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Tomás Etcheverry, a toda velocidad antes del debut en la Copa Davis: “Para dar el salto sumé agresividad y saqué malos pensamientos que tenía”
En su primera temporada en la elite, el platense de 24 años se convirtió en top 30, alcanzó los cuartos de final de Roland Garros y fue citado por primera vez al equipo nacional
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“No pensé que iba a ser tan rápido…, esa es la realidad”.
Tomás Martín Etcheverry era 79° del ranking mundial en diciembre pasado cuando emprendió la pretemporada con un nuevo coach (Wally Grinóvero) y un objetivo desafiante: transformarse en un jugador mucho más agresivo y alcanzar el top 50. Y todo se le dio con rapidez al jugador de casi dos metros (1,96m). Hoy, el platense es 35° de la ATP (fue 30° en junio pasado) luego de obtener avances muy valiosos en el circuito, siendo dos veces finalista (en Santiago de Chile y en Houston) y cuartofinalista en Roland Garros.
Pero la temporada lo sigue premiando. A los 24 años, debutará en el equipo argentino de Copa Davis. Destacado en las distintas categorías menores, es como que el platense se fue preparando para este momento, para la citación de la “máxima división”. El sábado y domingo, en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, el equipo capitaneado por Guillermo Coria se medirá con Lituania, por el repechaje del Grupo Mundial I: el vencedor obtendrá un lugar en los Qualifiers 2024, la instancia previa a la fase de grupos de las Finales; el perdedor, asimismo, descenderá a la zona regional. Y Tommy se convertirá -probablemente, el segundo día de acción- en el jugador N° 89 en debutar en el conjunto nacional.
“Se va acercando el día de la serie y tengo cosquilleos. Pero estamos trabajando muy fuerte, con mucho compromiso”, le dice Etcheverry a LA NACION. Y rememora, recorriendo los mágicos pasillos del BALTC, rumbo a la producción fotográfica: “De todas las etapas que me tocaron transitar desde joven hubo muchas representando al país y, de cierta manera, me programaron para este momento. Desde chiquito anhelaba estar con el equipo mayor, así que este es un gran sueño cumplido”.
-Jugaste la versión junior de la Davis en 2015, en Madrid.
-Sí. Fue la primera competencia que se hizo en la Caja Mágica y este año pude volver a jugar el torneo que se hace ahí, el Masters 1000, y tuve muchos recuerdos. Representar al país fue algo único. Formar parte de un equipo es algo a lo que no estamos acostumbrados y eso lo hace todavía más lindo. Aquella vez fui como singlista número 1; también estaban Camilo Ugo Carabelli y Santiago Rodríguez Taverna. Salimos quintos. Era la categoría 1999 y había rivales muy fuertes. Yo jugué contra el australiano (Alex) De Miñaur. En Canadá estaban Shapovalov y Auger-Aliassime. En Alemania estaba Nicola Kuhn, que era muy bueno. Después vas creciendo y viendo cómo evolucionan todos.
-Hiciste todo el camino porque luego, también en la Copa Davis, ya tuviste experiencias como sparring del primer equipo.
-Sí; dos veces. La primera en 2015, contra Serbia, en Tecnópolis, con (Daniel) Orsanic como capitán. Y la última el año pasado, ya con Coria como capitán, contra la República Checa. Es buenísima la experiencia porque vas formando parte del equipo, te vas sintiendo parte.
-Ahora te toca llegar a la Davis como protagonista junto con otros singlistas de tu generación: Francisco Cerúndolo y Sebastián Báez. ¿Es especial?
-Sí. En estos días pensaba en eso. Fran, Seba y yo estamos jugando juntos desde los 9 años. Crecimos y soñamos con jugar al tenis profesional y, algún día, formar parte del equipo. Siempre compartimos los torneos G1, G2, G3, Nacionales, Sudamericanos… Fran es del ‘98, yo del ‘99 y Seba del 2000, todas camadas que en su momento fueron fuertes. Nos conocemos muchísimo.
-¿En qué trabajaste para dar el salto como jugador?
-En ser un mucho más agresivo y cambiar pensamientos malos que tenía, que no me llevaban a ningún lado. No pensé que iba a ser tan rápido, esa es la realidad. Lo bueno es que me entregué a esa manera que mi nuevo entrenador me proponía y todo se dio muy rápido. Wally me decía que le diera seis meses para jugar de una determinada manera y que en ese tiempo iba a notar el cambio en el ranking..., y así fue. Después de seis meses me encontré 30 del mundo. Ahora las metas van cambiando. Fue un año excelente y, encima, estos son los primeros ocho o nueve meses que compito en el más alto nivel, lo cual me tiene que ayudar a no frustrarme cuando no se dan los resultados.
-¿Cuál es tu primer recuerdo sobre la Davis?
-Hubo varias series a las que vine como hincha. Pero el partido que tengo en la memoria es el de Leo Mayer contra Joao Souza, el de las casi siete horas, en 2015. Yo justo estaba jugando un torneo junior en San Pablo y lo vimos rodeado de brasileños. Después tengo muchas imágenes de Nalbandian.
-¿Y en la final de 2016 contra Croacia, cuando la Argentina finalmente pudo ganar la Ensaladera…?
