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Rafael Nadal en Roland Garros: la última utopía y un adiós con suspenso en París
El exnúmero 1 del mundo, dueño de 14 títulos en el abierto francés, encara una aventura con aroma a despedida, aunque se niega a bajar el telón
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“Todo concluye al fin, nada puede escapar/todo tiene un final, todo termina…” Los versos de “Presente”, aquella canción que Vox Dei entonaba hace varias décadas, se refieren al epílogo de una relación, y encajan con lo que sucede en este mayo francés marcado por un vínculo que parece empezar a bifurcar sus senderos, tras casi dos décadas de pasiones. Desde 2005, cuando era un chavalito de 18 años, Rafael Nadal unió su destino a Roland Garros, escenario en el que alzó 14 veces la Copa de los Mosqueteros, récord absoluto y quizás inalcanzable.
Será muy difícil que se repita el dominio semejante de un jugador en un mismo escenario. Para cualquier tenista, ganar una sola vez en la tierra batida parisina significa entrar en la historia por toda la complejidad que implica cruzar el Rubicón de esas dos semanas; cuánto más difícil es tomar dimensión de lo que significa ganarlo en tantas oportunidades.
Meses atrás, Rafael Nadal anunció que 2024 sería su última temporada como tenista profesional. Cumplirá 38 años el 3 de junio próximo. Ya se verá si lo celebrará en París, tal como lo hizo varias veces en las últimas dos décadas, en pleno torneo, o en su hogar de Manacor; dependerá de cuánto se extiende su estancia en la Ciudad Luz. El zurdo empieza a despedirse de un lugar en el que convirtió en costumbres su mordisco a la copa y la foto de rigor del campeón en los lugares emblemáticos de la capital francesa. Será en este abierto francés, o quizás en los Juegos Olímpicos, pero nada será igual. “Igual, dentro de un mes, o de cuatro días, os digo que ya no merece la pena, que se tiene que acabar. No lo sé”, dice Nadal sobre su retiro.
“Hay grandes opciones de que sea mi último Roland Garros”, comentó Rafa en una conferencia de prensa a sala repleta, en las entrañas del estadio Philippe Chatrier. “No puedo decirlo al 100 por ciento, nadie sabe qué puede pasar. No quiero cerrarme las puertas. Tengo motivos que me llevan a pensar que esta podría no ser la última vez que juegue en Roland Garros. Sigo amando jugar al tenis y hoy viajo acompañado por mi familia, una nueva experiencia que disfruto. He atravesado un largo proceso de recuperación. Ahora voy mejor que hace un mes. No quiero quedarme con la duda”, agregó.
De eso se trata, de un día a día, de escuchar a su trajinado cuerpo. En sus palabras hay una pizca de optimismo: “Estoy feliz haciendo lo que hago. He ido evolucionando bien y no me entreno con demasiados dolores. Esta semana estoy con menos limitaciones o con pocas limitaciones. Si eso se alarga en el tiempo, puedo entonces seguir siendo competitivo”. Pero, siempre realista, habla con cautela de sus posibilidades. “Internamente me siento mejor, en lo físico, todos los sentidos. ¿Si voy a ser lo suficientemente competitivo? Eso no lo puedo comentar en este momento”.
Por lo pronto, sus declaraciones obligaron a la organización a postergar el homenaje previsto a la leyenda. “Como pueden imaginar, teníamos algo planeado para él. Pero quiere dejar la puerta abierta, así que no lo presionaremos para que haga nada. Es su decisión si quiere tener una ceremonia adecuada o un adiós y una despedida adecuada. Así que no lo haremos este año”, contó la extenista y directora del abierto francés, Amélie Mauresmo.
Por primera vez Nadal no ha aparecido entre los cabezas de serie: su ubicación actual (276°) le permitió ingresar con ranking protegido por lesión, pero no lo ayudó a ser preclasificado y, por lo tanto, debió ir “a la bolsa” con la gran mayoría de los anotados. El sorteo le deparó un estreno imperdible, que al mismo puede ser el último episodio, contra Alexander Zverev, este lunes.
El alemán regresó al número 4 del mundo con la conquista del Masters 1000 de Roma, y llega en plena forma y con buenas sensaciones. Es, además, un cruce con historia: hace un par de años, el germano había llegado también en gran nivel a París, donde eliminó a Carlos Alcaraz, y en las semifinales le estaba dando una formidable batalla a Nadal, cuando una caída le produjo la rotura de tres ligamentos del tobillo derecho, lesión que lo dejó fuera del circuito por muchos meses. La fortuna dispuso que vuelvan a encontrarse ahora.
