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Patricio Heras: el detrás de escena de un partido arreglado, el fin de la sanción y el polémico regreso
El tenista argentino, castigado en 2018 por manipular el score de un match y por no haber informado sobre otros intentos de soborno, quedó “liberado”; cómo vivió este período
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Hace casi seis años, el tenista argentino Patricio Heras cometió el mayor error de su carrera deportiva. Siendo 433° del mundo y, en alianza con una red de apostadores, aceptó amañar un partido propio: se dejó ganar en una primera ronda del Challenger de Barranquilla 2015 para ganar en forma clandestina, según le habían prometido perversamente en primera instancia, una cifra exorbitante para ese nivel, inclusive, de 5800 dólares más que el premio oficial destinado para el campeón del certamen.
En aquel match jugado el 8 de septiembre de 2015, Heras perdió, en 1h24m, por 7-6 (8-6) y 6-0 frente a un compatriota, Facundo Mena, que era 392° y estaba ajeno a la situación. El partido, según se conoció con el tiempo, generó un movimiento exagerado e inusual en diversas casas de apuestas (se habló de casi medio millón de dólares), acción que de inmediato generó la alerta en la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA; en aquel momento llamada Unidad de Integridad del Tenis, TIU) a través de los convenios confidenciales que posee con la industria regulada de las apuestas.
Desde aquel torneo en Colombia, sin que Heras fuera consciente de lo que ya sucedía a su espalda, el organismo con sede en Londres y creado para intentar combatir la corrupción en el tenis, dio los primeros pasos hacia una investigación. Un edema óseo en el antebrazo izquierdo que acarreaba desde antes del partido en Barranquilla alejó a Heras durante varias semanas de los courts. Volvió a jugar el sábado 7 de noviembre, en la 1ª ronda de la clasificación en el Challenger de Buenos Aires, en Saavedra (perdió ante Ryusei Makiguchi, de Japón, por 6-4 y 6-3). El domingo 8, Dee Bain, investigadora de la TIU, contactó a Heras, le informó que se encontraba en Buenos Aires y que quería hablar con él ya que estaban poniendo la lupa en uno de sus partidos. Lo citó en el Ramada Hotel, en Vicente López. Y se encontraron ese mismo día.
Heras fue sin compañía, sin abogados, lo interrogaron durante dos horas y le solicitaron el teléfono celular para conectarlo en una computadora y tratar de buscar información. En esa primera declaración con oficiales de la TIU, Heras rechazó que el partido ante Mena estuviera arreglado, aunque reconoció que había tenido contacto con los apostadores pero que no lo había reportado, como obliga el reglamento que los propios jugadores firman cada temporada.
Fue el inicio de un proceso legal que duró mucho tiempo, tuvo distintas etapas espinosas (pedidos de datos de tarjetas de crédito y registro de llamadas, incluidos) y hasta involucró a otros tenistas con distintas responsabilidades. El 3 de septiembre de 2018 la TIU anunció una suspensión de tres años para Heras (era por cinco, pero se la redujeron asumiendo que no cometería nuevas infracciones) y una multa de 25.000 dólares por manipular el resultado del partido en Barranquilla y por no haber informado sobre otros intentos de soborno durante agosto y septiembre de 2015. Hoy, 27 de julio de 2021, la sanción llegó a su fin y, tras haber acordado un plan de pago de la multa con la actual ITIA, Heras (32 años) está liberado para jugar y para entrar en los torneos como entrenador.
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Heras nació en Río Cuarto, Córdoba, el 21 de enero de 1989. De padre arquitecto y madre maestra jardinera. Se formó en un colegio privado de la zona, haciendo doble escolaridad. Recién se mudó a Buenos Aires a los 18 años, donde hizo el último año del secundario. A diferencia de otros chicos, nunca abandonó el colegio por el entrenamiento. Mientras los de su camada jugaban clasificaciones de Futures (tercera categoría profesional del tenis) o Top Serv, él competía en Nacionales. Su inserción en los torneos fue un poco más lenta. Al terminar el colegio, empezó a entrenarse en forma más profesional y sacó su primer punto de la ATP en septiembre de 2008, en un Future de Tarija, Bolivia, al vencer al peruano Sergio Galdós en la primera ronda.
Con el tiempo, Heras se convirtió en un jugador exitoso en los Futures (obtuvo 13 títulos individuales -entre 2011 y 2018- y 20 en dobles; y hasta le ganó a Diego Schwartzman en 2011), pero se estancó allí, sin poder afianzarse en el circuito Challenger ni mucho menos dar el salto al ATP Tour (no disputó partidos en la máxima categoría). Todavía hoy, entre sus allegados, se cuestiona por qué no se aventuró más en los Challegers en vez de quedarse en su zona de confort. Su mejor ranking individual fue 269° en 2013 y, según los registros oficiales de la ATP, ganó US$ 109.686 en premios (una cifra que no es tal ya que no se cuentan las retenciones por impuestos). Es decir que, siendo profesional de la raqueta, perteneció a un nivel de jugadores a los que no les sobró nada, mucho menos siendo sudamericano, con las limitaciones que padecen ante los europeos o norteamericanos. Claro que nada de ello justifica haber aceptado un soborno, ir en contra del fair play.
