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Taylor Townsend: la fanática del "saque y volea" que escapó del bullying y brilla en el US Open
Saque y volea. Siempre, indefectiblemente. ¿Es posible hacerlo en el tenis actual? Taylor Townsend se convirtió en una talibana de esta estrategia y lo demostró en el partido que le ganó a Simona Halep en la noche del jueves, por la segunda rueda del US Open. El estadio Arthur Ashe se sorprendió con esta norteamericana que alcanzó cifras ridículas en sus aproximaciones a la red: ganó 64 puntos de ¡106! merodeando ese sector de la cancha.
La zurda nacida en Chicago subió en todos sus puntos de saque –hasta en sus segundos servicios- y aprovechó para impulsarse hacia adelante cada vez que las pelotas de la rumana quedaban cortas o llegaban flojas. Siempre encontró el momento para volear y acortar los puntos –solo en el tercer set lo hizo 64 veces-, y terminó imponiéndose a la número 4 del mundo por 2-6, 6-3, 7-6 (4). Un espectáculo muy atractivo en el WTA Tour, acostumbrado a ofrecer la monotonía de pegadoras desde la base.
Llama la atención en ella su agilidad de piernas con un físico atípico para el circuito, de 1m70 y 77 kilos. Pero fundamentalmente, atrapa su intuición, lectura de juego y valentía para encarar cada encuentro, que recuerda el plan dentro del court de Martina Navratilova –otra zurda- y Jana Novotna. No se trata de comparar la calidad entre ellas, pero sí su predisposición para visitar la red constantemente, como supieron hacer también John McEnroe, Stefan Edberg, Fabrice Santoro y tantos otros entre los varones. El show está garantizado con Townsend, más allá de lo que indica su 116° puesto en el ranking mundial.
Sobre su predilección por la vieja escuela, la jugadora de 23 años apuntaba: "Eso es definitivamente una parte de mi juego, y sabía que no iba a vencer a Halep desde la línea de fondo. Así que tuve que hacer algo que me otorgara una ventaja y me terminó dando energía: grité a mi entrenador por todos esos sprints". Sembró su optimismo en el escenario principal de Flushing Meadows: "Me dije que era mi oportunidad, que había una chance ante Simona, y fui por ella. No tenía nada que perder".
El mérito adicional de Townsend, en su quinta participación en el US Open, es que viene de batallar en los tres partidos de la qualy hasta su acceso al cuadro principal, pero su lucha a lo largo de su carrera fue –y sigue siendo- la discriminación que sufre por su peso, un estigma que ya padecía a los 18 años, cuando en 2014 llegó a la tercera rueda de Roland Garros. Entonces traía el antecedente de ser la mejor junior del mundo, pero su cuerpo robusto era igualmente motivo de burla en foros de tenis y en las redes sociales.
"Fue un largo camino", suspiró entre lágrimas después de su victoria ante Halep, recordando todos los malos tragos de parte de anónimos que hirieron su autoestima. "Muchos odiadores, gente que no sabía quién era. Durante mucho tiempo escuché que nunca lo lograría, que no sería capaz de trascender y que hiciera esto o lo otro. Pero gracias a mi familia y a mi coach, que me conocen desde siempre, pude tener el control de todo, ser yo misma, creer en mí sin importar cualquier situación y estar con los pies sobre la tierra. Podés ganar o perder, pero sos vos".
This is why they play [R]@TaylorTownsend | #USOpenpic.twitter.com/D3NodiEtgv&— US Open Tennis (@usopen) August 30, 2019
Las oscilaciones en su carrera no fueron casuales: en 2014 había alcanzado el 102° del ranking, pero al año siguiente trastabilló al 304 puesto; un abrupto descenso desde la participación en torneos de Grand Slam hasta las silenciosas inscripciones en Futures. Lidió siempre con el fantasma del bullying virtual, esa amenaza fantasma que durante mucho tiempo la sacó de foco: "Me tomé un año y medio sabático en las redes sociales; estaba cansada. Luego volví a ellas más madura, más confiada en mí, como diciendo: ¿Cuándo me encuentro con estas personas? Nunca. Ahí tomé conciencia de que las cosas que dicen de mí no me importan, solo me interesa lo mío y cómo me sentiré en la cancha".
Esa resiliencia para escapar del acoso de la web se reflejó en sus avances: a fines de 2017 quebró la barrera del top 100 y trepó hasta el 94° lugar, gracias a tres victorias en las cinco finales de Futures que disputó entonces. Ya en julio del año pasado fue capaz de llegar al 61° escalón, hasta hoy su mejor ranking. Ahora, acelera con su envión en el US Open, donde en la tercera rueda se le interpondrá otra rumana: Sorana Cirstea (106°). Una nueva oportunidad para divertir y divertirse yendo a la red, como para volver a aliarse con su talento y desalentar cualquier tipo de ataques y cuestionamientos externos.
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