-Estaba en otro torneo junior. Vi el partido de Delpo contra Cilic y el último set del partido de Delbonis con Karlovic, porque estaba entrenando y lo iba siguiendo con el celular. Pero el de Del Potro fue terrible, ganando después de perder los dos primeros sets. Encima Juan Martín siempre fue uno de mis ídolos desde chico. Él y Novak (Djokovic). Pero Juan Martín siempre fue un referente, lo he intentado copiar mucho. Aprendía mucho viéndolo en sus partidos.
-¿Qué te genera volver a jugar en la cancha central del BALTC, la más emblemática del país?
-Emoción. Por ATP jugué varios partidos. A mí me gusta jugar con mucha gente, con el público a favor. Es un extra que me motiva. No es fácil: hubo momentos en los que me sentía con una mochila porque, quieras o no, vienen a verte familiares, amigos y uno, inconscientemente, quiere rendir bien para que ellos te vean así. Pero cuando empezás a entender que ellos están ahí porque te quieren y porque no hay muchos torneos para que te vean en el año, lo disfrutás más. He jugado en esta cancha desde junior y me gustaba. En un estadio tan grande te podés perder a la hora de tener referencias sobre los rincones. Siendo chico yo me daba cuenta de que algunos perdían la noción de dónde estaban parados, se iban muy atrás y, si lo sabías manejar, era una ventaja.
-¿Qué análisis hacés de la serie? Son amplios favoritos.
-El equipo está muy fuerte. Jugar de local es otra ventaja. Tenemos muchas cosas a favor. Pero esto es tenis, es deporte, todos los partidos hay que jugarlos y no hay que subestimar a nadie. Ya ha sucedido acá en otras series de Copa Davis en las que hubo sorpresas. La Davis es diferente a otro torneo: puede pasar cualquier cosa, más allá del ranking. La historia lo marca. Pero hay que estar listos y cada integrante del equipo está dando lo mejor en los entrenamientos.
-Tu entrenador te describió como un tenista de raza que vive para su profesión, que no escatima esfuerzo para intentar perfeccionarse. ¿Es así?
-Sí, me di cuenta de que amo todo lo que conlleva el tenis, que quizás es lo difícil. Cuatro horas por día jugando, el gimnasio, todo lo que no se ve por afuera…, yo lo disfruto. Y eso hace que el día a día sea más fácil. Los viajes también los disfruto. Por ahí termino el día, me voy a mi casa y en vez de desconectarme me pongo a ver tenis, cualquier torneo. Y lo hago porque me gusta, porque quiero seguir aprendiendo y ver qué puedo sacar de otros. Miro cualquier torneo, no necesariamente tiene que ser el US Open, que acaba de terminar. Quizás me pongo con algún partido viejo, de Sampras o de Agassi, me pongo a analizar cómo voleaban esos tipos.
-¿Alguien te lo aconsejó o lo hiciste por inquietud propia?
-Me lo han marcado desde chico. He tenido mentores y entrenadores que me aconsejaron. Y, después, uno decide. Hay mucha gente que te dice cosas, esa es la realidad. Después cada uno evalúa qué le interesa. De Delpo admiraba la derecha, que para mí fue la mejor del circuito. Después seguí de cerca cada uno de sus regresos al tour tras las lesiones. Hubo un entrenamiento que compartimos con él, cuando yo era chico, y recuerdo cómo se ahogaba y seguía entrenando en ese estado. Y después me enseñó cómo superar el ahogo. Eso me fue marcando. Uno tiene que escuchar a esas personas todo el tiempo porque son de otro nivel, son extraterrestres y uno apunta a llegar a ese nivel.
Zhuhai (desde el 20/9), Pekín (28/9), el Masters 1000 de Shanghai (4/10), Tokio (16/10), Basilea o Viena (23/10) y el Masters 1000 de París-Bercy (30/10) serán los últimos seis torneos del calendario de Tomás Etcheverry en la temporada.
-¿Viste la última final del US Open?
-Sí, vi todo el segundo set y el tercero. Djokovic te abruma. Es como que no hace nada mal. Es completo, todo perfecto, te lo hace sentir cuando jugás contra él. No ves huecos. Decís: ‘¿Por dónde carajo le juego?’. Y no encontrás. Devuelve bien, el revés lo hace bien, sale profundo, con la derecha si le queda cómoda te tira el winner, el desplazamiento físico es increíble, el alcance es buenísimo, te puede jugar lento, te puede jugar rápido, tiene muchas variantes. Pero sobre todo a nivel mental es muy superior. Lo que me sorprende es el hambre que sigue teniendo con 36 años. Después de haber conseguido todo, tiene más hambre que cualquiera y eso es impresionante. Este año cumplí un sueño que tenía de chico jugando contra él [por la 2ª ronda de Roma, ganó el serbio por 7-6 (7-5) y 6-2] y lo pude hacer bastante bien. En pocos meses hice mucho, entonces me doy cuenta de que estoy preparado para estar ahí y seguir creciendo. Tengo mucha motivación para lo que viene.
-¿Qué objetivo te planteás hasta fin de año?
-Ser top 20. Apunto a eso. Sé que tengo que sacar varios puntos, pero estoy convencido de que lo voy a hacer.
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