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NUEVA YORK.- "No lo puedo creer, no lo puedo creer", dijo. Y dio un saltito de alegría con el puño cerrado. Paola Suárez, una pergaminense de 26 años, acaba de lograr lo que ningún jugador argentino -ni siquiera los más grandes, como Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini- jamás pudieron: ser un número uno en el tenis profesional.
Pero nadie le había avisado. Y cuando los altoparlantes de la sala de prensa anunciaron que era la mejor doblista del mundo, la sonrisa que ya tenía por haber ganado el doble femenino del US Open con su compañera habitual, la española Virginia Ruano Pascual, imponiéndose sobre la rusa Elena Dementieva y la eslovaca Janette Husarova por 6-2 y 6-1 se hizo aún más grande.
Aunque con un toque de incredulidad: "Yo no le voy a avisar a nadie, ni siquiera a mamá, papá o mi hermano. Que lo lean mañana en el diario. ¿Mirá si es un error?", dijo a LA NACION, preocupada.
Y con cierta justificación: la WTA había hecho "mal las cuentas" e informado previamente que, aun ganando la final del US Open a Poli, como la llaman todos, no le alcanzaban los puntos para escalar a la primera posición.
Pero, a partir de hoy, no sólo es número uno, sino que Ruano Pascual, su compañera dentro y fuera de los courts, es la número dos (la diferencia se debe a un par de partidos que no jugaron juntas).
"Con ella compartimos casi todo; es también mi mejor amiga, así que ya mismo le voy a avisar. Está comiendo y seguro que se atraganta", dijo, muerta de risa. Y confesó que, cuando no están en la cancha van juntas a ver ropa ("bien informal y tranqui, nada de onda Serena Williams") o salen a comer con sus novios ("¿podés creer? Todo igual; hasta las dos salimos con chicos de 21 años, °unos bebés!").
En la cancha, esta extraña unión entre dos chicas con un tenis tan diferente -Suárez tiene mejores golpes, pero Ruano Pascual es pura garra- "se mezcla perfecto", según explicó la argentina. En el estadio Arthur Ashe y en poco más de una hora la final había terminado. Las contrincantes nunca les lograron quebrar el saque y ellas tuvieron una sola doble falta en todo el partido.
El premio fue de 350 mil dólares y una copa en la que están grabados los nombres de todas las ganadoras anteriores. Suárez, la giraba embobada: "Acá está Navratilova, y acá estoy yo..... °es increíble!"
-¿Y que se siente haber logrado lo que no pudieron ni Vilas ni Sabatini?
-Me lo tomo muy tranquila. Creo que es porque no soy consciente de dónde estoy ni dónde pude llegar. El éxito no me cambió en absoluto, porque tuve que lucharla tanto... Soy una tenista a la que le va bien en este momento.
-¿Es verdad que te gustaría ser presidente?
-Es algo que se me viene a la cabeza cada vez que vuelvo y veo cómo está el país. Estoy en el auto y se acercan chicos a pedir plata para comer y me salen lágrimas de la impotencia. Es un sueño, pero, por ahora, sólo espero con esto haber llevado un poquito de alegría a los que me vieron desde ahí.
Suárez aceptó posar en la guardería del Open porque estaba viviendo "el sueño de la piba" . Hiperprofesional, contestó todas las preguntas y luego se tuvo que ir corriendo porque perdía el avión. De su cuello, colgaba una cadenita con la silueta de la Argentina en oro...
Pese a que ambos hicieron historia en el tenis, tanto Guillermo Vilas como Gabriela Sabatini nunca alcanzaron la cima del ranking en singles; el marplatense fue N° 2 en 1975 y en 1977, mientras que Gaby alcanzó el tercer lugar entre 1989 y 1993.
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