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US Open. El impactante renacer del tenis de Italia: secretos y estrategias para recuperar el interés de los tiempos románticos y potenciarlo
Sinner y Berrettini, cuartofinalistas en Flushing Meadows, son la punta de lanza de un fenómeno que se basa en la competencia constante y la difusión; la responsabilidad de un argentino
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NUEVA YORK.- “Italia ha redescubierto el tenis. Lo veo cuando cargo combustible. Antes me decían solo: ‘Hola y adiós’. Ahora me preguntan por Sinner o Musetti, si Italia puede ganar la Copa Davis o si tendremos un número 1 del mundo”. La anécdota de Paolo Bertolucci, una gloria del tenis azzurro en los 70, contada en el Corriere dello Sport, ilustra lo que volvió a despertar el deporte de las raquetas en un país que late por el fútbol.
Los tiempos del tenis romántico, con jugadores que parecían actores de cine (Nicola Pietrangeli, Adriano Panatta, Corrado Barazzutti, el propio Bertolucci) y una conquista en la Copa Davis (en 1976, en Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet), dejaron la vara muy alta. Sin embargo, hoy el tenis italiano volvió a convertirse en gran protagonista. Mes tras mes, torneo tras torneo, jugadores -muchos de ellos, jóvenes- formados en distintas regiones del país europeo ostentan un progreso que no se detiene. Cinco jugadores de alta jerarquía en el Top 65 de la ATP: Jannik Sinner (13°), Matteo Berrettini (14°), Lorenzo Musetti (30°), Fabio Fognini (60°) y Lorenzo Sonego (63°). Quince entre el puesto 100 y el 200. Y cinco jugadoras en el Top 100 de la WTA: Martina Trevisan (27°), Jasmine Paolini (56°), Lucia Bronzetti (59°), Camila Giorgi (67°; hija de un ex combatiente de Malvinas) y Elisabetta Cocciaretto (99°). Marcan el rumbo y repiten (y en algunos casos, hasta superan) estadísticas sólo logradas en aquellos tiempos.
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— US Open Tennis (@usopen) September 6, 2022
En el actual US Open, se produjo un hecho sobresaliente: es la primera vez en la historia del torneo (desde 1881) que dos hombres italianos alcanzan los cuartos de final en el mismo año. Sinner y Berrettini, los elegidos, también llegaron juntos a los cuartos de final del último Abierto de Australia.
“El tenis italiano tiene todo para estar muy contento en las próximas diez temporadas”, asegura Fognini, un “veterano” de 35 años que fue 9° del mundo y hoy, viviendo sus últimas experiencias en el circuito, es testigo privilegiado de la evolución de fenómenos como Sinner (21 años), Berrettini (26) y Musetti (20). El resultado que se observa no es casual. No hay improvisación ni fortuna del destino. Detrás del éxito hay una búsqueda elaborada, una estrategia ambiciosa, proyectada por el presidente de la Federazione Italiana Tennis (FIT) desde 2001, Ángelo Binaghi, y un puñado de exjugadores y expertos entrenadores que potenciaron el trabajo aprovechando cada región, entre ellos un argentino, Eduardo Infantino (excoach de Juan Martín del Potro y David Nalbandian, entre otros), en la función de director general de los distintos centros de entrenamiento. Poner las cuentas en orden, generar un fuerte vínculo entre los entrenadores privados y la federación, tener competencia constante en las distintas categorías y crear un canal de TV para difundir el deporte fueron algunas de las razones que pusieron al tenis azzurro donde está hoy.
En la actualidad, probablemente, no haya un país como Italia con tanta competencia. A nivel ATP, organiza la Copa de Maestros (en Turín, en reemplazo de Londres desde 2021) y el Masters de la Nueva Generación (en Milán), más los nuevos torneos de Florencia y Nápoles, que en octubre próximo entran en lugar de los certámenes chinos, cancelados. En el Challenger Tour, la segunda categoría profesional, posee 28 torneos distribuidos entre enero y septiembre (la Argentina, pese a haber mostrado una recuperación en esta franja, tuvo seis). Exclusivo para las mujeres, en el WTA Tour, Italia posee el torneo de Palermo (categoría 250) y tres WTA 125: en Gaiba, región de Véneto (sobre césped), y dos en polvo de ladrillo, en Bari y Parma. Además, se luce con el emblemático Abierto de Italia, en el Foro Itálico romano (competencia mixta), que a la FIT le representa un ingreso económico muy importante.
