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Tokio 2020: la salud mental de los deportistas, en el centro de la escena de los Juegos Olímpicos
Simone Biles habló de “demonios mentales” y dejó en claro lo importante que es la inserción de los psicólogos como agentes de salud en el ámbito deportivo
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La gimnasta estadounidense Simone Biles puso a la salud mental en la agenda de los Juegos Olímpicos y confesó que le llegó el momento de cuidar su cabeza. Mientras competía, Biles se sintió como una exploradora pisando un terreno desconocido y abandonó la prueba en la final por equipos. Hace un año, reconoció que dormía mucho porque era “lo más parecido a la muerte sin hacerme daño”. En Tokio 2020, su legado es demostrarle al mundo lo importante que es la cabeza. Competir y ganar era algo que había dominado durante años. Sin embargo, ahora la gimnasia se convirtió en lo menos importante. “Siento que tengo el peso del mundo en mis hombros”, afirmó. Al decirlo, Biles modificó su plan: vivir sin demostrar nada a nadie.
Rikako Ikee fue elegida como atleta emblema del Comité Organizador. Es mucho más que una nadadora de 21 años que reconoce estar “viva de milagro”. Río 2016 fueron sus primeros Juegos, con apenas 16 años. Allí participó en siete pruebas y su mejor resultado fue el quinto puesto en los 100 metros mariposa. En 2018 se convirtió en la primera nadadora en la historia en ganar seis medallas de oro en los Juegos Asiáticos. Después fue diagnosticada con leucemia y volver a nadar le demandó unos 19 meses. “Superar adversidades es lo que necesitamos”, dijo en un discurso el 23 de julio de 2020, día que debían haberse inaugurado los Juegos de Tokio. A diferencia de la superestrella olímpica Simone Biles, la japonesa ya no tiene ninguna presión: su medalla es participar. Las dos no sólo están unidas por enfrentar adversidades, también son vistas como superheroínas que todo lo logran a través del deporte.
¿Cómo hacen los deportistas para fortalecerse y regular emociones tan diversas? La misma pregunta busca responderse, y ahí aparecen los psicólogos dentro del marco del deporte como agentes de salud en los clubes.
“La inserción del psicólogo deportivo debería ser cada vez más natural. Sucede que los deportistas lo buscan a nivel individual y las Federaciones muchas veces también lo tienen incluido en las distintas especialidades. Por ejemplo, Argentina como Comité Olímpico no llevó a ningún psicólogo del deporte. Hay una tendencia en el mundo mayor a cuidar el cuerpo del deportista de élite que la cabeza”, explica el psicólogo deportivo Marcelo Roffé, que trabajó con José Pekerman en las selecciones de Argentina y Colombia. “El caso de Biles demuestra que es un ser humano, que no es ningún robot, que es de carne y hueso y que le pasan cosas. Necesita a alguien que la ayude a cuidar y a trabajar la cabeza”, agrega Roffé, que lidera el Departamento de Psicología Deportiva del fútbol juvenil de Lanús.
Pablo Nigro es psicólogo de la primera división de fútbol en River y responde con pasión cuando se le pregunta por cómo trabajar los aspectos mentales del deportista. “Como psicólogos, tenemos una mirada que es total del sujeto. Al deportista lo miramos como persona y tratamos de llevar la psicología al deporte. Lo más importante del psicólogo deportivo es ser psicólogo. En la mayoría de los clubes, las instituciones están contando de a poco con un área de Psicología. Un espacio que no solamente permite trabajar en temas deportivos, sino en el cuidado de la salud mental. El espacio del psicólogo en el terreno deportivo creció mucho y cada vez se le está dando más valor a preparar la cabeza”, agrega Nigro, que también trabaja con la selección argentina de Gimnasia Artística masculina y femenina.
César Bernhardt también es psicólogo deportivo. Dedica tiempo a pensar en cómo mejorar la cabeza de los deportistas. Ahora trabaja con el basquetbolista Patricio Garino y la voleibolista Yamila Nizetich, entre otros atletas. Reconoce que la psicología deportiva es una disciplina que todavía no tiene una inserción sostenida y masiva en los clubes. “La importancia radica en poner a disposición instrumentos y herramientas que preserven lo más crucial que tiene una persona que hace deporte, que es su aparato anímico. No hay nada más valioso que el ánimo. Es el motor de la conducta. Sin ánimo no podemos hacer nada, y nos hace sentir mal. A veces, demasiado mal”, señala.
