con un tiempo de 11s47 y no le alcanzó para avanzar en las clasificatorias -entraron las primeras tres de su serie-. A partir de ahí, todo se volvió poco claro para Krystsina Tsimanouskaya. Y, obviamente, no se presentó en el lugar que tenía reservado este lunes en la serie 5 de los 200. Ya había pasado suficiente durante el fin de semana: miembros del comité bielorruso la llevaron al aeropuerto para abordar un vuelo de Turkish Airlines, según reportes oficiales. Ella se negó y pidió ayuda a la policía japonesa, en medio de un incidente diplomático inesperado en Tokio 2020.
“Están tratando de sacarme del país sin mi consentimiento”, dijo Tsimanouskaya en un video que se difundió por Telegram, y que fue su pedido de ayuda desde el aeropuerto de Haneda, el más cercano a la capital japonesa. Mark Adams, vocero del Comité Olímpico Internacional, dijo que la velocista de 24 años pasó la noche en un hotel del aeropuerto después de acudir a la policía japonesa en busca de protección. Y añadió: “Varias agencias estuvieron en contacto con ella, incluido el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados”. “Ella nos ha asegurado que está a salvo y segura. Estamos hablando de nuevo con ella esta mañana para entender cuáles serán los próximos pasos. Necesitamos escucharla, averiguar lo que quiere y apoyarla en su decisión”, destacó Adams.
En declaraciones a Reuters, la agencia que estuvo atrás del caso desde el primer momento y difundió las primeras imágenes en Haneda, la atleta comentó que el entrenador en jefe bielorruso se había presentado en su habitación el domingo en la Villa Olímpica y le dijo que tenía que irse. “Se me acercó y me dijo que había una orden de arriba para sacarme. Después, a las 5 (de la tarde) vinieron a mi habitación y me dijeron que hiciera las valijas y me llevaron al aeropuerto”, agregó. Por lo pronto, Polonia y República Checa están en carrera para ofrecerle asilo.
Por otra parte, el principal portavoz del gobierno de Japón, Katsunobu Kato, dijo que la velocista se encuentra en una “situación segura con la cooperación de organizaciones relacionadas”, según consigna la agencia Kyodo News. ¿Cuál habría sido el motivo de Bielorrusia para querer sacarla de los Juegos Olímpicos? El problema radicó en las quejas de la atleta porque su entrenador la inscribió en el relevo 4x400 a pesar de no entrenarse para el evento.
A última hora de ayer, el NOC (Comité Olímpico Nacional de la Bielorrusia, por sus siglas en inglés) emitió un comunicado sobre el incidente y le apuntó a la atleta: “En relación con el estado emocional y psicológico de la atleta bielorrusa Kristina Tsimanouskaya, el cuerpo técnico del equipo nacional de atletismo decidió poner fin a la actuación del atleta en los Juegos de la XXXII Olimpiada. En consecuencia, se retiró la solicitud del atleta para participar en las carreras clasificatorias de 200 m y en el relevo 4x400 m. El CON de Bielorrusia está siguiendo de cerca la situación y trabaja en estrecha cooperación con el comité organizador de los Juegos y el Comité Olímpico Internacional. Hacemos hincapié en que, de conformidad con la Carta y la Carta Olímpica, el CON está dispuesto a defender y proteger aún más los intereses de todos los atletas de cualquier forma de discriminación, si la hubiera”.
Su futuro: todos los caminos conducen a Polonia
“A Tsimanouskaya se le ofreció un visado humanitario y es libre de seguir su carrera deportiva en Polonia si así lo desea”, escribió en Twitter Marcin Przydacz, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Polonia. Un país que ya dio un gran paso: ella ingresó a la embajada polaca durante este lunes. Mientras que desde Ucrania señalan que el marido de Tsimanouskaya, Arseni Zhdanevich, entró al país, por lo que suponen que es la vía de escape con destino final Varsovia. Una película de espías en medio de un Juego Olímpico.
