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Wimbledon. Tras una batalla de casi cinco horas, Rafael Nadal entregó la ambición de volverse el número 1
El veterano Gilles Müller lo eliminó en octavos de final, ganándole 15-13 el quinto set y le quitó al campeón de Roland Garros la posibilidad concreta de retornar a lo más alto del ranking
LONDRES.– Gilles Muller tiene 34 años y es 26° del mundo. Es profesional desde 2001 y el único tenista de Luxemburgo, un país con medio millón de habitantes, entre los mejores 1600 del ranking. En enero conquistó su primer ATP, en Sydney. Iniciada la temporada sobre césped, obtuvo el título en s-Hertogenbosch y fue semifinalista en Queen’s. Antes de Wimbledon quedó en el centro de la escena porque lo designaron como 16° preclasificado, es decir diez posiciones por encima de su ranking original. Muchos de sus colegas se quejaron, por lo bajo. Pero los responsables de esa fórmula tan particular que poseen en el All England deben estar saboreando una copa de champaña, satisfechos. En el partido más emotivo de lo que va del tercer Grand Slam del año, Muller dio un inesperado golpe sobre la mesa, eliminando a Rafael Nadal por 6-3, 6-4, 3-6, 4-6 y 15-13, en cuatro horas y 47 minutos. No fue el 70-68 de 11h05m de John Isner y Nicolas Mahut de 2010, pero no tuvo demasiado para envidiarle. Apenas pasadas las 20.30 y después de 389 puntos disputados, el court número 1 deliró, la tensión se liberó. Que Nadal, uno de los mayores competidores de la historia, perdiera un partido así, en el quinto set, no es normal. Sucede que el mallorquín educó a todos con remontadas memorables. Después de levantar cuatro match points en distintos momentos del partido, parecía que el ejemplo de superación se repetiría. Esta vez, no.
“La sensación es que él ha hecho las cosas muy bien, que yo he hecho las cosas bien, pero en césped no sólo se trata de hacer las cosas muy bien durante cuatro o cinco juegos por set. Si cometes un error, estás fuera, y eso es lo que hice en los dos primeros sets. Jugar con dos sets a cero abajo contra un sacador como él, no te puedes permitir ni un error más. Con el servicio saca muchos puntos gratis, ha jugado con la determinación adecuada”, explicó Nadal, que ya había caído alguna vez frente a Muller en Wimbledon. Fue en 2005, por la segunda rueda. De hecho, Muller se convirtió en uno de los pocos tenistas en vencer dos veces o más a Nadal en un mismo Grand Slam (Roger Federer lo hizo en Wimbledon 2006 y 2007, y Lleyton Hewitt en Australia 2004 y 2005). “Lo he intentado. He dado todo lo que he tenido, no ha sido suficiente. He jugado con intensidad, con pasión, conseguí volver de una situación al límite, me puse en una situación para ganar. He competido bien. Dicho esto, el otro ha estado bien. Estoy triste porque estoy fuera de Wimbledon, un torneo importante para mí. Pero la vida sigue. Es momento de tomar aire, de tomar vacaciones”, se frustró Nadal, que con la derrota en octavos de final también se le escurrió la posibilidad –muy concreta– que tenía de marcharse de Gran Bretaña como número 1. Además, Nadal llevaba 28 sets consecutivos ganados en torneos de Grand Slam, siendo la tercera mejor racha de la historia (el récord le pertenece a Federer, con 36, seguido de John McEnroe, con 35).
“Si pudiera sacarle algo a Nadal serían sus piernas”, dijo Muller, prestándose al juego periodístico, antes de enfrentarse con el 15 veces campeón de Grand Slam. Por momentos pareció haber incorporado algo de la pimienta física del otro zurdo –ambos lo son, claro–. Muller tiene matices del tenis romántico, de un tenis que luce en extinción: de saque y volea (exquisita, por cierto). Sin embargo ello no significa que repita, una y otra vez, esa estrategia. Se defendió desde la base de la cancha y respondió los latigazos del español con seguridad. Terminó el partido con 95 winners y con otra estadística que ilustra su excelente condición física: en 83 oportunidades subió a la red y ganó 59 de esas chances generadas (71%). El jugador que disfruta del mejor ranking de su prolongada carrera, llegó al duelo ante Nadal con 72 aces; se fue hacia los cuartos de final contra el croata Marin Cilic con 30 más.
