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Roger Federer reveló el momento en el que le confesó el retiro al entrenador Ivan Ljubicic
El croata contó cómo fue la dolorosa situación en el que la leyenda suiza lo llamó para decirle que había tomado la decisión más difícil de su carrera
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Ivan Ljubicic, como jugador, fue número 3 del mundo en 2006, ganó diez títulos (Indian Wells 2010, el más valioso) y aportó lo suyo en el equipo de Croacia para conquistar la Copa Davis de 2005. Ya retirado, también construyó una importante carrera como entrenador, primero con el canadiense Milos Raonic y, especialmente, con Roger Federer. Siendo su conductor, el suizo añadió tres títulos de Grand Slam a sus vitrinas. Ljubicic, además, fue el último coach que tuvo la leyenda helvética, que se retiró en septiembre del año pasado pero todavía su ausencia se nota y mucho en el circuito.
Avanzado el tiempo, se van conociendo más detalles sobre aquella dolorosa decisión de Federer tras una carrera mágica, de más de dos décadas, con veinte títulos de singles de Grand Slam. El propio Ljubicic, actualmente en funciones en la federación francesa de tenis, confesó lo difícil y conmovedor que fue le llamado de Federer para confirmarle que los maltrechos meniscos de la rodilla derecha ya no le permitirían competir en forma profesional y que había llegado el final.
“Fue una llamada telefónica. Pero no salió de la nada. Hacía algún tiempo que teníamos dudas sobre si alguna vez volvería. Pero era silencio. No sabía qué decir, sinceramente. Es difícil... Sentí su dolor. Sentí que no fue una llamada fácil para él, así que traté de consolarlo tanto como pude, pero también necesitaba consuelo, así que fue un momento difícil, muy difícil”, narró el balcánico en una entrevista con el sitio tennismajors.com. Y añadió, con melancolía sobre lo que iba a llegar: “Pero no fue una sorpresa. Todos sentimos que llegaría más temprano que tarde”.
Ljubicic recordó que el comienzo de la relación laboral no fue sencilla. “Fue duro porque en el segundo torneo se lesionó el menisco y la primera operación, que fue un golpe. Pero al mismo tiempo, mirando hacia atrás, tal vez fue una fortuna para nosotros tener tiempo para trabajar y conocernos aún mejor (...) Por supuesto, tuve momentos de incomodidad en los que la gente pensaba que me contrataron porque era su amigo y cosas así. Pero obviamente estaba feliz de que los resultados llegaran después de todo”, amplió el extenista de revés de una mano, un aspecto técnico que -claramente- le ayudó a Federer a perfeccionarlo en los últimos años de su carrera.
“La única forma de detenerlo era que el cuerpo no pudiera continuar”, sentenció Ljubicic. “Creo que esa era la única forma de detenerse, sinceramente. No creo que haya otra manera. Su habilidad no disminuiría. Su estado físico tal vez, con el tiempo, sería un poco más lento, un poco esto, un poco aquello, pero su genio aún lo mantendría en la cima. Mirando hacia atrás, porque lo ama tanto (al tenis), no había forma de que tomara la decisión de dejar de jugar porque, no sé, ‘no quiero jugar más’. Eso nunca sucedería”, confesó el croata sobre Federer, un hombre que dejó un legado inigualable por más que Novak Djokovic y Rafael Nadal lo hayan dejado atrás en algunos rubros estadísticos.
En julio pasado, en Wimbledon, Federer regresó al sitio en el que se desempeñó como nadie e hizo erizar la piel de los presentes en el court central del All England. El suizo, probablemente el mejor embajador de la historia del tenis y uno de los artistas más elegantes, regresó al grande británico, donde fue ocho veces campeón, una cifra inédita. El torneo más prestigioso del circuito lo invitó al Royal Box y Federer, acompañado por muchos de sus familiares más cercanos, recibió una ovación inolvidable que tronó todavía más fuerte en el lugar ya que la acústica se potenció debido a que el techo retráctil estaba cerrado por la lluvia.
Grandes tiros de Federer
“¡Señoras y señores, Roger Federer!”, anunció un locutor en el centre court y el ganador de veinte trofeos de Grand Slam, retirado oficialmente en septiembre del año pasado (en la Laver Cup), entró en la Catedral del tenis impecablemente vestido, con un traje beige, camisa a rayas y corbata. Miles de personas lo ovacionaron durante minutos. El gran Roger, emocionado, agradeció el gesto y se sentó junto a su esposa (Mirka Vavrinec) y a la princesa de Gales, Kate Middleton, que ya habían llegado antes para ver un pequeño video sobre las hazañas del suizo en el césped londinense (también estaban sus padres, Robert y Lynette Durand). Tras el homenaje, fue el momento del partido: entraron en la cancha para jugar la vigente campeona, Elena Rybakina, y la estadounidense Shelby Rogers (la kazaja se terminó imponiendo por 4-6, 6-1 y 6-2, en una hora y 43 minutos). Más tarde, Federer volvió al palco real para ver el partido de Andy Murray ante Ryan Peniston.
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