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Roland Garros: la historia de Facundo Bagnis y una victoria que recordará por siempre
En su debut en Grand Slams, el zurdo venció a Benneteau 18-16 en el quinto set, en 4h27m; de una generación que busca afirmarse, contó: "En la camada que viene no tenemos el talento que demostraron Nalbandian, Coria o Del Potro"
PARÍS.- Acaso Facundo Bagnis esperó desde siempre ese segundo, esa acción, esa volea que le puso fin a un partido. Que no fue como cualquier otro partido: fue el partido de su vida. A las 20.17 en la capital francesa, sobre el polvo de ladrillo de un escenario tan acostumbrado a momentos mágicos como la cancha 1, en ese recinto que se asemeja a una plaza de toros, Bagnis dio su última estocada y culminó su mejor faena. El zurdo de Armstrong se dejó caer sobre la tierra naranja; sobre su cuerpo cayó una ovación de pie, inmensa; Julien Benneteau, su vencido, cruzó la red para el saludo. Bagnis ensayó un saludo tímido a los aplausos, volvió a su banco, y como el reconocimiento continuaba, agradeció por segunda vez. Y entonces sí, se rindió a la emoción, al desahogo, a las lágrimas, al recuerdo del abuelo que ya no está desde hace un año, y que era uno de sus más fervientes seguidores ("él soñaba con verme en estos torneos, en mirarme en la televisión; seguramente estará orgulloso de mí").
Todas esas imágenes y todas las sensaciones acompañaron a Bagnis en un lunes que nunca olvidará. Porque Roland Garros es un escenario ideal para grandes instantes, y ayer, cuando caía la tarde en el Bois de Boulogne, el zurdo, de 24 años, que está 143º en el ranking mundial, que había entrado en el torneo tras remar una qualy durísima, celebró una victoria enorme, que tomó carácter épico a medida que avanzaban los puntos, hasta que la tensión alcanzó a todos en una definición a corazón abierto.
En el partido no podía creer que durara tanto, que fuera tan largo. De físico me sentía bárbaro; yo veía en el quinto set que Benneteau estaba cansado, pero no quería ponerme nervioso porque también sabía que el partido estaba parejo
En su debut absoluto en Grand Slams, en su primer partido a cinco sets, Bagnis le ganó a Benneteau por 6-1, 6-2, 1-6, 3-6 y 18-16, luego de 4 horas y 27 minutos de un partido que tuvo sus condimentos técnicos y tácticos, pero gobernado por la emoción, en una puja tremenda entre la experiencia del francés, un jugador de 32 años, que está casi cien puestos por encima del argentino (45º) y con 42 Grand Slams a cuestas, y la ilusión de un trabajador del circuito, acostumbrado a la modestia de los challengers.
"Soñaba con ganar el partido; anoche dormí rápido y tranquilo, pero la previa del partido fue más difícil por los nervios, por conocer el estadio, y obviamente no esperaba que haya tanta gente en la cancha. Después, en el partido no podía creer que durara tanto, que fuera tan largo. De físico me sentía bárbaro; yo veía en el quinto set que Benneteau estaba cansado, pero no quería ponerme nervioso porque también sabía que el partido estaba parejo. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, a veces no sabía cómo íbamos, sólo pensaba en ganarle el game, porque siempre estaba abajo en la cuenta. Fue una prueba que pude superar, porque hay que estar muy bien de la cabeza y de físico para ganar un partido tan largo", contó Bagnis unos minutos después del encuentro.
Surgió en Armstrong, un pueblo de 12.000 habitantes cercano a Rosario, donde es uno más y él lo siente como su cable a tierra. Bagnis es de la categoría 1990, es entrenado por Martín Vassallo Argüello, y desde hace seis años tiene como sponsor a la empresa Exxia Sports Management. Como otros, integrante de una generación a la que le toca cargar la mochila de suceder a la exitosa Legión. El zurdo, con momentos buenos y otros más complicados, trabajó y esperó su ocasión. Que llegó aquí y ahora, luego de varios días en París, porque fue uno de los primeros en llegar para prepararse y jugar la clasificación.
"Es muy difícil. La gente tiene que saber que en la camada que viene no tenemos el talento que demostraron Nalbandian, Coria o Del Potro; a nosotros nos toca lucharla desde abajo, y trabajar tanto como ellos, pero sin sus cualidades, y tratamos de hacer lo mejor posible. En mi caso, pude disfrutar de un momento único en mi carrera, porque hay mucha gente detrás de mí trabajando. Se dio a los 24 años, y mi idea era que este momento llegara antes, pero era un sueño que tenía, y espero cosechar otros momentos como éste. Las veces que jugué contra este tipo de rivales no me sentí desbordado; sí hay una diferencia en la regularidad que ellos tienen y en que juegan partidos de este tipo todo el año, acostumbrados a esta intensidad; a nosotros nos falta meternos en estos torneos, llegar a su nivel, perder y ganar partidos, pero jugarlos en esta categoría; yo espero que sea una bisagra, porque ésta es una carrera corta y difícil. A esta generación le gustaría estar todo el tiempo dentro de estos torneos, entrar en el top 100 y pasar mucho tiempo en este nivel, pero nos falta para consolidarnos. Es el objetivo que tenemos, y trabajamos muy duro, y de a poco los resultados se dan, siempre con humildad".
Es muy difícil. La gente tiene que saber que en la camada que viene no tenemos el talento que demostraron Nalbandian, Coria o Del Potro; a nosotros nos toca lucharla desde abajo
El duelo en la cancha 1, ese lugar donde surgieron y cayeron gigantes, empezó más tarde de lo previsto por una jornada marcada por la lluvia. El resultado reflejó cómo fue el duelo: cambiante, con fuertes contrastes, con un Bagnis que arrasó en los dos primeros parciales, con mucha soltura y golpes de gran calidad; del otro lado, Benneteau miraba asombrado, sin entender de dónde había salido ese chico que lo vapuleaba en su casa con semejante desparpajo. Pero, falto de ritmo y de vivencias en cruces de largo plazo, el santafecino declinó en el tercero; el galo ?entró' en el partido y se llevó los otros dos sets; todo, dentro de un juego frenético, sin darse cuartel. Ya en el quinto, hubo otro segmento; más equilibrado, con menos intensidad, pero también con una búsqueda de mayor precisión; de un lado y del otro entendieron que, allí, ya no había margen para deslices. A esa altura, la cancha 1 reventaba; en un descanso, el público hizo la ola mexicana, y se volcó, como era lógico, hacia Benneteau, que a su vez pedía más aliento. El francés tuvo su chance: 11-10 y 30-40 con el saque de Bagnis, pero su devolución se fue larga por milímetros.
"Sólo pensé en meter el saque abierto, aunque era a su mejor tiro, pero tenía que confiar en mi arma". Un rato después, que pareció una eternidad, llegó la oportunidad para el argentino, y el zurdo la capturó. Poco después, en su primer match-point, se decidió: saque y red sobre el revés de Benneteau. "Ahí pensé que lo tenía que ir a ganar yo, pero subí con nada, porque el approach no fue bueno, y me había pasado muchas veces por ese lado. Pero valió la intención, esta vez salió bien". El 18-16 del último set igualó el récord de Mathieu a Isner (7-6, 4-6, 4-6, 6-3 y 18-16) en Roland Garros 2012, por la 2a rueda. En esa instancia, ahora a Bagnis le tocará medirse con Ernests Gulbis, un top 20 que viene de consagrarse campeón en Niza. Será otra momento, otras sensaciones. Aquí, en el torneo de sus sueños, Bagnis ya reescribió su propia historia
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