¿Qué ocurre con los (ex) Futures, la tercera categoría profesional, clave para que las bases crezcan? Italia presenta 24 certámenes de hombres (M25 y M15) distribuidos en el año (en todo Sudamérica hay 24; siete de ellos en la Argentina). Y 27 de mujeres (W15, W25 y W60): en la temporada completa, figuran 24 eventos de esta última categoría en América del Sur (siete en la Argentina). De abril a octubre, Italia será sede de diez torneos juniors. Y, además, terminará el año siendo sede de nueve competencias de tenis en silla de ruedas (en el mismo período hay trece en la región sudamericana). Si ya de por sí los italianos no padecen la distancia geográfica con otros centros tenísticos en Europa, competir dentro de la misma frontera representa una ayuda clave.
“Cuando Binaghi tomó la federación, estaba prácticamente quebrada; no tenían plata ni para hacer torneos. Poquito a poquito, con planificación, fue creciendo, hasta convertirse en la mejor federación administrada del mundo. Binaghi tuvo mente amplia, estratégica, flexible e innovadora. Fue contagiando a distintos sectores y creció el financiamiento”, le cuenta Infantino a LA NACION, en Nueva York La máxima autoridad de la federazione tiene 62 años, fue un modesto tenista que alcanzó el puesto 16 a nivel nacional en 1982 y se graduó en ingeniería.
El Centro de Preparación Olímpica de Tirrenia, en la provincia de Pisa, un complejo de 43 hectáreas ideado para la preparación técnica/física de elite y dirigido por el Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), fue la médula para el resurgimiento del tenis en ese país. Tirrenia actuó de base de operaciones desde donde se supervisaron los otros 19 centros regionales (en Lazio, Cerdeña, Piamonte, Emilia-Romañana, entre otras ciudades) y el lugar al que los jugadores -de todas las categorías- debían regresar para realizar los distintos ensayos y testeos (técnicos, físicos, médicos). “Al centro nacional venían, desde distintas partes del país, Musetti, Sinner, Berrettini..., todos. La federación controlaba técnicamente los calendarios, la preparación física, qué tipo de trabajo hacían. Los entrenadores privados, por ejemplo, como el de Sinner, que era (Ricardo) Piatti, nos presentaba la programación y el trabajo seguía en conjunto”, explica Infantino (actual coach del estadounidense Brandon Nakashima, un proyecto que dirige junto con Franco Davin), que durante once años fue el supervisor de todos los centros regionales.
“Una vez que toda Italia estuvo unida, se empezó a utilizar la otra estrategia, que fue descentralizar, con el objetivo de que cada jugador se desarrollara en su casa, lo que es muy importante emocionalmente -añade Infantino-. Pasó con Berrettini: Vicenzo Santopadre, su entrenador desde los once años, lo trabajaba en su lugar y luego tenía que demostrar que el trabajo estaba bien hecho en Tirrenia. Tenían la obligación de venir a entrenarse con nosotros cada tanto. Fue un sistema para estar juntos, pero sin que los chicos dejaran sus casas. Y si necesitaban algo, se lo daba la federación: alquiler de canchas, preparación física, pelotas, sparring. Pero tenían que pasar por un control técnico en Tirrenia. El sistema empezó a crecer y no desaprovechamos a ningún jugador. Trevisan, que este año fue semifinalista en Roland Garros, no estaba jugando: estaba dando clases de tenis y hubo que recuperarla. Y así con muchos”.