“En cierto modo, era de esperar esto. Cuando no eres un preclasificado, cualquier cosa puede suceder. Hay que aceptarlo, no queda otra. Nunca puedes decir si es buena o mala suerte. Claramente, no es el mejor sorteo, porque me toca jugar contra uno de los rivales más difíciles, que viene de ganar un Masters 1000 (en Roma), y no es algo menor lo que hizo. Pero es lo que toca, y tengo que estar preparado”, comentó Rafa sobre su explosivo duelo de primera ronda.
¿Qué dijo su próximo rival? “En mi opinión, voy a jugar contra el mejor Rafa Nadal. Eso es lo que espero que sea. Espero que esté en su mejor momento, que juegue el mejor tenis que haya jugado en mucho tiempo en esta cancha. Creo que va a ser el mejor Rafa Nadal, que estará en su mejor momento. Esa es mi mentalidad de cara a este partido”, respondió el campeón en Roma. Al mismo tiempo, aceptó: “Quería volver a jugar contra Rafa, porque no quería que mi último recuerdo jugando contra Nadal fuera el de salir de la cancha en silla de ruedas, como pasó hace dos años. Idealmente me hubiera gustado jugar contra él más adelante en el torneo, pero así son las cosas”.
La disposición en el cuadro prevé que, en el caso de que Nadal supere a Zverev, tenga posibles duelos en octavos de final contra Holger Rune, en cuartos frente a Daniil Medvedev, e hipotéticas semifinales contra Djokovic y final contra Alcaraz. Muy espinoso el sendero en busca de la 15ª coronación, aunque los antecedentes de Rafa en París imponen respeto.
“Me entrené con él el miércoles. Me encanta practicar con él, siempre pone mucha intensidad, tenemos entrenamientos muy buenos. Si las lesiones lo dejan tranquilo puede ser muy peligroso”, lo evaluó Stan Wawrinka, el suizo de 39 años y rival en varias ocasiones. El exnúmero 1 del mundo se ha entrenado con varios rivales, y a todos los venció en los ensayos. El sábado superó a Holger Rune en un estadio Suzanne Lenglen repleto.
Su foja en la terre battue asoma irrepetible. El récord de Nadal en Roland Garros es de 112 triunfos y apenas 3 derrotas. Sólo dos hombres pudieron vencerlo: Novak Djokovic, en los cuartos de final de 2015 y las semifinales de 2021, y Robin Soderling, en los octavos de 2009, sin incluir un retiro por no presentación en 2016, frente a Marcel Granollers. Llegó a 14 finales y las ganó todas. Algunas, por paliza, como aquel 6-1, 6-3 y 6-0 sobre Roger Federer, nada menos, en 2008, y mucho más cerca en el tiempo, en su última participación: Casper Ruud se rindió con un 6-3, 6-3 y 6-0, en 2022. Entre sus 112 éxitos, 13 fueron sobre rivales argentinos, con Diego Schwartzman como víctima habitual: al Peque lo superó en cuartos de final en 2018 y 2021, y en las semifinales de 2020. También cuenta, cómo no, aquel triunfo sobre Mariano Puerta en su primera final, en 2005, el Big Bang de un imperio único.
The King of Clay returns to Paris. 🎾
— NBC Sports (@NBCSports) May 24, 2024
Rafael Nadal's French Open journey begins on Sunday. #RolandGarros pic.twitter.com/SloeWRRryK
En la extensa relación entre Rafa y París hubo chisporroteos. Allá por 2012, un ‘guignol’ del Canal+ de la TV francesa mostraba a una marioneta muy parecida a la imagen de Nadal manejando una 4x4. Se detenía en una estación de servicio, donde bebía agua, y a continuación, se lo veía orinando dentro del tanque de nafta, para luego subirse al vehículo, que salía a toda velocidad por la ruta, antes de ser detenido por la policía de tránsito. “Los deportistas españoles no ganan por casualidad”, decía el mensaje al final del video. En el mismo programa, luego se lo veía al propio Nadal firmando autógrafos con una jeringa, en lugar de hacerlo con una lapicera. Una indirecta gravísima, lindante con el agravio. Años después, la revista satírica Charlie Hebdo publicó una portada con un tenista repleto de jeringas y con la mirada desorbitada sobre una cancha de polvo de ladrillo, aunque sin mencionarlo. Desde el lado francés la justificación siempre vino por su visión ácida del humor, muchas veces feroz, también utilizado contra personajes de su propio país.