Sabiendo que hay casos de jugadores que ocultan haber amañado partidos (en el mundo del tenis casi todos se conocen), en su momento, la ex TIU comunicó que la sanción a Heras se basó en la evidencia que reunió. Algo similar pasó con el bonaerense Nicolás Kicker, que el 19 de junio de 2018 fue suspendido por tres años (la pena era de seis, pero se redujo la mitad) y multado con US$ 25.000 por arreglar un partido en el Challenger de Padua (Italia), en junio de 2015, y otro en Barranquilla, en el mismo torneo en el que lo hizo Heras y con los mismos apostadores. En marzo de 2020 a Kicker le achicaron el castigo a dos años y ocho meses; volvió a jugar en febrero pasado y hoy es 314°. También en junio de 2018, el rosarino Federico Coria (actual 64°) fue sancionado: lo suspendieron por ocho meses y lo multaron con US$ 10.000 (reducido a dos meses y a US$ 5000) por no reportar “enfoques corruptos” y no colaborar con una investigación de la ex TIU, según la versión oficial.
Los tres casos, más la confesión de Trungelliti en LA NACION en febrero de 2019, que contó haber rechazado un intento de soborno, marcaron una huella en el circuito. Claro que es una enfermedad que está lejos de tener cura, mucho menos en tiempos de necesidades (la pandemia generó mayores obstáculos en el tour, especialmente en los ex Futures).
Este año otros dos tenistas argentinos fueron sancionados. En abril pasado, el santacruceño Franco Feitt (920° en 2020) fue suspendido de por vida del circuito después de “admitir múltiples casos de arreglo de partidos entre 2014 y 2018”. Y, en mayo, el chascomusense Nicolás Arreche (567° en 2020) fue suspendido provisionalmente de “todo el tenis profesional” a la “espera de la consideración completa de los cargos en su contra”, ya que se lo relaciona con una investigación en curso por parte de la ITIA.
Durante los tres años sin poder competir, Heras atravesó por distintas etapas emocionales. Sintió angustia, rabia, indignación, arrepentimiento, calma. Se enojó con él mismo por haber flaqueado ante los apostadores en un momento de vulnerabilidad; aprendió que aquel paso en falso no había valido la pena. Se sintió señalado. También se molestó con el sistema y la desigualdad en el reparto de los premios. Masculló bronca, por lo bajo, porque entendió -según supo LA NACION- que con otros jugadores que habían actuado igual o peor que él, la ex TIU y otras entidades fueron más tolerables debido a un supuesto peso de influencias. Tras algunas semanas sin querer salir de su habitación al conocerse la sanción, Heras se puso a dar clases de tenis en Zona Norte durante un período, hasta que se sumó a la academia de alto rendimiento del Racket Club, en Palermo, donde trabaja con distintos jugadores y entrenadores como Kevin Konfederak (uno de los coach de Guido Pella), Nicolás Pastor y Makiguchi.
Los jugadores que no pagan la multa o no acuerdan un calendario de pagos con la ITIA pueden permanecer suspendidos, inclusive, después de que haya pasado la sanción. No es el caso de Heras, ya que hace aproximadamente un mes acordó un plan que le da cierto oxígeno, según les comentó a sus allegados. De los 26.000 dólares que debe desembolsar ante la ITIA (NdR: se sumaron US$ 1000 por los gastos de la apelación ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo que fue desestimada, en octubre de 2019), ya abonó cinco mil dólares iniciales que sirvieron para, de cierta manera, iniciar el trato. Y, desde ahora, tendrá que pagar una cuota por semestre de 3333 dólares cada una hasta 2023 (en una de ellas tiene que sumar los mil dólares extra).
Heras confesó, entre sus íntimos, que todavía le “pica el bichito” de volver a jugar en el circuito profesional, pero que hoy es más un deseo que una realidad por cuestiones físicas. Se sometió a una cirugía en el pie izquierdo (no fue severa) y, si bien cada tanto juega sets con los chicos de la academia, hoy no está entrenado para el tour. No tiene ranking y debería comenzar de cero. Sí añora volver a jugar Interclubes en Europa, algo que lo ayudaría a juntar dinero extranjero para seguir pagando la multa. El Tennis Club Vomero, en Nápoles, es la institución en la que siempre jugó y a la que desea regresar este año.
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¿Dónde lo encuentra hoy a Heras su “libertad”? En Portoviejo, Ecuador. Acompañando a dos jugadores argentinos de la academia del Racket: Bautista Vilicich (de 19 años y 1157° de la ATP) y Lucas Cotler (20 años, sin ranking). Ambos compitieron en el torneo M25 Tamarindo Open, de la ex categoría Future, la misma que Heras conoce a la perfección.
El viaje hasta allí fue extenuante. Para ahorrar costos decidieron realizar, realmente, una travesía de 48 horas. Desde Buenos Aires a Resistencia en ómnibus. Luego, hacia la frontera en Clorinda en taxi. Cruzaron a pie el paso internacional Clorinda-José Falcón (Paraguay). Abordaron un taxi e hicieron 40 kilómetros hasta un hotel en Asunción. Tras un breve descanso, desde el aeropuerto se tomaron un vuelo a Panamá. Desde allí, otro avión a Guayaquil (Ecuador). Y finalmente cuatro horas de taxi a Portoviejo.
Heras pidió autorización a la ITIA para entrar en el Portoviejo Tenis Club antes de hoy, pero se la negaron. Al cumplirse la medianoche, un cosquilleo le recorrió el cuerpo. Se sintió liberado; abrazó, a la distancia, a su familia. La vida le da otra oportunidad en el mundo del tenis. Cuentan que, tras la tormenta, valora estar donde hoy se encuentra y que su deseo es ayudar -como coach- a los jóvenes tenistas a dar el salto en el profesionalismo. Pero al entrar hoy en el club ecuatoriano, Heras tuvo una reacción inapropiada: se tomó los testículos en dirección a una persona que lo filmaba y subió el video a su cuenta de Twitter. Desde hoy puede empezar de nuevo.
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