Tokio 2020: Brian Arregui derribó al favorito, pero un fallo polémico lo eliminó de los Juegos Olímpicos

Brian Arregui sufrió uno de los fallos más controvertidos en la primera jornada de Tokio 2020 que contó con una gran participación de argentinos. El boxeador de 21 años perdió en fallo dividido (3-2) ante el estadounidense Delante Johnson y quedó eliminado, a pesar de haber mandado a la lona a su rival y dominado el combate en la categoría 63-69 kg.

“Fue una pelea horrible”, lanzó enseguida Arregui, nada conforme con su rendimiento y sin querer ahondar en las tarjetas de los jurados. Los cinco dieron un punto de diferencia en sus tarjetas: dos a favor del argentino y tres para su oponente. Lo curioso (e indignante a la vez) es que uno de esos jurados le dio perdido al argentino el round en el que tiró a Johnson...

El tema en cuestión de la pelea por los dieciseisavos de final es el siguiente: Johnson ganó por puntos de 29-28 en tres tarjetas, con el mismo puntaje a favor de Arregui en las dos restantes. Ahora bien, en el segundo round, cuando el argentino mandó al oriundo de Cleveland a la lona, el árbitro tunecino Hichem Menchaqui le dio el round al estadounidense. Algo que llamó la atención, más allá de que las caídas no se puntúan de la misma manera entre los aficionados (Juegos Olímpicos) y los profesionales. Mientras, los otros cuatro jueces marcaron la victoria de Arregui por 10-9. Se trata de Mandakhbayar Otgonbayar (Mongolia), Pavlo Asylynchuk (Ucrania), Carl Ruhen (Australia) y Guo Zhang (China).

El atleta argentino que fue eliminado de manera injusta en su debut tiene detrás una fuerte historia de vida. Crecer a los golpes, con los puños arriba. A los ocho años Arregui perdió a su padre, a los nueve empezó a boxear, a los doce ya competía, a los 17 fue papá y a los 18 se llevó la presea de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Así de intensa es la vida de este deportista que hace un puñado de años aceptó enrolarse en el Ejército Argentino.

Nacido el 15 de enero de 2000, Brian nunca ocultó que el peor momento lo vivió cuando murió Raúl, su padre, un obrero agrícola de la ciudad de Villaguay, su humilde cuna, ubicada en la frontera norte de la pampa húmeda. No recuerda casi nada de Raúl pero lleva su imagen tatuada en el pecho. Para él, la familia es sagrada. Es el menor de cuatro hermanos. Sus primos lo llevaron por primera vez al gimnasio, a saltar la soga y después a calzarse los guantes. Hacía poco que había fallecido Raúl y él tenía que descargar la tristeza y la furia.

El argentino tiene a Brian Castaño -otro boxeador que viene de sufrir una injusticia ante los jueces- y al mexicano Canelo Álvarez como sus dos máximos referentes. Siempre se las ingenia para administrar sus gastos personales, mantener a su familia y seguir adelante con la construcción de su hogar, donde vive con su mujer Paola, su hija Briana y Santino, hijo de su pareja. Su primer entrenador fue Darío Chanchito Pérez, que paradójicamente se transformó en suegro con el paso del tiempo.

“No estoy nada contento. No sé cómo fue la pelea, pero no me sentí cómodo. Son experiencias, es una primera ronda de un Juego Olímpico”, dijo. Y explicó sus contratiempos previos al arribo a Tokio: “Llegué ayer de la Argentina y tenía que pelear hoy. Son cosas que pasan y experiencias. Venía preparado, pero las cosas se dieron así. Espero haber dejado buena imagen más allá de que hice una mala pelea. Gracias a los argentinos por el aguante”, finalizó.

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