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La primera semifinal de Roland Garros terminó de la peor manera en el estadio Phillipe Chatrier entre Rafael Nadal y Alexander Zverev. El alemán tuvo que retirarse en silla de ruedas por una lesión en el tobillo derecho. Antes de ese triste e impensado final, los dos fueron protagonistas de una verdadera batalla deportiva. Es que muchas veces se dijo que a lo largo de la carrera del español nunca había que darlo por muerto en la cancha. Hasta no darle la mano en la red, ningún rival puede estar seguro de derrotarlo. Y Zverev puede dar fe de eso. Antes de la lesión, le ganaba 6-2 el tiebreak del primer set de manera muy cómoda. Sin embargo, lo terminó perdiendo de manera increíble.
La leyenda de Nadal se agiganta cuando está en apuros pero también es sabido que se divierte en el polvo de ladrillo. Un Nadal en estado puro, un hombre que está acostumbrado a resistir ante situaciones difíciles y no caer jamás en la frustración. No es su estilo, su estirpe ganadora forma parte de su ADN.
Hasta cuando parecía que el primer set estaba encaminado para el alemán, Nadal agarró de su caja de herramientas el coraje y la determinación que se necesita y las puso en practica. Sacó una pelota increíble que tenía destino de que Zverev se iba a llevar ese primer set.
El ganador de 13 Roland Garros recibió bien desde atrás el saque de Zverev con un revés a dos manos, a lo que el alemán respondió con un potente derechazo, de esos que exigen a Nadal, pero respondió con un tiro magnifico que hizo levantar a todos los espectadores. A partir de ahí, el partido entró en el terreno que Nadal quería: jugadas largas. Un match mental que lo lleva a Zverev a desgastarse jugada a jugada.
Nadal confirmó una vez más que está en un gran momento de forma física. Luego de estar 2-6 abajo, y con cuatro set-points abajo, el manacorí se repuso a fuerza de corazón, tiros increíbles y un revés paralelo que le da el punto final. El 10-8 el tie-break, que desempata un larguísimo primer set (una hora y 31 minutos).
Los dos jugadores mostraron un nivel altísimo, digno de una semifinal de Roland Garros. En esa paridad, la resiliencia del español se impuso al talento del alemán, que se retiró lleno de dolor por no poder continuar y abandonó el Phillipe Chatrier en silla de ruedas por una torcedura de tobillo.
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