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Nicola Pietrangeli: "El tenis de antes era mucho más romántico"
El ex capitán de la Davis de Italia, de 80 años, repasa la evolución del arte de las raquetas
Nicola Pietrangeli es un hombre de buen vestir y cuidado cabello blanco, con la piel tostada bajo el sol romano y modos amables. Luce anteojos oscuros, y viste una chomba color crudo y pantalón pinzado haciendo juego. Nació en Túnez, en 1933. Pero, junto con sus padres, escapó de los conflictos sociales y se instaló muy pronto en Italia. Allí, bajo los colores de la azzurra y con una raqueta en la mano, Nicky se convirtió en un referente del tenis romántico. Ganó Roland Garros en 1959 y en 1960, y fue finalista en 1961 y en 1964; es el tenista con más partidos en la Copa Davis (164); ingresó en el Salón de la Fama en 1986, y fue capitán del equipo italiano que conquistó la Ensaladera en Chile, en 1976. Hace un tiempo visitó la Argentina, país donde tiene buenos amigos y muy gratos recuerdos de su época de jugador y árbitro general de la Copa Davis.
"Tengo una amistad con Enrique Morea y Tato Soriano. Vine acá hace 60 años, jugué en Buenos Aires en el 54. Es bastante tiempo y curioso, ¿no?", dice Pietrangeli a la nacion. Con Morea se enfrentaron por primera vez en la final de dobles de Roma 1955; el ex presidente de la Asociación Argentina de Tenis, con 31 años y en pareja con Art Larsen (EE.UU.), venció a los locales Pietrangeli y Orlando Sirola. En 1963, después de un Abierto de la República en Buenos Aires en el que Pietrangeli participó, recorrieron junto con Morea las rutas del país haciendo exhibiciones en Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Rosario. Amigo de Marcello Mastroianni y Alberto de Mónaco, dicen que a Nicola nunca le gustaron los sacrificios, que siempre fue un dandi y salió con las mejores mujeres. Una suerte de bon vivant. "Siempre de buen humor, nos hace matar de risa cada vez que lo vemos. Es coqueto, «para que me vean bien le ragazze», decía", sonríe Alicia Masoni, mujer de Morea y autoridad del Comité Olímpico Argentino.
-Como embajador del tenis italiano y hombre récord en la Copa Davis, ¿qué representa esa competencia en su vida?
-Yo la llamo la mamma. Es algo distinto. La Davis es como una manifestación social. Jugar al tenis y representar a tu país es fantástico. Es lo máximo a nivel deportivo y para cualquier persona y profesión. Cuando tienes la chance de vestir los colores de tu país, hay que dar el máximo. Por eso no es fácil jugarla.
-Usted ganó dos veces Roland Garros...
-[Interrumpe] Y dos veces más jugué la final. No es malo, ¿no?
-No, claro que no. ¿Cuáles son las diferencias entre la Davis y el circuito?
-La Copa Davis la compartes con tus compañeros. Y París u otro torneo eres solamente tú. Tienen sabores distintos.
-¿Cómo analiza la evolución del tenis desde que usted se retiró?
-Muy buena. Es un deporte que está creciendo mucho. Claro que es mucho más físico que antes. A veces, cuando veo a Serena Williams contra sus rivales parece la lucha entre un elefante y hormiguitas. Cambió, cambió el tenis. Con las raquetas de madera, habría sido imposible jugar hoy. Digo siempre que un señor como Juan Manuel Fangio ganaba cualquier competencia a 200 kilómetros por hora y ahora si no manejas a 400 no te dejan salir [sonríe]. Había menos seguridad. Todo evolucionó. Yo terminaba de jugar y el calzado me dejaba ampollas. Por eso cuando me preguntan si se pueden comparar las épocas digo que no, que es imposible. Lo que sí puedo decir es si uno me gusta más o menos; es otra cosa.
-Entonces, la discusión sobre si Federer es el mejor de todos los tiempos, ¿no es válida, no?
-No se compara. Jesse Owens, en su época, ganó la medalla dorada en los 200m en los Juegos de Berlín prácticamente corriendo con zapatos de tenis y sobre tierra. ¿Qué habría podido hacer hoy? No sabemos. Siempre un campeón es campeón en su época.
-¿Cuál es el tenista de esta era moderna que más lo complace observar?
-El señor Federer. Es fantástico, es muy gentil y querido en todo el mundo. Me pongo de pie para hablar sobre Roger. También quiero decirte que Del Potro es uno de los que me gustan más, es diferente. Pero él juega mucho físico, claro, y como un coche hay veces que tiene que ir al garaje del mecánico. Tiene que cuidarse. Federer juega tan fácil que todos hacen tres veces el esfuerzo que él hace, como Nadal, por ejemplo. Pienso que puede alcanzarlo a Federer en la cantidad de Grand Slams, todavía tiene tres años buenos. También me gusta mucho Fognini y no porque sea italiano. Fabio tiene un carácter difícil, pero ha mejorado y tiene que estar en los lugares de privilegio.
-¿Cómo sería el tenista ideal de todos los tiempos?
-Puf... es difícil. Los campeones no se construyen, nacen. Está claro que hoy sacan mucho mejor que antes. Ahora lo hacen a 200km/h o más. Hoy el servicio es fundamental. Pero un revés como el de Ken Rosewall todavía no lo han inventado. No sé, bueno, hace muchos años dijeron que un drop shot como el de Pietrangeli no existe más. No lo dije yo, sino los periodistas, eh. Hoy es difícil hacer drop shot, porque pegan tan fuerte y no lo tienen en la cabeza ese recurso, que es un gran golpe. Hoy ya no suben mucho a la red. La volea también es un gran golpe y la del estadounidense Budge Patty era increíble. Pero también en el dobles juegan desde el fondo de la cancha. El juego cambió mucho.
-¿Que ya no se vea el saque y red le hace mal al tenis?
-Antes decían que sí, ahora que no. Es más divertido con saque y red. Porque ahora se paran en el fondo de la cancha y pum, pum, pum, se pasan horas pegando, y es menos divertido seguramente.
-¿Cuál es el torneo que más disfrutaba jugar?
-Roland Garros. La tierra de París es la tradición del tenis. Es como el pasto de Wimbledon. Son cosas que nunca se podrán cambiar, más allá de la evolución. Cualquier jugador de tenis quiere ganar Wimbledon o París. También eran hermosos Roma, Montecarlo. El tenis de antes era mucho más romántico. Y doy sólo un ejemplo: ganar París hoy representa casi 2.000.000 de dólares. A mí me dieron 150 dólares por llegar a la final.
-¿Qué hizo con ese dinero? ¿Lo recuerda?
-Recuerdo lo que hice cuando perdí la final: le pagué una comida a Manolo Santana y a su mujer y los amigos. Hicimos una apuesta y el que perdía pagaba la noche. Nos fuimos a cenar juntos después de la final. Mira si eso no era tenis romántico. Hoy hay mucho, muchísimo dinero en juego. No creo que modifique la esencia, lo veo como que esta gente de hoy tiene suerte, juegan en un momento donde todo está mal menos el tenis, que tiene mucha moneda. O como el golf, que también entrega muchos premios. Tienen suerte.
-En septiembre pasado, usted festejó 80 años. ¿Cuál fue la última vez que jugó al tenis con amigos?
-No, no sé, es que no veo bien a la distancia la pelota. Y me sacan diez euros de apuesta y no quiero que se aprovechen de mí [sonríe].
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