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Rafael Nadal, casi como una estrella de rock
El español se prepara para jugar el Argentina Open y su visita generó una expectativa enorme; oficialmente no actúa en Buenos Aires desde 2005; como siempre, derrochó calidez y humildad
Como una estrella de rock, es imposible que su presencia pase inadvertida. Aun cuando es un cultor de la humildad, Rafael Nadal atrae las miradas donde quiera que vaya. Su rueda de prensa, en un tradicional hotel de Retiro, contó con la presencia de dos representantes del Gobierno de la Ciudad, la vicejefa María Eugenia Vidal y el jefe de gabinete de ministros, Horacio Rodríguez Larreta. Por la tarde, su sesión de entrenamiento en la cancha 13 del Buenos Aires fue seguida por decenas de chicos que intentaron observar cada movimiento del zurdo de Manacor, de treparse a cualquier elemento que ayudara a superar la altura de las lonas dispuestas en los alambrados perimetrales y a los guardias de seguridad, para sacarle alguna foto con el celular, o simplemente para gritarle "genio", o "ídolo"; todo vale, incluso subirse a la última fila de la platea del court central y mirar, desde las alturas, los impactos del hombre que ganó nueve veces Roland Garros, que además cuenta con, al menos, un guardaespaldas que lo sigue a todos lados. Rafa es actualmente el número 4 del mundo, pero su ranking es simplemente una circunstancia; lo trascendente es su condición de leyenda viva, de jugador histórico que todavía está en la ruta.
Nadal ya está en Buenos Aires y su visita generó una expectativa inmensa, acrecentada luego de la frustración de hace doce meses, cuando la lesión en la espalda que sufrió en la final del Abierto de Australia le impidió tomar parte del ATP porteño . Entonces parecía imposible que volviera, pero los astros se realinearon: el Argentina Open se corrió dos semanas en el calendario, y el descenso de España en la Copa Davis cambiaron los planes de Nadal, que al no tener la obligación de jugar ahora por la Ensaladera eligió el lento polvo de ladrillo sudamericano en lugar del millonario cemento de Dubai. "Después de la lesión que tuve en las rodillas, intentamos jugar lo más posible en tierra. Además, llevo meses sin competir mucho, por lo cual jugar en polvo de ladrillo siempre es un poco más agradable para mi cuerpo y para mi tenis, es bueno para recuperar sensaciones, el juego me va un poco más natural. Por otro lado, cuando fallé el año pasado fue un momento complicado. Cuando tengo acordado ir a un torneo y por lesión no puedo estar, siempre es un momento muy desagradable, para mí y para el torneo, porque sé del esfuerzo con el que preparan las cosas para los jugadores; son situaciones en las que uno se queda mal, y a mí me ha pasado. Este año es verdad que cambió la ubicación de la semana de Buenos Aires, y que quizá para el torneo no era la mejor decisión, pero para mi calendario no era una mala opción, y además tenía el compromiso del año pasado; sin pensarlo, me apetecía venir, y además se lo debía al torneo", contó Rafa sobre su decisión de venir a estas tierras.
Es, por otra parte, un regreso singular. Porque estuvo por aquí a fines de 2013, en una exhibición que coincidió con el retiro de David Nalbandian. Pero, de manera oficial, Nadal no jugaba en Buenos Aires desde febrero de 2005, cuando era un 'chavalito' de 18 años. Esa vez, llegó a los cuartos de final, donde protagonizó un partido tremendo con Gastón Gaudio , con derrota por 0-6, 6-0 y 6-1; tres meses después, sería el sucesor del Gato como campeón en París, donde ganaría la primera de sus nueve coronas en el abierto francés. "Recuerdo que fue un partido extraño, sobre todo por el resultado; también que había un ambiente fantástico, que Gastón era el campeón vigente de Roland Garros; entiendo que yo jugué bien esa noche, pero en ese momento para mí era una tarea complicada desbordar a Gastón, porque era un rival muy seguro, y yo no tenía la forma de dañarle. Pero después de esa derrota yo empecé una racha de victorias muy importante para mi carrera, que fue el comienzo de todo lo que he sido; sinceramente, el recuerdo de aquel partido, de todo lo que pasó en la grada y en la pista, aunque perdí, fue positivo", rememoró Nadal.
Diez años después, nada es igual. Ante cada pregunta, Nadal se toma unos segundos para pensar, y comienza una respuesta que es una explicación detallada de situaciones y sensaciones. "Uno tiene diferentes fases en su carrera, y distintos sentimientos en cada una de ellas. Aquel 2005 era un año en el que todo era novedad para mí, todo era positivo; en 2015 estamos en una situación distinta. Evidentemente, lo que ha pasado en estos diez años han sido cosas positivas en su mayoría, por lo cual agradezco a la vida por todo lo que me ha permitido vivir. Pero también vengo aquí con una motivación distinta, porque tuve una época que no ha sido fácil. Tuve un 2013 fantástico y un 2014 en el que había empezado muy bien los primeros torneos, pero desde la final de Australia, en la que me lesioné la espalda, pasé una etapa complicada. Volví a mejorar mi nivel, pero me lesioné la muñeca después de Wimbledon, y luego estuvo la operación de apendicitis. Así que estos últimos siete meses han sido complicados para mi carrera, con muchos accidentes que me han impedido tener continuidad en el circuito y en los entrenamientos. Mi motivación es simple: quiero recuperar el tiempo que he perdido, y para ello sé que tengo que trabajar día a día, semana tras semana".
A esta altura, hasta podría sonar ridículo que Nadal estuviera falto de confianza. Pero lo concreto es que Rafa no es campeón de un torneo desde el abierto francés del año pasado, y en este año sufrió un inesperado tropiezo en Doha; perdió en Australia contra Berdych, un rival al que le había ganado siempre durante nueve años, y en Río cayó frente a Fognini luego de estar set arriba y con un break de ventaja. "Es verdad que perdí un partido que no debería haber perdido, que lo tenía más o menos controlado. Tuve calambres, que es algo que no he tenido casi nunca en mi carrera. Pero la semana pasada no fue negativa. Físicamente me noté un poco peor de lo que me habría gustado, pero desgraciadamente he tenido muchas interrupciones", cuenta. Esta semana cedió el tercer puesto del ranking a manos de Murray, pero el zurdo, acostumbrado a trabajar a largo plazo, mira más allá.
Nadal terminó la práctica después de dos horas, jugando casi en la oscuridad. Luego, antes de irse al vestuario, dejó el bolso en el piso y se acercó a la valla donde estaban los chicos esperándolo para firmar autógrafos. Y estampó recuerdos que seguramente serán inolvidables para esos chiquilines.
Hace diez años, en cierto modo, Buenos Aires fue un punto de inflexión en la vida y la carrera de Rafa. Esta vez, si los resultados y los rendimientos lo acompañan, el Argentina Open puede ser parte de la recuperación tan ansiada por Nadal.
MATS WILANDER, UN INVITADO ESPECIAL
El ATP porteño tiene un invitado especial: Mats Wilander , ex número 1 del mundo, desembarcó en Palermo como estrella de la cadena televisiva Eurosport, para la cual preparará notas especiales.
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