En un partido con los nervios en la mano, Nadal apenas pudo ganar dos de las ¡16! chances que tuvo de quiebre (13%). Y Muller se quedó con tres de ocho. Nadal sacó 4-5 y 15-40 en el quinto set, pero logró cuatro saques ganadores (dos de ellos fueron aces). Comenzó a crispar el puño. El público, advirtiendo sus debilidades, empezó a empujarlo. Y Muller dudó, pero muy poco. “No fue fácil ese momento. Pero pensé que en esos puntos de partido no había hecho nada malo. Él sacó muy bien en un par de ellos. Yo sentía que estaba haciendo las cosas correctas. Pero no era fácil seguir creyendo. Pero por otro lado no me arrepentí de mis decisiones. Si hubiera perdido este partido obviamente habría sido muy difícil de digerir. Pero por otro lado sentía que estaba haciendo todo bien”, se liberó el ganador.
Cuanto más veterano se volvió Muller, mejores resultados obtuvo. ¿Tiene explicación? Sí, claro. “He podido jugar temporadas completas en los últimos tres o cuatro años, lo cual no pude hacer antes porque tuve muchas lesiones –apuntó–. Tuve problemas con mi codo izquierdo y no pude tocar una raqueta. Pero fui capaz de trabajar físicamente y me puse en la mejor forma. Desde entonces, desde el año 2014, cuando regresé al circuito, puedo jugar temporadas completas sin pausas. Tengo mucha confianza en mi cuerpo ahora, lo cual no hice antes. Esa ha sido la clave para ser exitoso”.
El bautizado Manic Monday (lunes loco) de Wimbledon, con los partidos de octavos de final masculinos y femeninos, no podría haber tenido un mejor cierre. Para colmo, la demora del final entre Muller y Nadal provocó la desesperación de Novak Djokovic y Adrian Mannarino, designados para la misma cancha. Mientras el court central estaba libre desde hacía rato luego del triunfo de Roger Federer ante Grigor Dimitrov, el serbio y uno de sus entrenadores, Andre Agassi, visitaron la oficina de los organizadores y pidieron que el encuentro se moviera para la cancha principal. Pero el reclamo fue rechazado por cuestiones de seguridad, según anunció el All England (“Todavía había 30.000 personas en el predio y hubiera sido imprudente hacer ese movimiento”). Así fue como Djokovic, resignado y molesto, siguió el final de Nadal-Muller por TV. Este martes, en principio una jornada reservada en exclusiva para los cuartos de final femeninos, Djokovic y Mannarino deberán competir (desde las 8 de la Argentina, ahora sí, en el court central).
La programación y la cancha central no escaparon al debate. Antes de dejar Londres, Nadal se quejó por haber actuado sólo dos partidos de cuatro en la Catedral. Y aunque no lo haya nombrado, él y su equipo afirman que hay favoritismo por Federer. “A mí me gusta más jugar en la central. Alguien tiene que jugar. Casi siempre juegan los mismos aquí, es la realidad. Está claro que aquí somos unos cuantos que hemos ganado mucho en nuestra carrera, por lo cual un torneo que quiere ser tan tradicional, entiendo, debería repartir los partidos en la cancha central”, disparó Rafa, en español. Su tío, Toni, también hizo una crítica en la misma línea: “Se equivoca Wimbledon. Quiere ser el mejor torneo, pero hace cosas de torneo pequeño”.
Poco le importa eso a Muller. El veterano accedió por primera vez a los cuartos de final de Wimbledon y es el tenista con más victorias sobre césped de la temporada (11). Todo, a los 34 años. Que nadie lo despierta del sueño.
El match point
El mejor punto
El golpe que se dio Rafa antes de empezar el partido
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