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Wimbledon: Nick Kyrgios le ganó a Stefanos Tsitsipas en una batalla física, táctica y mental, más allá del repudiable pelotazo del griego
El australiano se impuso en cuatro sets, en un partido que pareció una pelea; el recuerdo del caso Djokovic, más fresco que nunca
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Pasó de todo. Y fue, al mismo tiempo, un gran espectáculo. Tenis al máximo nivel. Y peleas, saques de abajo, provocaciones y un pelotazo que pudo haber tenido otro final. En un choque matizado de polémicas, drama y show, Nick Kyrgios pasó a los octavos de final de Wimbledon al derrotar a Stefanos Tsitsipas por 6-7 (2), 6-4, 6-3 y 7-6 (7).
Desde el arranque y como suele ocurrir en la mayoría de los partidos de su carrera, Kyrgios enrareció el ambiente al reclamar puntos, cambios de fallo y lanzar epítetos irreproducibles, incluso hacia sí mismo. El espectáculo ganaba en intensidad. El australiano, con su saque y durante el primer parcial, era una máquina: casi no le daba respiro al griego, que también suele tener cierto carácter irascible, aunque en menor proporción. Saque tras saque, que no le permitía reaccionar al europeo con rapidez. Alguno, de abajo, contestado con pelotazos furiosos, que volaron más allá del rectángulo. A Tsitsipas poco le importó perder algunos puntos: la ira lo consumía.
Cuando acaba el segundo parcial (6-7, 6-4), el griego lanza un pelotazo de revés, a una mano (violento, fuera de contexto), que acaba en un sector exclusivo del público. No le pega a un señor mayor de milagro: el balón choca con la parte de atrás, vuelve y roza en la nuca del hombre. Kyrgios, desafiante (y en este caso, con razón), increpa al juez de silla y le reclama: “¿No lo viste? Hay que descalificarlo”. Y armó un show: “Es un escándalo, hay que llamar a todos los jueces, esto no puede quedar así”. Al rato, cuando el partido siguió, Tsitsipas lanzó un pelotazo al cuerpo a su rival (no le pegó de milagro).
El recuerdo de Novak Djokovic (fue suspendido en el US Open 2020 por pegarle un pelotazo a la jueza de línea Laura Clark) rápidamente entró en escena. El impacto del serbio (sin querer, por cierto, fue un momento de efervescencia mayúscula) fue la diferencia: se trata, aunque parezca mentira, de una cuestión de puntería.
La tensión siguió en buena parte del club: no se hablaba de otra cosa, ni siquiera, del nuevo triunfo de Rafael Nadal, imparable en los grandes citas en 2022.
El pelotazo de Tsitsipas que enojó a Kyrgios
La tensión se frenó, en parte, cuando se decidió colocar el techo del escenario número 1, cuando caía la noche. Ese puñado de minutos enfrió el enfrentamiento, que tiene su historia. La confianza de Tsitsipas estaba por las nubes después de conseguir su primer título sobre hierba en Mallorca la semana pasada, pero se enfrentó con un jugador al que sólo le había ganado una vez en sus cuatro enfrentamientos. Ahora, cinco. Kyrgios, 40º de la clasificación, siempre es una sensación en Wimbledon, dentro y sobre todo fuera de la pista, con su polémico comportamiento y provocadoras declaraciones.
“Sabía que iba a ser un partido difícil, sabía lo que tenía que hacer. Fue un gran partido. Estoy contento por haber pasado, tengo respeto por Tsitsipas, lo quiero. Es asombroso jugar en un estadio lleno, es lo máximo que puedo pedir”, dijo el ganador, que luego del show, firmó autógrafos, se sacó fotos.
El juego estuvo a la altura de las circunstancias. Calidad, asombro, variantes, cambio de dueño en el timón. Se gritaron los puntos, se desafiaron. Por momentos, casi ni se miraron. Kyrgios no solo sacó de abajo: lo hizo hasta con un impacto entre las piernas. Algo más que un atrevido. Hizo un gesto de “tengo agallas”, en el fascinante tie break del cuarto set. Antes de ganar, con una sutileza, que rebota un par de veces del otro lado de la red. El griego corrió, pero ya no pudo.
“Está constantemente intimidando a los demás, eso es lo que hace”, afirmó el griego, en la conferencia de prensa. ”Intimida a sus rivales. Probablemente era un abusón (un déspota) en la escuela. No me gustan los abusones”, añadió Tsitsipas. ”También tiene una parte buena. Pero... hay también en él una parte demoníaca, que si se expresa, puede realmente hacer mucho daño a la gente que le rodea”, estimó el griego. Por su parte, Kyrgios afirmó comprender la frustración de Tsitsipas luego de que lo derrotase en dos ocasiones las últimas semanas, recordando su victoria en junio en Halle. “Quizá debería en primer lugar encontrar la forma de ganarme antes de ocuparse de otra cosa”.
El “abuso de pelota” no encuadró para que el griego fuera despedido de la hierba. Dice, en un párrafo, el reglamento: “Los jugadores no deben golpear, patear o lanzar violenta, peligrosamente o con ira una pelota de tenis mientras esté en los terrenos de juego del torneo, excepto durante un punto de un partido (incluido el calentamiento). A los efectos de esta regla, el abuso de bolas se define como golpear una bola de forma intencionada o imprudente fuera del recinto de la cancha, golpear una bola peligrosamente o imprudentemente dentro de la cancha o golpear una pelota sin tener en cuenta las consecuencias.”
¡#Wimbledon fue testigo del show de Nick Kyrgios! 🤩🌿
— ESPN Tenis (@ESPNtenis) July 2, 2022
¿Habías visto antes un puntazo así? 😮 pic.twitter.com/vyaaP9Obld
Del otro lado sigue Rafael Nadal, segundo cabeza de serie, que se clasificó para los octavos de final del torneo sobre hierba inglés al imponerse por 6-1, 6-2 y 6-4 sobre italiano Lorenzo Sonego.
El tenista español, que a los 36 años busca su 23º título de Grand Slam, tardó dos horas en imponerse al 54º del mundo, en la pista central del All England Club londinense, cubierta al final del partido para poder encender las luces, a pedido del italiano cuando Nadal se disponía a sacar. Pareció molesto por esa situación; tanto, que llamó a la red a Sonego, de 27 años, para hacerle un comentario, bajo el abucheo del público. ”Desde el fondo de mi corazón, no lo hice de una forma negativa... solo quería decirle algo y ahora me siento muy mal si le molestó, lo lamento”, afirmó.
En cuanto a las lesiones que llevan tiempo complicando su forma física, la última de ellas una muy dolorosa enfermedad degenerativa en el pie, reconoció: “Siempre es complicado”. Y fue más allá: ”Nunca se sabe, pero me siento muy afortunado de poder todavía jugar a mi edad”.
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