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Vilas juega de nuevo: Andanin debutó en el court central del Buenos Aires
Ante la mirada de su padre, el mejor jugador argentino de la historia, jugó la hija de Willy; el zurdo que popularizó el tenis en el país revivió así sus tiempos de gloria
Si no fuera por el cielo limpio de nubes y el sol que se derrama en cada rinconcito del Buenos Aires LawnTennis Club, no se podría soportar más de un puñado de minutos a la intemperie. La mañana es fría, muy fría, a pocos metros de los lagos de Palermo. Sin embargo, hay una niña que pelotea, con mucho ímpetu, en el frontón pintado de verde. Ensaya saques, drives, reveses; se seca el sudor de la frente con una pequeña toalla violeta, se acomoda la gorra y retoma la rutina. A pocos metros, su madre, la tailandesa Phiang Phathu, le sostiene el raquetero sin quitarle la vista de encima. Detrás suyo, casi en segundo plano, un hombre que luce gorra y campera negras, jean azul y zapatos sujeta un vasito humeante de café. Bebe un sorbo y le lanza algunas pocas palabras a la niña: "Bien, así, muy bien". Camina nervioso, cual si fuera un padre antes de un parto. Es Guillermo Vilas , el gran hombre del tenis en la Argentina. Justamente ayer se cumplieron 31 años de su último título oficial, Kitzbühel, ante el francés Henri Leconte. De todos modos, no está en el club para recibir algún tipo de homenaje; el zurdo se encuentra allí para apoyar a Andanin, la mayor de sus tres hijas (también tiene a Lalindao e Intila). La niña, nacida en París hace casi 11 años, en noviembre de 2003, está por jugar la 1a rueda de la clasificación en la categoría Sub 12 de un G3. Claro, debutará, nada menos, que en el court central del Baltc, donde Guillermo edificó gran parte de su leyenda.
El traqueteo del tren actúa de cortina musical, mientras Diego Amuy, director del torneo regulado por la Asociación Argentina de Tenis y con casi 600 inscriptos entre las distintas categorías, se acerca hasta el frontón y le anuncia a la familia Vilas que llegó el momento del partido. "Ah, mirá, jugás en la central. A mí me costó un poco más que a vos llegar a jugar ahí", le comenta, con una sonrisa, el ganador de cuatro Grand Slams a Andanin, su obsesión desde hace varios años. La niña se concentra; se la nota ansiosa, igual que a su padre. Es que debió haber debutado el martes, pero las malas condiciones del tiempo demoraron todo. "Hace frío, pero estoy un poco nervioso", reconoce, camino al court cental, Vilas a LA NACION. El partido, frente a Verónica Nandin, es de una excelente cordialidad. Son las mismas chicas quienes cantan todos los puntos. Confían, respetuosas, en lo que dice su rival. Y, al no haber ball-boys, buscan y se alcanzan ellas las pelotitas (de tamaño y peso normales; en los partidos de Sub 10 sí juegan con pelotas con menos presión).
No hay más de una docena de espectadores en el court central. El silencio magnetiza; logra que cada impacto retumbe. Es curioso porque allí, de una forma u otra, está presente el hombre que popularizó el tenis en la Argentina, quien tantas veces logró enfervorizar al público en ese emblemático estadio durante tardes con tribunas pobladas. Guillermo se frota las manos, se sienta en las escalinatas junto con su mujer, a tan sólo unos metros de la silla donde Andanin se refrescará en cada cambio de lado. Luce tiros agresivos la hija de Guillermo, busca definir rápido los puntos, es diestra y pega el revés de dos manos, como casi todos en las nuevas generaciones. Domina el partido, le salen todas, saca con fuerza y precisión. Luce disciplinada, hace repiqueteos cuando se produce alguna pausa entre punto y punto. Es su día. Casi sobre el final del partido ingresa un fotógrafo en el court, la retrata varias veces y la niña engancha un drive y la esfera amarilla se pierde desviada. Mira a su padre y éste, simplemente, le hace el gesto de que sólo se enfoque en el encuentro. Alguna que otra vez le hará señas como para que pegue con top spin. Andanin termina venciendo por 6-2 y 6-1. Guillermo y Phiang se ponen de pie, aplauden tímidamente, saludan y felicitan al padre de la rival de su hija.