La federación italiana hizo foco en la preparación atlética. “Se levantó mucho el nivel de la preparación física. Es otro de los secretos. Se creó un sistema en el que, entre otros, Horacio Anselmi [experimentado preparador físico argentino] estuvo como responsable y nos ayudó muchísimo con el centro itinerante que en un momento tuvimos en la Argentina, donde vinimos con jugadores para hacer pretemporadas”, relata Infantino. Y apunta, detallista: “Se trató de ayudar a cada jugador. Por ejemplo, a los jugadores que estaban más retrasados en el ranking, hasta el puesto 500, se los invitaba al centro, se les pagaba la comida y el alojamiento, y se los utilizaba como sparring de los juniors, hasta 16 años. También los ayudábamos con invitaciones para los Futures a cambio de esos entrenamientos que terminaron elevando el nivel de los más chicos. Intercambiábamos servicios por servicios. Se empezó a consolidar un sistema de unión y así se fueron consolidando los proyectos. Por ejemplo, cuando Berrettini ganó uno de sus primeros torneos juniors, en Salsomaggiore (en 2014), yo estaba ahí. Sinner jugó muy poco en juniors; fue a los profesionales directo. Musetti hizo un trabajo mixto, pero también respetamos las decisiones del entrenador, siempre y cuando siguiéramos trabajando juntos. Todo era mérito de los entrenadores privados y de la estrategia grupal de la federación”.
Otra decisión trascendente, sobre todo para la promoción del deporte de las raquetas, fue la creación de Super Tennis TV, una plataforma de la FIT durante las 24 horas del día. El canal comenzó las transmisiones en 2008 con la recreación de la conquista de la Davis 1976. Desde entonces, Super Tennis creció hasta convertirse en una de las emisoras deportivas más vistas de Italia. A través de la TV, la web y el teléfono móvil, transmite en directo más de ochenta torneos de los circuitos internacionales más importantes. “Fue una genialidad, porque todo el mundo empezó a ver tenis y gratis”, agrega Infantino.
Hoy, el círculo del tenis en Italia es toda una tentación. Para los jugadores y entrenadores nacidos en ese país, pero también para los extranjeros. Muchos de ellos se ven seducidos por los beneficios que otras federaciones no tienen o no pueden brindar, como la Asociación Argentina de Tenis. Un claro ejemplo de ello son el cordobés Franco Agamenone (29 años; 125° del ranking) y los hermanos geselinos Luciano Dardieri (20 años; 177°) y Vito (14 años; una gran promesa), que, apoyados con dinero, infraestructura e indumentaria, compiten bajo la bandera italiana. Como si no gozaran de suficiente influencia en el tour, el presidente de la ATP es italiano: Andrea Gaudenzi (18° en 1995).
“Este momento nos debe poner realmente orgullosos. Todos los jugadores son muy buenos y vienen otros detrás. Es un ambiente realmente saludable para el tenis en Italia. Nos divertimos cuando practicamos juntos. Nos ayudamos mutuamente a alcanzar nuestros objetivos y creo que esto es algo saludable para el tenis”, celebra el romano Berrettini. A la mayoría los une la identidad e invierten la mayor parte de su tiempo en la federación, sin distracciones.
Filippo Volandri, 25° de singles en 2007, es el capitán del equipo de la Copa Davis desde enero de 2021, en reemplazo de Barazzutti, que estuvo en el cargo en forma continua desde 2001. El equipo de la Billie Jean King Cup (ex Fed Cup) lo conduce Tathiana Garbin (22° en 2007). Y también Paolo Lorenzi (33° en 2017) está involucrado en el trabajo de la federación.
Además de la conquista de la Ensaladera hace 46 años, Italia fue subcampeón en esa competencia en seis ocasiones. Pietrangeli es el tenista que más partidos de Copa Davis jugó (164). En la ex Fed Cup, las azzurri ganaron el trofeo cuatro veces (2006, 2009, 2010 y 2013). En el aspecto individual, Francesca Schiavone fue la primera italiana en ganar un Grand Slam (Roland Garros 2010), imitada cinco años después por Flavia Pennetta (US Open 2015, venciendo en la final a su compatriota Roberta Vinci). Hazañas, postales y registros que enaltecen un tenis italiano que hoy vuelve a dar espectáculo y que es, sin dudas, la envidia (y el ejemplo a imitar) de casi todas las federaciones mundiales.
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