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Serena Williams: un estreno bajo las luces de Nueva York en una noche de gala y un retiro que puede esperar
La ex número 1 del mundo se presentó con una victoria sobre la montenegrina Kovinic
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NUEVA YORK - Una noche inolvidable, de aquellas que sólo puede regalar el US Open, con el imponente Arthur Ashe repleto, engalanado con todas sus luces para el -hipotético- último baile de una de sus grandes estrellas, la que más veces festejó en este escenario: Serena Williams. Fue una de esas jornadas en las que todos querían estar allí, y despedir a quien es considerada una de las mejores tenistas de la historia, y al menos, la más destacada en este siglo.
La ex número 1 del mundo, como ya lo había anunciado hacía unas semanas, decidió decirle adiós al mundo de las raquetas, ese planeta que gobernó con potencia y carisma y en el que entretuvo a millones de fanáticos por casi un cuarto de siglo. Casi a los 41 años, Serena ensaya el adiós. Pero el retiro aún puede esperar: al menos en la noche del lunes, se dio el gusto de ganar en su estreno a la montenegrina Danka Kovinic por 6-3 y 6-3, en una hora y 40 minutos de juego.
A Kovinic, 80° del ranking mundial, desconocida para muchos, le tocaba ese papel ingrato de ser la “villana” de turno, el de quizá ser la encargada de despedir a una leyenda del deporte; una situación por la que hace diez años, también aquí, atravesó Juan Martín del Potro, cuando eliminó en su último partido a otro ex número 1 como Andy Roddick. Kovinic, de 27 años fue la elegida por el sorteo previo como rival para la primera rueda de ese desafío tan difícil desde lo emocional. ¿Cómo enfrentarse a una figura que marcó el tenis en su último torneo? ¿Cómo enfrentarse con una multitud que rugía con cada punto favorable a la estadounidense y se apagaba en los tramos adversos de Serena?
Desde que Serena dio a entender que Nueva York sería el escenario de su último torneo, las ventas de entradas se dispararon. Ni hablar cuando se confirmó el día y horario del encuentro. Más de 23.000 espectadores en las tribunas del estadio de tenis más grande del mundo, entre ellos el expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton; Mike Tyson y el actor Hugh Jakcman. Otra multitud afuera, siguiendo el cotejo en las pantallas gigantes. Serena entró con un look de fiesta, acorde a una noche de gala, concentrada como pudo; en uno de los palcos, la acompañaba toda su familia, incluido su esposo, el empresario Alexis Ohanian, y la pequeña Olympia, su hija, que lució trenzas con apliques blancos, como cuando su madre ganó en Flushing Meadows 1999, teniendo apenas 17 años.
La expectativa fue tan grande que el US Open, último major de la temporada, estableció un récord histórico de asistencia en sesiones nocturnas de los días de apertura, con 29.402 espectadores. La asistencia total de la jornada fue de 71.332 personas. Un movimiento impresionante de gente.
En el juego, como podía esperarse, abundaron los nervios, la ansiedad. Aparecieron las imprecisiones, los errores no forzados, las dobles faltas. Con un poco más de compostura, más habituada a los grandes escenarios, Serena saca adelante el primer set por 6-3 en 55 minutos.
El match-point
Entonces, a pesar de las dudas, de los temores, Williams vio un lugar para ir más allá, Y, más concentrada, se llevó el partido en sets corridos. Para extender la despedida. No, el adiós no iba a ser en la noche del lunes. Será otro día. El retiro de la reina del tenis puede esperar. Llegará cuando los duendes del tenis lo dispongan. No antes. La escritora Gayle King, que iba a ensayar un discurso sobre el adiós, cambió los papeles sobre la marcha en medio del estadio.
Llegó también Billie Jean King, nada menos: la mujer que le da nombre al inmenso complejo de Alto Rendimiento de la federación estadounidense de tenis (USTA) y sede del Grand Slam neoyorquino, que saludó su aporte a la igualdad racial y a la diversidad -Billie Jean ha sido desde su época de jugadora una militante de las causas sociales-, para luego dar paso a un video de agradecimiento. Una fiesta que, acaso, estaba más preparada para una derrota. Pero, se sabe, desde aquellos primeros años en las canchas públicas de Compton, en California, Serena Williams se acostumbró a luchar siempre, hasta el último punto, hasta que el tanque quede vacío de comsbutible. Eso no sucedió el lunes.
Las figuras en la noche de Nueva York
“Gracias. No esperaba nada de esto. Ustedes saben, creo que debo hacer lo mejor cada vez que pueda. Siento que juego muy bien en esta cancha, y dejarlo todo delante de ustedes [el público]. Es difícil de explicar [lo del retiro]. Cuando una está acostumbrada a tantas cosas, es difícil dejar de hacerlo. Y sigo amando este deporte. Pero hay un momento, una familia, está Olympia... Tengo mi compañía, mis emprendimientos, tengo que dedicar más tiempo a mi casa, mi parte espiritual. Pero voy a seguir siendo como soy”, contó Williams en una improvisada entrevista. “No importa lo que hagas, las barreras que veas, me gustaría que la gente se inspirara en mi historia, en esa chica de California”, destacó sobre lo que considera como su legado.
El homenaje para Serena
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