"Estoy contento, la vi muy bien. Era un partido difícil. Y sacó muy bien. Se comportó fantástico. Hoy aplicó varios tiros nuevos. Tiene muy buena actitud y trata de hacer las cosas bien, le gusta", dice Vilas, con una sonrisa indisimulable, cual padre embelesado. Camina, con paso cansino, rumbo a la salida. Una niña que acaba de perder en otra cancha lo detiene y le pide una foto; también está su padre, quien le comenta: "¿Sabés las alegrías que nos dio este señor?" "Sí, papá, me contaste", le responde la chica de no más de 13 años. "¿De qué signo sos", le pregunta Vilas. "Virgo", se escucha. "Ah, muy bien, como Connors. Entrená mucho, observá a otros jugadores, leé libros. ¿Ves ese lago de allá? El circuito tiene un kilómetro, yo corría todos los días", aconseja el ganador de 62 títulos ATP.
–¿Qué expectativas tenés de tu hija en el mundo del tenis?
–Yo juego todos los días con ella. Le gusta el deporte. Es chica, claro. Tiene que empezar a hacer cosas y yo, más o menos, la guío. Le estoy enseñando mucha técnica. Yo fui muy técnico, entonces manejo más esa parte. Igual no hay razón para forzarla. La gente, muchas veces, ve el tenis como una cosa fácil y no es así. Cada cosa que hacés queda en tu cabeza. Yo le doy (a Andanin) las bases, la manera de reactivar algo. Tuve un profesor, Felipe Locicero, que era un genio. Tenía una manera de enseñar muy fuerte, profunda y dura, que es lo que necesita un jugador para tener elementos. Ella es disciplinada, pero pensá que tiene diez años.
–Ella tiene la ventaja de tenerte a vos como maestro, ¿pero pensás que el apellido también puede presionarla?
– Sí, puede sentir presión. Ella estaba nerviosa cuando llegamos, se la veía así. Pero después, lo cotidiano te da la experiencia, es así. Es como cuando uno por primera vez toma su primera clase. Es la vida, ¿no? La figura importante para ella es Rafael Nadal, entonces yo le muestro el top spin y todo lo que hace. Estoy delegando cosas, enseñanzas. Es importante para mí. El tenis es muy complejo. ¿Cuántos jugadores de tenis parecían que se iban a comer el mundo y desaparecieron? Pero es paso a paso, es un proceso lento.
De repente, por los pintorescos pasillos del Baltc surge Norma Baylon, considerada número 4 del mundo en los 60. "Hola Guillermo, ¿no me digas que ya jugó tu nena? Qué lástima. La vine a ver", le dice Norma. "Sí, sí, ganó, jugó muy bien", responde Vilas, feliz, radiante. Phiang le acerca un café, mientras Andanin notifica el resultado y devuelve las pelotas en la mesa de informes de la organización. Guillermo todavía está como flotando en una nube; es que verla a su hija allí, en la Catedral, le generó un emotivo déjà vu. Cree haber jugado oficialmente por primera vez allí en una Copa Davis ante Brasil en 1973, pero en realidad fue ante Chile, en 1970, según confirma el libro Historia del tenis en la Argentina.
"Uh, es una gran alegría que haya jugado aquí. Yo no lo sabía. No sé por qué, pero me recordó a cuando vivía en Mar del Plata y venía en tren, bajaba en Retiro. Yo tardé bastante para entrar en esta cancha. ¡Y ella entró hoy! ¡Una cosa de locos! Me removió muchos recuerdos. Cuando la vi ahí adentro me impresionó, me impresionó totalmente. Porque además la vi caminando la cancha con seguridad, fue una cosa muy linda. Además, es una cancha muy amplia, hermosa. Qué suerte que lo haya podido hacer de entrada, la verdad... Verla fue algo increíble", confiesa Vilas, que el 17 del mes próximo cumplirá 62 años, el gran impulsor del tenis argentino, con los ojos humedecidos. Hace casi 40 años daba un fuerte golpe sobre la mesa grande del tenis conquistando el Masters, en el césped australiano, venciendo en la final al rumano Illie Nastase. Hoy, como padre, sueña con seguir delegando lo que construyó.
Un gesto en un torneo numeroso
¿Por qué la organización del torneo de menores en el Baltc decidió programar a Andanin en el court central? "Hablamos con las autoridades del club y coincidimos en que era un reconocimiento a Guillermo. Es un orgullo recibirlo", dijo el director del G3, Diego Amuy. El certamen seguirá durante las vacaciones de invierno y hay categorías de varones y mujeres Sub 10, 12, 14, 16 y 18.
Sharapova, la mayor referente
Andanin Vilas es una luz. Con su padre habla en español y en inglés, tal como lo hace su madre con el Poeta. Admira a Rafa Nadal entre los hombres. Y entre las mujeres tiene varias referentes, aunque la que más la encandila es Sharapova (es más, festeja crispando el puño como la rusa). "Sharapova me encanta porque juega fuerte. Me gustan las jugadoras de ese estilo. También Ana Ivanovic y las hermanas Williams", cuenta.
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