Y hubo reconciliación, claro. Hace tres años, Roland Garros inauguró en su explanada una estatua de acero de Nadal, realizada por el artista español Jordi Diez, en la que se ve a Rafa impactar uno de sus clásicos impactos de drive, un golpe que cambió la historia del tenis. La efigie, imponente, no tardó en convertirse en uno de los centros de atracción que cada visitante elige para tomarse una ‘selfie’; otros posan en una foto de tamaño real del español, con un hueco en el que pueden poner sus propias cabezas.
El público, en los primeros años, se inclinó más hacia el lado de Roger Federer, pero desde hace un largo tiempo lo adora. El lunes pasado, cuando ingresó en el court central para su primer entrenamiento, casi en la noche parisina, miles de espectadores que habían acudido a los partidos de qualy se volcaron a las tribunas del estadio Chatrier para alentarlo y acompañarlo en esta última cruzada. Para más de una generación, el hombre de la vincha y el drive cargado de efecto ya forma parte del mobiliario en el Bois de Boulogne. Para muchos, Nadal es casi tan grande como el torneo, este certamen al que ató su destino y su gloria, en una suerte de Rafael Garros o Roland Nadal.
El manacorí llega con apenas 11 partidos en el año, con los octavos de final en el Masters 1000 de Madrid como mejor desempeño, lastrado en lo físico. En Roma, fue ampliamente superado por Hubert Hurkacz (6-1 y 6-3). “Fue un desastre”, aceptó sin vueltas. Muy distante asoma esa demolición sobre Ruud, en Roland Garros 2022, cuándo no, el último de sus 92 títulos. También es cierto que no ha jugado mucho desde entonces. A la dolencia crónica que arrastra en su pie izquierdo (el síndrome de Müller-Weiss, un problema degenerativo que afecta a uno de los huesos), se sumaron una lesión en el psoas ilíaco que lo dejó casi todo 2023 fuera de los courts, incluido Roland Garros, su primera ausencia desde 2004.
Es cierto que Rafa prolongó su carrera mucho más de lo imaginado, a despecho de la intensidad que le aplicó a su juego, por casi dos décadas en la elite del tour. Más aún: muchos esperaban, después de ganarle a Ruud hace dos años, que anunciara su retiro allí mismo, en la cima de París.
Ya se sabía que había jugado todo el torneo con el pie izquierdo infiltrado y reconoció: “Competí con el pie dormido. Con las inyecciones juego sin dolor, pero también sin sensaciones. Y no puedo seguir así”. Ahora, recordó su hazaña de hace dos temporadas: “Esa vez estaba mal del pie. Salí de Roma rengo, pero mi nivel de tenis era muy alto. Venía de ganar en Australia y Acapulco, y de hacer final en Indian Wells. Jugar muy bien ante los mejores es algo que tenía reciente. Ahora no es así. Entonces sí tenía más cerca el sentirme competitivo. Lo de ahora es muy diferente a lo de 2022″.
No fu la única vez que llegó herido a su Grand Slam preferido. En 2016, después de un triunfo sobre Facundo Bagnis, no se presentó a jugar en la tercera rueda contra su compatriota Marcel Granollers. “Tenía problemas en la muñeca. Jugué con la muñeca dormida y después del segundo día me rompí, no pude salir a jugar mi partido de tercera ronda. No me lo reproché entonces, porque cuando uno toma decisiones, hay consecuencias, y hay que convivir con ellas”, admitió luego.
Allí está el hombre de la estatua, admirado por miles, temido por sus rivales. A 19 años de su bautismo en la catedral de las canchas lentas, busca hacer historia una vez más. “Este lugar es mágico para mí”, asegura, con el ansia de brillar una vez más en el Bois de Boulogne. El aura de invencibilidad ya no lo acompaña, pero decir que se ve vulnerable es no conocerlo. “No importa en qué forma esté Rafa ni cómo se sienta. Cuando llega, especialmente sobre polvo de ladrillo, uno se asusta. Uno siente miedo todavía ante Rafa”, admitió Daniil Medvedev. Competitivo, listo para regar de intensidad los courts como siempre lo ha hecho, Nadal se prepara para este Roland Garros 2024 que, acaso, sea su última misión: “Estoy ilusionado y soy consciente de que es una utopía, pero si no tuviera un mínimo de esperanza de jugar bien, no estaría aquí”.
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