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US Open: un panorama caliente, el enojo de Cilic y el fantasma del boicot
La reunión por Zoom que ayer mantuvieron aproximadamente 400 tenistas y las autoridades de los distintos organismos del circuito profesional, incluido el presidente de la ATP, el italiano Andrea Gaudenzi, con el objetivo de tratar de acercar posiciones para impulsar el regreso del tour, tuvo momentos de altísima temperatura, con opiniones encontradas y sin definicionesconcretas.
"La ATP está tratando de hacer que el US Open siga adelante. Egoísta con todo lo que está sucediendo en este momento. Obviamente por el COVID, pero también con los disturbios, y en mi opinión, juntos necesitamos superar estos desafíos antes de que el tenis regrese", fue el mensaje del australiano Nick Kyrgios, que sacudió las redes sociales esta mañana. El 40° del ranking mundial se descargó de esa manera porque, precisamente, la hipotética realización del Abierto de los Estados Unidos en su fecha original [NdR: del 31 de agosto al 13 de septiembre] fue uno de los temas que generaron mayor ebullición.
Tras la apertura de la reunión virtual en la que expusieron, entre otros, Gaudenzi, el británico Ross Hutchins (ex jugador, ejecutivo de la ATP, amigo de Andy Murray y recordado por superar un cáncer) y Todd Ellenbecker (uno de los responsables del servicio médico de la ATP), la Asociación de Tenis de los Estados Unidos (USTA) hizo una propuesta formal para realizar el Grand Slam neoyorquino en la fecha prevista, sin clasificación para el cuadro principal, disminuyendo el número de competidores en el dobles y otras limitaciones como parte de un protocolo sanitario en tiempos de pandemia. Claro que los diversos escenarios planteados por la USTA provocaron oposiciones.
A medida que la reunión fue avanzando (duró unas cuatro horas y quienes querían hablar debían pedir la palabra y habilitar sus micrófonos), el croata Marin Cilic, campeón del US Open 2014 y actual 37° del ranking, fue uno de los primeros en manifestar su descontento por lo que escuchaba. Después de que los organizadores del US Open plantearan diversos escenarios (uno de ellos, el que no permitiría qualy de singles y achicaría la competencia del dobles, dejaría sin competencia, puntos para el ranking ni premios económicos a unos 350 jugadores), el balcánico aseveró que, dadas las condiciones, los jugadores deberían recibir mayor compensación económica ya que, en definitiva, si iban a Nueva York, una de las ciudades más afectadas por el Covid-19, pondrían en riesgo la salud y sería sólo para que el torneo conservara una parte de sus ingresos (una porción menor, teniendo en cuenta que sería sin público).
Patrick Galbraith, presidente de la USTA, tomó el comentario de Cilic con cierto desagrado y lo rechazó. Le respondió que los ingresos de la temporada estaban "totalmente destrozados" y puso como ejemplo que en los últimos días habían tenido que recortar más de 100 puestos de trabajo en la organización.
"¿Tendrá un estadio de 15.000 asientos que sentar solo a 5000 personas por el distanciamiento social? ¿Será ese el futuro del tenis? Y si lo es, ¿sobrevivirá el deporte?", se preguntó el estadounidense James Blake, ex tenista y director del Miami Open, uno de los torneos cancelados en marzo por la pandemia. Y agregó, con preocupación desde su nueva posición: "O recortas un poco el dinero del premio o tendrás uno o dos años más en los que esas empresas y torneos puedan seguir siendo solventes financieramente, y luego ya no lo serán".
"¿Creen que el US Open debería seguir adelante? @RafaelNadal @RogerFederer @DjokerNole", fue otro de los potentes tuits de Kyrgios, dirigido directamente a los máximos referentes del circuito masculino. Tanto el español como el serbio manifestaron sus dudas sobre las posibilidades de viajar a Nueva York para jugar el torneo. El número 1 del mundo, además, cuestionó las limitaciones que tendrían para llevar a más de un acompañante a EE.UU., conducta que tienen los jugadores top en cada certamen, sobre todo en los más valiosos.
Claro que la mirada de Djokovic sobre esas restricciones no fue bien recibida por distintos protagonistas que, más limitados, no pueden ostentar muchos integrantes en los equipos de trabajo. La estadounidense Danielle Collins, 51° de la WTA, sentenció en redes sociales: "Estaría bien que [Djokovic] apoyara la idea de que se juegue el torneo en lugar de estropearla. Es fácil decir que no juegas cuando has ganado 150 millones de dólares. Muchos necesitamos volver a trabajar para generar dinero. Ninguno ha podido jugar desde que se canceló el tenis en febrero. Tenemos delante una oportunidad de permitir que el US Open se celebre con las medidas sanitarias necesarias para nuestra seguridad. Los jugadores podrán volver a ganar dinero y escucho que la única preocupación de los tenistas Top es que no podrán viajar con todo su equipo".
El británico Daniel Evans, 28° de la ATP, sumó: "Los jugadores tienen que saber dar y recibir. No creo que tener solo una persona del equipo contigo tenga que ser un problema. La mayoría de jugadores solo viajan con un entrenador".
