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Rafael Nadal y Novak Djokovic, los mejores en tenis y en excusas: un show de mañas y frases estratégicas en Roland Garros
Rafael Nadal puede llegar a Roland Garros falto de competencia por la pandemia o por una lesión que no le ha permitido entrenarse como desea, pero en la cancha central de París, donde disputa la mayoría de sus partidos, y a cinco sets, para dejarlo tirado sobre la arena se necesita más que un "Matador" del otro lado. La historia marca que ya jugó 100 veces en el torneo y sólo dos oponentes (el sueco Robin Soderling, en 2009, y el serbio Novak Djokovic, en 2015) le ganaron raqueta en mano. Y otro (el español Marcel Granollers, en 2016) consiguió lo imposible por otra vía: por no presentación del mallorquín, a causa de una lesión. Nadal fue, es y será crack. ¿Necesita abrir el paraguas? En absoluto. ¿Por qué lo hace? Sólo él lo sabe.
Desde que llegó a la capital francesa para disputar su Grand Slam predilecto, ese que ganó 12 veces ya desde 2005, el españo fue un glosario de quejas. Primero atacó por el lado de las nuevas pelotas (marca Wilson, que reemplazaron a las Babolat), dejando entrever que perjudican su juego de efectos. Después, el tema fue la temperatura diferente a la que habitualmente hay en junio: más fresco el otoño que el verano, lo cual se siente al disputarse la competencia al aire libre. Y ya más en la intimidad, tampoco le cayó bien el cambio de hotel por protocolos sanitarios: lo sacaron del que habitualmente ocupa con su familia cerca de Champs Elysèes, en la calle Rue Jean Goujon, lo cual altera las cábalas (a las que es muy afecto), incluidos los lugares de cena de la comitiva. El certamen se puso en marcha y ya estamos en la antesala de las semifinales. ¿Cambió algo sustancialmente para Nadal? Hasta aquí ganó sus cinco partidos, no perdió sets y, en promedio, estuvo dos horas en la cancha en cada compromiso. Demoledor como siempre, aunque parezca más terrenal.
Tras vencer anteanoche al italiano Jannik Sinner, el español volvió a hacer referencia al frío, de que lo perjudica, y de los riesgos de terminar jugando a la 1.30 de la madrugada al aire libre. Argumentó que el tenis tiene muchos momentos de pausa, a diferencia de otras disciplinas (citó el fútbol como ejemplo) en las que se corre permanentemente. Y cuando habló sobre la semifinal del viernes que sostendrán con Diego Schwartzman, para sorpresa de muchos no se refirió a su mayor experiencia y éxitos en Grand Slams, sobre todo en París, sino que dijo que el argentino tiene una ventaja.
"Él parte con una ligera ventaja, porque me ganó la última vez. Las condiciones son un poco más favorables para su tipo de juego", sostuvo entre otras cosas. Como si necesitara "tirarle la presión" a su rival. ¿Cuáles son las condiciones respecto de la semifinal del Masters 1000 de Roma, donde se impuso el argentino? ¿El clima? En París hace frío (tal como él mismo repite desde hace dos semanas) y aquella noche italiana hubo un 80% de humedad, luego de una jornada cálida. Cualquiera, neófito o entendido en la materia, diría que después de jugar 5 horas con Dominic Thiem, uno de los mejores sobre polvo de ladrillo, el que quedó más gastado mental y físicamente fue Schwartzman. Menos Nadal.
Pero no es el único que apela al manual de la estrategia, a los artificios verbales o gestuales. Djokovic volvió a cruzarse con Pablo Carreño Busta, el español frente al cual lo descalificaron en el US Open por pegarle un pelotazo a una jueza de línea y qué significó su única derrota en el año. Nole triunfó ahora por 4-6, 6-2, 6-3 y 6-4 y avanzó a las semifinales, donde se cruzará con el griego Stefanos Tsitsipas (6°), verdugo del ruso Andrey Rublev (13°) por 7-5, 6-2 y 6-3. ¿Sólo hubo tenis? Para nada. Porque Djokovic acusó algunos problemas físicos y su oponente...no le creyó demasiado.
"Tuve problemas en el hombro y en el cuello. Estoy bien. A medida que el partido avanzaba mi cuerpo entró en calor y el dolor se atenuó. Eso me permitió jugar cada vez mejor", manifestó Djokovic, que pidió asistencia varias veces durante el partido. Carreño Busta fue irónico al mencionar la situación: "Cada vez que Djokovic está en aprietos hace eso, no me sorprende. Y la verdad es que es algo bueno esto que pasó en el partido: quiere decir que lo puse en aprietos. Lleva mucho tiempo haciendo eso, no sé si tiene algo crónico en el hombro, o es simplemente mental".
Nadal (35 años) busca en este Roland Garros su 20° Grand Slam para igualar al mítico Roger Federer (39), ausente por estar rehabilitándose de una operación de rodilla. Djokovic (34) está al acecho, con 17. Si se observa la edad de los tres y se repara en que el suizo cada vez tiene menos chances de obtener un torneo de los grandes, incluido Wimbledon, se entiende que el español y el serbio están jugando un mini torneo especial: ser los más ganadores de la historia. Juegan como pocos y también apelan a la psicológica (aunque no lo necesiten).
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