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Novak Djokovic campeón de Roland Garros: el N° 1 del mundo venció a Tsitsipas con una remontada para la historia
El serbio venció al griego Tsitsipas por 6-7 (6-8), 3-6, 6-3, 6-2 y 6-4 y obtuvo el 19° Grand Slam de su carrera; quedó a uno del récord de Federer y Nadal
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Novak Djokovic, la leyenda del deporte que se crió en la Belgrado de la antigua Yugoslavia y se acurrucaba en el subsuelo de un edificio a esperar que el terror diera tregua mientras las bombas de las fuerzas de la OTAN caían sacudiendo la tierra y las almas, escribió un capítulo glorioso, uno más, aunque de los más célebres de su carrera, dando un paso clave en su empeño por ser el mejor de todos los tiempos. Número 1 durante 323 semanas (más que nadie), Nole conquistó Roland Garros luego de una remontada histórica, al derrotar al griego Stefanos Tsitsipas (5° preclasificado) por 6-7 (6-8), 2-6, 6-3, 6-2 y 6-4, en 4h11m. Reescribió los libros: alcanzó su trofeo N° 19 de Grand Slam, quedando a uno del récord de Rafael Nadal y Roger Federer. Además, se encumbró como el primer tenista hombre en la Era Abierta -y solo el tercero de todos los tiempos- en ganar cada uno de los cuatro majors, al menos, dos veces (Roy Emerson y Rod Laver eran los únicos en tener cada grande en dos o más ocasiones).
Desde el mismísimo primer game, Djokovic presionó y buscó intimidar a Tsitipas, pero el heleno pudo superar los dos break points en contra, con dos aces incluidos (1-0). La tensión dominó la escena desde el arranque, como era de esperar: se advirtió en el gesto adusto de ambos. Sin embargo, el nivel de concentración en sus juegos de servicio fue extremo. Construyeron un partido intenso, ardiente en cada movimiento, con peloteos resueltos por detalles. El griego, más fresco de mente, manejó bien la presión y basó su juego con la derecha, tratando de desplazar a Djokovic. Llegando a la media hora, hubo un momento de incertidumbre cuando el serbio corrió hacia adelante para intentar alcanzar un contra-drop del griego, pero se le enterró el pie derecho sobre el polvo de ladrillo, perdió el equilibrio y se cayó: estuvo cerca de golpearse contra un cartel publicitario, pero se puso de pie, se limpió la tierra y siguió adelante.
Tsitsipas, impulsado por el aliento de una muy buena porción de los cinco mil espectadores que latieron desde las tribunas del Philippe Chatrier, tuvo un primer set point en el décimo game (con Djokovic sirviendo 4-5), pero no lo pudo aprovechar (5-5). De inmediato, fue Nole quien peleó para generar y contar con una oportunidad de rompimiento, y sí la tomó (6-5). El griego, campeón de la Copa de Maestros de Londres 2019, no se intimidó, al contrario: continuó castigando la pelota y fue así como le quebró el servicio al balcánico (6-6). Eléctricos, llegaron al tie-break, Tsitsipas se adelantó por 2-0 (doble falta de Nole incluida); pero el serbio, un experto en recuperaciones, lo dio vuelta y quedó arriba en el marcador, tuvo su primer punto para set, pero Tsitsipas se defendió en forma estupenda y llegó a su segundo set point. Con el reloj marcando una hora y ocho minutos de juego, el griego se adueñó del parcial, dando un primer paso clave ante un rival que llegaba de una batalla épica frente a Nadal, el trece veces campeón en París, de casi cuatro horas y media.
En el lenguaje corporal de Djokovic desde el inicio del segundo parcial se pudo observar que había sentido el impacto: ahogado, sin pimienta, irritado, por momentos cabizbajo. Y esa sensación se consumó en el score, muy rápido: empezó sirviendo Nole y Tsitsipas consiguió el quiebre, firme, con autoridad (1-0). Decidido, ágil y lúcido, como si no le pesara estar jugando su primera final de Grand Slam, Tsitsipas logró el control y no lo cedió. Su derecha fue una pesadilla para el número 1 del mundo, no mostró grietas con su revés (de una mano, como en la vieja escuela), volvió a quebrarle el servicio a Djokovic en el séptimo game (5-2) y, sin vacilaciones, se apropió del segundo parcial (6-2). Tras el partido, Novak contaría que, en ese set, por su cabeza pasaron los peores pensamientos. “Tenía conversaciones internas. Me decía que no iba a poder”.
Más allá de la amplia distancia en el score, era una osadía pensar que Djokovic podría tirar la toalla. Aquel que creyó eso lo hizo desconociendo su historia. En el tercer set no disminuyó la intensidad y en el cuarto game, con Tsitsipas sirviendo 1-2, Nole generó, como un rayo, cuatro oportunidades de quiebre que el griego defendió con sagacidad. Pero en la quinta chance ya no pudo prohibirle el impulso al balcánico. Djokovic, jugando mejor ante las urgencias (como hacen los distinguidos), mejoró sus registros de servicio en el momento necesario (61% de primeros saques, el 71% de puntos ganados con el primer servicio y el 73% con el segundo), se plantó sobre el court más adelante, aprovechó cierta pasividad de Tsitsipas, se sintió más cómodo y ganó el set (6-3). “A partir de allí las dudas empezaron a irse”, contaría.