Durante la reunión virtual, el canadiense Milos Raonic (30°) también se refirió a la presencia de un único asistente en Nueva York y se puso como ejemplo debido a las constantes lesiones que sufrió. Afirmó necesitar, en cada certamen, a su fisioterapeuta y a su entrenador. Algo similar acotó el italiano Fabio Fognini (11°). Y si bien el US Open estaría dispuesto a ofrecer más fisioterapeutas, los jugadores confían en los suyos, en los que conocen bien sus historias clínicas. "Por más bueno que sea un fisio del US Open, si vos te estás haciendo un tratamiento específico desde hace tiempo es necesario seguir con el mismo profesional", le expresó un tenista actual a LA NACION.
Muchos jugadores afirmaron que, de jugarse el US Open, deberían eliminarse los puntos para el ranking, porque ello dejaría aún más en desventaja a los que no puedan actuar en Nueva York, pero esa posibilidad fue descartada por la ATP. Además, por la crisis mundial, se entiende que prácticamente no habría torneos challengers en lo que resta del año. Sí se está pensando, a partir de septiembre, en torneos grandes en Europa, como Roma, Madrid, Roland Garros, Viena y Basilea. El estadounidense Noah Rubin (225°), siempre con una mirada amplia, preguntó directamente sobre el circuito de challengers, la segunda categoría del tenis profesional. No obtuvo respuestas.
Los tenistas profesionales poseen distintas realidades y necesidades; ello no es novedad. Y cuando suceden problemas globales es difícil unificar criterios. Por ejemplo, los colombianos Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, la mejor pareja del mundo, durante la reunión apuntaron que probablemente tengan obstáculos para salir de su país debido a que el coronavirus todavía allí no está controlado. Otros sudamericanos entendieron que se encuentran en desventaja deportiva con respecto a sus colegas europeos o norteamericanos porque en esta porción del continente todavía no están entrenándose todos con normalidad debido a las distintas realidades sanitarias (en Europa ya se están jugando torneos por plata o exhibiciones). Asimismo, el australiano Darren Cahill, entrenador de Simona Halep (2° de la WTA), aventuró que el rígido protocolo que quiere imponer el US Open es muy perjudicial para la rumana.
Hay jugadores que no se sienten acompañados por la ATP y entienden que las entidades responden en favor de los torneos en lugar de hacerlo por ellos. El argentino Marco Trungelliti (231°), que en febrero de 2019 destapó, en LA NACION,una olla a presión vinculada a los arreglos de partidos y a las apuestas, pidió la palabra en la reunión virtual y les preguntó a las autoridades por qué no se bajaban los sueldos, teniendo en cuenta que muchos de los jugadores pasarán meses sin recaudar.
Fue Gaudenzi quien le respondió al santiagueño que no harían eso porque estuvieron trabajando mucho durante todo este período de pandemia. "Cuando hablan de igualdad de oportunidades es mentira. Prácticamente no habrá challengers en el año. Llevar adelante los protocolos sanitarios sería muy costoso y muchos torneos no podrían tenerlo. En los challengers apenas tenemos canchas para entrenar, hay menos seguridad, habrá menos testeos. Dicen que habrá menos jueces de línea también y eso generará problemas en el juego porque no hay Ojo de Halcón. Es decir, una situación muy difícil. No se entiende", se lamentó Trungelliti, ante LA NACION.
El italiano Paolo Lorenzi, de 38 años y con mucha experiencia en el tour (es 121° del ranking; fue 33° en 2017), se puso firme. Preguntó de qué lado estaba la ATP, si de los jugadores o los torneos. Y planteó una situación que puede actuar como un precedente peligroso: "Si nosotros aceptamos que al US Open vayan menos parejas de dobles y que no haya clasificación, en el futuro el Abierto de Australia u otros torneos podrían decir lo mismo y así se irán cerrando puertas para los jugadores que no están en la elite". Muchos asintieron su posición.
Entre las distintas restricciones que plantea el US Open está el cierre de los vestuarios para los que solamente irían al complejo a entrenarse. "En Estados Unidos se utiliza muchísimo el aire acondicionado; entrás y salís, y siempre estás expuesto a engriparte. Y, además, no ducharte después de entrenar es sinónimo de una neumonía. ¡Seguro!", le dijo un jugador a LA NACION, que optó por el perfil bajo. La USTA, además, propone que todos los que vayan al torneo se alojen, en vez de hacerlo en Manhattan, en un amplio hotel que está junto al aeropuerto John F. Kennedy, en el barrio de Queens, cerca del Billie Jean Kean National Tennis Center, donde se disputa el Grand Slam.
La decisión sobre si se juega o no el US Open a fines de agosto no debería pasar del próximo lunes. Las negociaciones y las opiniones seguirán hasta entonces. Todavía resuena lo que le dijo un jugador a LA NACION en las últimas horas: "Si deciden que se juegue, las chances de boicot son altas".
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