En el caso de los checos fue el ministro de Relaciones Exteriores, Jakub Kulhanek, el que señaló que la situación de la deportista es “escandalosa”. “La República Checa está lista para ayudar, le estamos ofreciendo una visa para ingresar al territorio para que pueda solicitar protección internacional con nosotros”, publicó en redes en las primeras horas del lunes, y después sumó un nuevo posteo donde explicó cómo avanzan los trámites con el gobierno nipón. “Las autoridades japonesas nos acaban de confirmar que ella recibió nuestra oferta de asilo. Si se decide por ella, la ayudaremos en la medida de lo posible. Los Juegos Olímpicos no se tratan de política, el progreso del régimen de Lukashenko es absolutamente vergonzoso”, destacó.
Bielorrusia, Lukashenko y la familia olímpica
Alexander Lukashenko es la palabra clave. Bielorrusia logró llamar a elecciones, tras su primera constitución, en 1994. Y Lukashenko es el presidente desde entonces. Y su poder ya tuvo roces con el olimpismo: el COI se negó a reconocer la elección de Viktor Lukashenko, el hijo del mandatario, al frente del Comité Olímpico de Bielorrusia. Por eso, tanto al padre como al hijo se les prohibió asistir a los Juegos de Tokio en medio de acusaciones de que el comité nacional discriminó a los atletas que participaron en las protestas contra la última reelección del presidente.
Lukashenko -padre- trató de restar importancia a la sanción impuesta en diciembre del año pasado por el COI al afirmar que lleva “25 años sin participar” en sus actividades y no lo hará en el futuro. Pero contrariamente a sus declaraciones, participó en tres ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos (en los de verano de Pekín 2008, y en los de invierno de Nagano 1998 y Sochi 2014). “Es necesario ir a un tribunal. Que Thomas Bach (presidente del COI) y su banda digan de qué soy culpable, ¿de defender a mi país?”, declaró cuando se conoció la prohibición, según citas de la agencia de noticias estatal de Bielorrusia. Por otra parte, el comité bielorruso consideró sesgada la postura del COI: “Consideramos la posición del como sesgada, basada en un estudio parcial y superficial de la situación en Bielorrusia”.
El país vive tiempos agitados desde hace casi un año, cuando se realizaron las elecciones del 9 de agosto. Por entonces, Lukashenko anunció una nueva victoria aplastante (80% de los sufragios, según datos oficiales), desencadenando las manifestaciones populares más multitudinarias de la historia del país. La respuesta del poder fueron arrestos masivos y represión —que dejaron por lo menos cuatro muertos— contra la oposición. La represión desde esas elecciones le valieron una batería de sanciones occidentales que lo condujeron a acercarse todavía un poco más a Rusia. La república de 9,5 millones de habitantes, situada en Europa oriental, limítrofe de Rusia, Letonia, Lituania, Ucrania y Polonia, es considerada por Vladimir Putin como el “Estado-tapón” que lo protege del avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE).
Quién es Lukashenko
En una nota de Luisa Corradini publicada el 21 de mayo pasado, LA NACION describió algunas de las principales características de Alexander Lukashenko, conocido como “el último dictador de Europa”. Aliado esencial de su vecino, el presidente ruso Vladimir Putin, según denuncias de organismos internacionales, desde hace décadas Lukashenko tortura, reprime, encarcela y condena a penas de prisión imprescriptibles a todos sus opositores.
El último gran escándalo internacional ocurrió el 23 de mayo, cuando en una acción sin precedente, un caza bielorruso interceptó un avión de línea de la compañía Ryanair a bordo del cual viajaba un activista de la oposición, que luego fue detenido tras su aterrizaje imprevisto en Minsk, suscitando la ira en Europa. Alemania, Francia y Polonia condenaban “una acción totalmente inaceptable”, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reclamó una “investigación internacional” sobre el incidente que calificó de “serio y peligroso”.
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