Los atletas negocian con dificultades permanentes y voces como la de Simone Biles exponen a quienes dejan a un costado a la psicología aplicada al deporte. ¿Por qué la psicología no formaría parte de la mayoría de entidades deportivas? “Hay diversas causas, en un ámbito en donde los resultados son absolutamente visibles y se transforman en el principal y a veces único indicador que se tiene en cuenta. También las variables psíquicas hacen dificultosa la medición de la incidencia del trabajo psicológico en equipos, fundamentalmente. Una pregunta frecuente desde el interior de los clubes es: ‘¿cómo medir que el equipo está mejor de la cabeza si perdió los últimos dos partidos?’. El factor económico también condiciona la contratación de profesionales, y deja a la psicología deportiva en el fondo de las posibilidades presupuestarias”, afirma Bernhardt, que antes de ser psicólogo fue un exbasquetbolista que jugó en selecciones juveniles con Luis Scola y el Chapu Nocioni.
¿Se puede medir la motivación en los atletas? En ese sentido, Roffé opina: “Existen test para evaluar la motivación, la concentración, la confianza, la toma de decisiones, la respuesta al error, el liderazgo, la comunicación, la cohesión grupal. La motivación como proceso dinámico que invita a la acción e inmoviliza la voluntad, también se evalúa y hay muchas técnicas para hacerlo. De ahí podemos sacar un diagnóstico de desmotivación o sobremotivación”.
“Más que motivar al deportista, lo que buscamos es activarlo para que esté enfocado y arranque la competencia de la mejor manera”, dice Nigro, que también es Coordinador en River del Área de Psicología aplicada al Deporte. “La motivación es algo que los deportistas de élite traen desde hace mucho tiempo. El año pasado tuvimos algo atípico, que se trató que aquellos deportistas que venían trabajando para objetivos importantes, se encontraron con un descenso en la motivación a causa de no saber para qué entrenar y hacerlo en situaciones incómodas. Tener en claro cuáles son los objetivos, son los factores de mayor motivación dentro del deportista”, aclara Nigro.
Bernhardt está convencido de que “entrenar la motivación implica conocer de motivación y no simplemente creer que es ver a alguien con ganas de hacer algo”. Y agrega: “Se entrena en relación con su edad evolutiva y con los atributos de la motivación de logro. Siempre respetando los momentos de maduración y adaptando a las instancias y a los niveles competitivos. Hay que erradicar el pensamiento catastrófico, que quiere decir dramatizar en exceso las consecuencias de un resultado. Mientras que el pensamiento polarizado es cuando nuestra mente se va a los extremos. Soy un héroe, soy un villano. Estos modos de pensar perjudican la experiencia deportiva de los atletas y son algunos de los conceptos que la psicología aplicada a los deportes puede aportar”.
Celeste Carnevale ahora es médica, pero antes fue la única gimnasta argentina que participó en Atenas 2004. Se la puede ver y escuchar en cada transmisión de gimnasia por la TV Pública. “Si no estás bien mentalmente, en gimnasia te podes romper la cabeza -reconoce Carnevale-. Es diferente a otros deportes. Lo de Biles es un llamado de atención, el grado de exposición que tiene es tremendo. Si había un momento para hacer burn out, era ahora, por la presión que estaba soportando. A la salud mental no le importa si estás compitiendo o pasando el día. Es tan exigente como la salud física”, detalla.
“El alto rendimiento implica presiones, miedos, ansiedades altísimas. El deportista de élite tiene que tener una preparación mental y sobre todo en deportes individuales para poder soltarse y responder bajo condiciones de presión extremas. La perfección no existe, la excelencia sí. Lo que hay que buscar es la excelencia. Y nosotros ayudamos a los deportistas a poner metas de desempeño y no de resultado. El resultado es una consecuencia. Cuando el deportista queda bajo la dictadura del resultado, mermás tu rendimiento y tampoco disfrutás”, finaliza Roffé, autor del libro ¿Y después del retiro qué?, donde expone las dificultades que tienen los deportistas al dejar el deporte.
Simone Biles le puso palabras a su dolor: “Físicamente estoy bien; mentalmente, no. No confío en mí misma y no me estoy divirtiendo. Quiero concentrarme en mi bienestar”. Ella sospecha que hay un mundo mejor fuera de la gimnasia. Cada vez que hable, no escucharla será imposible.
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