Cerca de las seis de la tarde de un domingo soleado en París, Tsitispas intentó enfriar el match, se fue al vestuario y, al regreso, fue atendido en la zona lumbar por el fisioterapeuta argentino Alejandro Resnicoff. El heleno, en su momento más inseguro de la jornada, empezó sirviendo en el cuarto set, pero cedió el saque (0-1). Trastabilló, se apagó, empezó a maldecir (arrojó la raqueta). Pareció un boxeador groggy contra las cuerdas. Novak, uno de los tenistas más efectivos de todos los tiempos siendo contemporáneo de Nadal y Federer, con lo que ello significa, se agigantó. Le había dado el dulce a su rival y ahora empezaba a quitárselo. Volvió a quebrar en el tercer game (3-0) y terminó llevándose el set por 6-2, forzando la definición en el quinto, algo que no sucedía en el Abierto de Francia desde 2004, con Gastón Gaudio vs. Guillermo Coria. Los registros decían, además, que Novak había triunfado cinco veces después de perder los dos primeros sets (la última, en este torneo, ante Lorenzo Musetti, en la 4a ronda).
Llegó la hora de la gran verdad en el Philippe Chatrier, con gladiadores compitiendo con el corazón en la mano, desgastados, lanzando golpes de película. Pero con uno de ellos más entero espiritualmente. Con la sombra cubriendo medio court parisiense y las luces artificiales encendiéndose en lo alto del estadio central, empezó sirviendo Tsitsipas y sostuvo saque. Lo mismo hizo Djokovic. No hubo paz. “¡Nole! ¡Nole! ¡Nole!”, rugió el público, advirtiendo el momento cumbre. “¡Tsitsipas! ¡Tsitsipas! ¡Tsitsipas!”, devolvieron desde otro rincón. El Coliseo romano trasladado a la capital francesa. Novak, elástico y voraz, le rompió el saque una vez más a Tsitsipas y se adelantó 2-1. Llegaron al séptimo juego con el ateniense sirviendo 2-4 y 15-40, pero resistió (3-4). Nole defendió su servicio (5-3) y coqueteó con otro rompimiento, pero el griego aguantó (4-5).
Una ovación se derramó sobre el Bois de Boulogne. Fue música para los oídos de Novak, que tuvo un primer match point, pero lo salvó Tsitsipas con un poético revés paralelo. Claro que Nole contó muy pronto con un nuevo punto para campeonato y, con el reloj marcando las 19.24 en París, cerró una actuación novelesca, dando un paso más en su firme búsqueda de ser el tenista más exitoso de todos los tiempos al final del camino. A los 34 años, tiene todo para cumplirlo: una capacidad atlética estupenda, cualidades tenísticas de altísima jerarquía y fortaleza mental a prueba de cimbronazos (virtud que los mejores de la nueva generación todavía no consiguen).
A fabulous finale #RolandGarros pic.twitter.com/hZVKPxXUmb
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“He aprendido a que, pase lo que pase, los partidos se terminan cuando ganas tres sets. En un Grand Slam ganar dos sets no te garantiza nada. No siento que me haya relajado ni que haya cambiado mi estilo de juego, simplemente no pude mantener el ritmo. Seguiré luchando con la misma energía para ganar un grande. Quiero más. Por supuesto que me gustaría tener el título de hoy, pero a veces hay que esperar. Las cosas buenas llevan su tiempo”, dijo el griego.
“Este es uno de los mejores tres logros de mi carrera. ¿Qué pienso sobre la chance de alcanzar a Rafa y Roger? Nunca pensé que fuera una misión imposible”, sentenció Djokovic, a pocos días del arranque de Wimbledon (desde el 28 del actual).
“La guerra incidió en mi enfoque del tenis y también en poder dedicarme más al deporte (...) En cierto modo, el tenis me salvó la vida”, confesó Djokovic alguna vez. Y él, que olió a pólvora siendo niño, parece agradecerlo con el alma en la mano y un convencimiento sobrenatural que lo hace ir por todo.
Números tras la gran final en París
- Djokovic recibió un premio de 1.400.000 euros, mientras que Tsitsipas ganó 750.000 euros.
- Por llegar a la final en París, Tsitsipas se aseguró ascender al número 4 del ranking, su mejor posición (si vencía a Djokovic hubiera reemplazado a Nadal como número 3).
- Al llegar a la final en Roland Garros por sexta vez, Djokovic igualó a Björn Borg en el segundo lugar en la lista de mayores apariciones individuales masculinas en definiciones del torneo. Nadal, con 13, tiene el récord, claro.
A moment they will NEVER forget ❤#RolandGarros pic.twitter.com/wa9CUzta0N
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- A los 34 años y 22 días, Djokovic se convirtió en el tercer hombre más “veterano” de la Era Abierta en ganar el título en Roland Garros después de Andrés Gimeno (34 años y 306 días) en 1972 y Nadal (34 años y 130 días) el año pasado.
- Ante Tsitsipas, Djokovic registró su victoria número 310 en un Grand Slam. Sólo es superado por Federer (365 triunfos y 59 derrotas).
- Djokovic sumó su título número 84 en singles, el 16º en polvo de ladrillo.
Leyendas en la premiación
El sueco Björn Borg y el estadounidense Jim Courier les entregaron los trofeos a Djokovic y Tsitsipas tras la final.
Legends. Icons. Champions.
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An honour to have you back, Jim Courier and Bjorn Borg!#RolandGarros pic.twitter.com/3kLkfAz7Rb
Borg fue campeón seis veces en París (1974, 1975, 1978, 1979, 1980 y 1981); Courier, en tanto, ganó dos títulos en el Bois de Boulogne (1991 y 1992).
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