Roger Federer y Novak Djokovic apabullaron a sus rivales y definirán el US Open

NUEVA YORK.– Roger Federer cautiva en cada partido. Sus movimientos en el court son artísticos, por momentos una obra de arte. Al margen de las posiciones en el ranking, no existe tenista en el circuito que logre emular su técnica. Hoy, al margen de haberlo ganado todo y de ser el único tenista de su generación que sigue compitiendo en la elite, el suizo le añade al juego agilidad, pimienta, agresividad y coraje, lo que representa un combo irresistible. Seis temporadas después, Federer alcanzó la final del US Open tras vencer a su compatriota Stan Wawrinka (5°) por 6-4, 6-3 y 6-1, en una hora y 32 minutos de una noche de alto vuelo. Así, el helvético y Novak Djokovic, que más temprano en el Arthur Ashe le había propinado una paliza (6-0, 6-1 y 6-2, en 1h25m) al croata y campeón defensor, Marin Cilic, definirán mañana el último Grand Slam del año. Será el duelo número 42 entre ambos (Federer se impone 21-20) y el sexto del año, de los que Nole ganó tres, aunque el último, todavía latente, fue la final de Cincinnati, en la que Federer se consagró y comenzó con los ataques permanentes a la red en los segundos servicios de los rivales. Una jugada que repitió en Nueva York.

"Roger es el mejor que he visto en mucho tiempo, sin dudas", dijo Wawrinka, admirado. Federer llegó a su 27ª final de Grand Slam, con un récord de 17-9. No gana un grande desde Wimbledon 2012, pero sus actuaciones son tan brillantes que invitan a pensar que un nuevo hito puede estar cerca. Es más, llegó a la final con suma autoridad, sin perder sets en todo el torneo, algo que ni el propio Djokovic pudo, cediendo parciales ante Roberto Bautista Agut y Feliciano López. Claro que Djokovic también tiene sus muy buenos méritos para soñar. Es más, ante Cilic, un jugador que había encontrado el ritmo en el cemento neoyorquino, consiguió el resultado más desequilibrante de una semifinal de la Era Abierta en los grandes torneos desde que el australiano Lleyton Hewitt venció al ruso Yevgeny Kafelnikov en el US Open 2001 por 6-1, 6-2, 6-1.

Djokovic (28 años) es el líder del ranking, pero es indiscutible que Federer, el número 2 del tour, es quien se gana los mayores aplausos por lo que propone y demuestra. El cambio de raqueta y el vínculo con Stefan Edberg, otra leyenda como él, influyeron directamente en su juego. El suizo, a diferencia de lo que sucede actualmente con el español Rafael Nadal, se dio cuenta de que debía modificar algunas cuestiones de su juego –y de su grupo de trabajo– para no ser devorado por las nuevas generaciones. Lo hizo sin necesitar nada más para ser considerado uno de los deportistas más grandes de la historia, lo que habla todavía mejor de su hambre, de su actitud.

Este domingo, el Arthur Ashe, será escenario de un partido que promete ser extraordinario.

fc/av

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