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Nicolás Kicker, las dificultades de un buscavidas en el costado austero del circuito
Tiene 23 años, fue padre a los 19, es 183º de ATP, se sostiene -en parte- con el dinero que le da su familia y lucha por dar el salto
Es joven –23 años, apenas–. Viaja por el mundo con un puñado de raquetas en el bolso. Y una de sus mayores preocupaciones es que la pelotita de tenis entre en el campo contrario. Visto así, superficialmente, Nicolás Kicker tiene todo resuelto, al menos, por los próximos tiempos. Sin embargo, no siempre lo que parece es real. Nació en Merlo y aprendió a jugar en el club que su padre administraba. En cierto momento debió optar por el fútbol o el tenis y la influencia paterna pesó. Pertenece a la camada 1992, la misma de Diego Schwartzman, Facundo Argüello, Andrea Collarini y Renzo Olivo, entre otros. Pero la mayoría era mejor que él. "No estaba ni entre los diez primeros. El Peque, además, me ganaba siempre", confiesa el hincha de Vélez. Entre 2011 y 2012 estuvo ocho meses inactivo por una fisura en la quinta vértebra lumbar. "El dolor se irradiaba en toda la pierna; sentía como que me colgaba de un hilo, me tiraba", recuerda. Hace casi dos temporadas que tiene al Polaco Juan Pablo Brzezicki (94° en 2008) como entrenador y este año, el mejor de su carrera, cambió de actitud y alcanzó la ubicación más valiosa, 157°, tras llegar a sus primeras dos finales del Challenger Tour: en Todi y Biella. Pero claro, todavía tiene que pedirles dinero a sus padres para sostener su profesión.
"Al principio, cuando jugaba Futures, me bancaban mis viejos. Este último año, en el que me fue mejor en los Challengers y fui a jugar interclubes a Suiza, les pedí menos plata. Pero todavía les pido. Algunas cosas en el circuito no están bien: ¿cómo puede ser que esté dentro de los 200 del mundo (183°) y los ingresos no me alcancen para vivir de ésto? Es una vergüenza. El tenis está para replanterarse en muchos aspectos. ¿Cómo puede ser que dependa de mis padres, cuando los golfistas o los futbolistas del mismo nivel no tienen esos problemas? Me da un poco de bronca", se lamenta Kicker ante el llamado LA NACIÓN a Brasil, donde está compitiendo por estos días. Él, como muchos tenistas del circuito, está obligado a ser austero: desde hace seis años lleva en la valija una máquina de encordar ("Pesa cinco kilos, es pesadita. Pero por ser viajero frecuente me permiten unos kilitos de más", dice) y, lejos de tener un agente de viajes, él mismo busca en Internet las mejores ofertas para trasladarse ("Hace unos días, en el aeropuerto de San Pablo, me cobraban 1200 reales para viajar a Porto Alegre, pero busqué en la web y, para el mismo día aunque unas horas más tarde, lo encontré a 1200 pesos. Así que obviamente saqué el pasaje y esperé").
Kicker tiene una particularidad algo inusual para un tenista profesional: fue padre a los 19 años. Cuando nació Bastian (eligió el nombre inspirado en Schweinsteiger, el futbolista alemán), creía no estar preparado para asumir semejante responsabilidad. Inmediatamente se dio cuenta de que sí. "Al principio me parecía arriesgada la situación –confiesa–. Pero la asumí bien, tuve el apoyo de mi familia y la fui llevando lo mejor posible. Después, cuando llegó mi hijo, todo salió bien. Nació en noviembre, hace casi tres años, y estuve dos meses sin jugar. Era fin de año y me tomé un descanso. Después volví a viajar y la cabeza me maquinaba, lo extrañaba. Ya estoy adaptado. Lo voy a llevar a los Challengers de Corrientes y Uruguay. Llevarlo a las giras representa un gasto más, pero a nivel mental me da tranquilidad. Le ponés más ganas a todo".
Cuando la mayoría de los jugadores jóvenes pega el revés a dos manos, Kicker lo hace a una. Le salió naturalmente desde la primera vez que su padre le puso una raqueta por delante. Intentó seis meses hacerlo de la otra forma, pero desistió. También debe de haber influido su admiración por Gastón Gaudio, Guga Kuerten y Roger Federer, todos con ese tiro, el más elegante del tenis. Con el suizo, justamente, tiene una anécdota reciente, en el último US Open, cuando perdió en la 2a rueda de la qualy: "Estaba en el vestuario, camino a bañarme y entró Roger. Me quedé inmóvil y sólo lo pude saludar (sonríe). También con Rafa Nadal me pasó algo curioso en Nueva York. Mi locker estaba pegado al de él y un día en que coincidimos en el lugar le conté que mi cuñado es tan fanático suyo que al hijo le puso Rafa. Se cagó de la risa". Kicker cuenta que existe el temor de dejar los Futures y los interclubes para dar el salto al Challenger Tour. Que allí se produce un gran filtro. "Yo subestimaba mucho al tenis. Estaba en una zona de confort, tenía que dar el salto a los Challengers y no podía salir, me estanqué. A muchos chicos les pasó. Pero hay que tomar riesgos y cambiar aunque al principio no se den los resultados; pensar algo más serio. Empecé a ordenarme más con los entrenamientos, a trabajar lo mental. El tenis es complicado y a mí, cada tanto, se me vuelan los pájaros. Estoy trabajando con una psicóloga, Mariela García, que me está ayudando a estar tranquilo y poder viajar", observa.
A principios del mes pasado, Kicker debió lidiar con una situación incómoda: en el Challenger de Barranquilla perdió con Giovanni Lapentti 7-5 en el tercer set tras haber ganado 6-2 el primero. Y en las redes sociales, decenas de hipotéticos apostadores –cada vez hay más y entre penumbras se mueve mucho dinero– lo insultaron y amenazaron, acusándolo de haberse dejado ganar. "Lamentablemente pasa seguido. En el tenis, hasta el último punto no sabés quién va a ganar, les pasa a los mejores. En Barranquilla me pasó que el otro se enchufó y perdí. Cuando terminé el partido encendí el teléfono y tenía un montón de mensajes por Twitter y hasta de un amigo preguntándome qué había pasado. Lo tomé con gracia, me reí. Barbaridades de este tipo siempre nos mandan por Internet y, aunque es difícil no hacerse mala sangre, trato de hacerlo. No se entienden algunas cosas: la ATP lucha contra las apuestas, pero tiene torneos auspiciados por casas de apuestas. Pero bueno, hay que convivir con eso. Así es el tenis. Muy difícil".
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