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Pico Barboza: cien años vinculados al tenis, una enorme pasión
Ex presidente del BALTC, incorporó a Vilas a la primera división del club de Palermo y fue ejemplo de longevidad consagrándose campeón del mundo a los 87 años; ayer celebró con orgullo un siglo de vida
"Estábamos por almorzar y le veía cara de enojado y preocupado. Le pregunté qué le pasaba y no me decía nada. Hasta que en un momento dijo ?Me duele la rodilla, hoy no voy a jugar'. Seguimos comiendo, seguía con la misma cara y otra vez insistió, mascullando bronca ?¿Te parece que hoy no pueda jugar?'". La anécdota que cuenta Federico Barboza, el mayor de los tres hijos de Federico Pico Barboza, sirve para ilustrar el espíritu de un hombre apasionado por el tenis y ex presidente del Buenos Aires Lawn Tennis Club, que ayer celebró nada menos que 100 años. Claro, la charla no es de hace décadas, sino de hace unos pocos años, cuando Barboza todavía jugaba diariamente en el BALTC (o en las canchas bajo techo del San Juan Tennis Club cuando llovía). Con una vitalidad fenomenal, se convirtió en un ejemplo de longevidad en el deporte. Nacido en Buenos Aires, pero criado en Santa Fe, llegó a ser número 2 de esa provincia; a los 18 años regresó junto con su familia a Buenos Aires y se asoció al BALTC. Si bien no alcanzó resultados resonantes durante su juventud, sí los logró de "veterano", a partir de los 60. Porque fue campeón nacional y se mantuvo como número 1 en varias categorías.
Barboza encontró en el deporte de las raquetas una forma de vida, de conducta. En los courts conoció a su esposa, Gladys Weiss. Cosechó amistades y viajó por el mundo para divertirse y competir. Como cuando en 2003, a los 87 años, en Antalya, Turquía, se consagró campeón del mundo. Fue en la categoría +85 del 23er Campeonato Mundial de Veteranos de la Federación Internacional de Tenis (en el camino al título venció al estadounidense Albert Ritzenberg, por entonces N° 1). "Dios me bendijo el físico. Nunca tuve nada grave", agradeció Pico, luciendo su edad con orgullo. "Siempre tuvo una salud de hierro", añadió su hijo Federico. Cuidadoso en la alimentación, hasta hace unos años su único "desarreglo" era fumar dos cigarrillos por día, uno después de cada comida. Cuando cumplió 90, Barboza dejó de participar de los torneos organizados por la ITF y se transformó en un habitué de la Lurie World Cup, un certamen organizado por Bill Lurie, un empresario ya fallecido aficionado al tenis que construyó su fortuna con los combustibles en California, y que solventó durante varias temporadas en Palm Springs y San Diego un torneo internacional para la tercera edad que hasta la USTA (United States Tennis Association) le dio carácter oficial.
Admirador de Roger Federer, abogado de profesión y ex taquígrafo en la ONU y el Senado de la Nación, Barboza fue presidente del BALTC entre 1964 y 1969, antes de la conducción de Horacio Billoch Caride, todo un símbolo. Durante su gestión, el club de Palermo recibió a jugadores extranjeros en el histórico Campeonato del Río de La Plata. Los australianos Roy Emerson y Fred Stolle, algunos de ellos. Pero uno de sus mayores logros fue involucrar a Guillermo Vilas al club. En esa época, Barboza y su familia veraneaban en Mar del Plata y eran socios del club Náutico. Allí conoció a Guillermo y a su padre, José Roque Vilas. Maravillado por el talento de ese zurdo que no dejaba de pegarle a la pelotita y del que tanto le habían hablado el escribano Juan José Vásquez (ex titular de la Asociación Argentina de Tenis; alojaba a Vilas en su casa de Lomas de Zamora y lo llevaba a practicar al Temperley Lawn Tennis) y Asdrúbal Rodríguez (árbitro de los mejores torneos nacionales), Pico lo invitó a representar al BALTC en los Interclubes desde mediados de 1967. Así fue como cada viernes Vilas viajaba desde la localidad balnearia a la Ciudad de Buenos Aires y regresaba los domingos por la noche, luego de jugar en la primera división del BALTC. Es más, en el libro ?Quien soy y como juego' que El Gráfico publicó en 1976, el mejor tenista argentino de la historia mencionó a Barboza. Y anoche lo acompañó en el homenaje.
Afirman que Barboza, el mayor de tres hermanos (Alfredo, ya fallecido, y Julio, de 90 años y también ex presidente del BALTC) podría haber seguido jugando al tenis durante estos años. Pero por cuestiones físicas, Gladys, su mujer, ya no puede acompañarlo dentro de la cancha. Entonces, caballero, Pico decidió colgar la raqueta como un acto de amor y compañerismo, como el que tuvo durante sus 100 años con el tenis.
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