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Nadia Podoroska, en el US Open, con LA NACION: lesiones, la exposición que la “abrumó” y el angustiante entrenamiento sentada en una silla
Las semifinales de Roland Garros 2020 le cambiaron la vida, pero las presiones y una lesión de difícil identificación la dejó inactiva durante diez meses; volvió y tiene más certezas
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NUEVA YORK.- Nadia Podoroska sacudió el tenis argentino en 2020 al alcanzar las semifinales de Roland Garros desde la clasificación (un logro inédito hasta entonces), además de subir más de 200 puestos en la temporada (desde el 255° hasta el 47°, meses después mejorado al 36°) y de recaudar el mejor premio de su carrera (US$ 470.000). La rosarina radicada en Alicante, España, provocó una vibración positiva que era sumamente necesaria para un deporte todavía melancólico por el aura de Gabriela Sabatini. Nadia, a otro nivel, generó un efecto contagio sano pero muy abrupto, para el que -es probable- aún no estaba prevenida. Así y todo, asumió la responsabilidad con una sonrisa.
Su mapa de ruta en 2021 fue muy distinto del que venía siguiendo antes de París. Jugó los mejores torneos del circuito y, hasta se dio el lujo de convertirse en la segunda argentina, después de Paola Suárez, en derrotar a Serena Williams (por 7-6 [8-6] y 7-5; fue por la segunda ronda del Abierto de Italia, en Roma). Sin embargo, el cuerpo le empezó a fallar hasta que, a fines de agosto, tras el US Open, no pudo más. Podoroska ya sabía lo que era padecer lesiones (de muñeca, cadera, espalda); entre 2017 y 2018 había estado siete meses inactiva. Pero ahora el escenario era nuevo, de mayor jerarquía y la angustia por no poder seguir en la súper elite la angustió. Le costó, junto con su equipo, identificar la lesión. Tras diversos estudios y ensayos se determinó el diagnóstico: “tendinopatía proximal de isquiosural derecho, un dolor en el tendón del músculo ubicado de la cara posterior del muslo, cerca de la cadera”. Y otra vez a empezar de nuevo...
Podoroska perdió ranking, dinero y ánimo. “Sigo trabajando duro, cada día, para volver a competir. Es lo que más deseo. No está siendo un objetivo fácil”, contó en abril pasado, en una de sus pocas publicaciones en las redes sociales. Finalmente estuvo diez meses sin poder pisar un court en forma oficial; mucho tiempo. Volvió a jugar el 21 de junio pasado, en la qualy de Wimbledon. Desde entonces, progresa con mesura, pero -según explica- con más certezas. Actuó en torneos ITF y en tres cuadros principales del WTA Tour. Regresó al US Open y, si bien los resultados no la acompañaron (perdió en la 1ª ronda de singles ante la eslovaca Anna Schmiedlova, y en el segundo desafío de dobles, en pareja con la egipcia Mayar Sherif), continúa su camino con otro ánimo.
“Es un proceso lento el que voy recorriendo, pero irme rápido de un torneo como este me deja con sabor a poco. Necesito ritmo, ganar partidos, tener partidos más cerrados…, que en las últimas dos semanas no lo pude lograr”. La que habla es Podoroska (actual 212°), con LA NACION, en uno de los rincones del USTA Billie Jean King National Tennis Center, antes de dejar Nueva York.
-¿Por qué les costó identificar con precisión la lesión?
-Empecé con molestias a principio del año pasado, en marzo, pero como yo tengo una lesión en la cadera pensaba que era eso, como una especie de sobrecarga del lado del isquiotibial. Después vimos que el dolor seguía evolucionando y era evidente que no era sólo eso. Cuando paré de jugar pudimos tratar la lesión y vimos que era una tendinopatía del isquiotibial y no la cadera. Pero se hizo difícil porque jugué casi todo el 2021 con esa molestia y mientras lo seguís forzando el cuerpo se va resintiendo por todos lados.
-¿Qué tan frustrante fue la inactividad? Venías de un final de 2020 soñado, con expectativas para aprovechar el ranking, el progreso económico…, y sin embargo paraste por la salud.
-Sí, yo creo que por ese lado fue un año duro, porque no podía estar al cien por ciento físicamente. Por el otro lado digo que fue el mejor año de mi carrera por todos los torneos que jugué, pude competir y ganar partidos, pero me generó mucho desgaste al punto de que después del US Open del año pasado dije que no podía más. Sentía que no podía entrenar. Soy una persona a la que le encanta entrenar y sentía que estaba dando mucha ventaja. Iba pasando el tiempo y no iba para mejor: al contrario. Entonces tomamos la decisión de cortar.
-¿Qué fue lo peor de este período sin jugar?
-No llegué al punto de pensar que no podría volver a jugar, pero lo más duro es la incertidumbre de no saber cuándo se va a terminar. Se me hizo muy largo y con muchos altibajos en el proceso. Pasé de entrenar sentada en una silla, mientras me tiraban pelotitas desde un canasto y sin poder pisar, a pegarle de pie aunque sin correr, como para al menos no perder los golpes. Lo del entrenamiento sentada en la silla fue duro, pero lo acepté con la idea de poder mejorar todo lo que una podía en esa situación. Lo otro duro fue el tiempo. Porque parecía que iba a estar lista en dos o tres semanas, pero me agarraba otra molestia que me hacía frenar, volver para atrás.
-Aquel Roland Garros fue soñado, ¿pero también te colocó de un día para el otro en un nivel altísimo de exposición y presión que te hizo tambalear?
-Sí, yo creo que fue mucho el boom. Pasé de estar 150 del mundo y de haber ganado un torneo de 60 mil dólares a las semifinales de Roland Garros. En dos meses pasé del 150 al 36. Fue mucho el boom. Al principio me abrumó un poco. Después lo fui tomando como algo a lo que me tenía que acostumbrar. Con las ambiciones altas y los deseos que tengo, es algo a lo que quiero llegar de nuevo. Entonces me tendré que acostumbrar a esa exposición para estar preparada.
-¿Hubo algún hecho puntual que te descolocó? Quizás durante alguna de tus visitas al país.
-No, no, algo como para padecerlo no. Tengo la ventaja de vivir en España y estar un poco abstraída de lo que pasa en la Argentina. Cuando volví al país en 2020 y en 2021, como para todos los que están afuera, los días no me alcanzaron, fueron muy movidos.
-¿Te sentiste con una responsabilidad mayor en el equipo de la Billie Jean King Cup (ex Fed Cup) que te afectó?
-La explosión fue grande y esa exposición la sentía, pero a la vez fue algo bueno. Cuando yo era chica decía que faltaban referentes de nuestro deporte en el país, una referencia para que el tenis se conozca más, haya mayor difusión, más torneos…, entonces creo que una figura es necesaria. No tengo que ser sólo yo, ¿no? Ojalá que abajo vengan más jugadoras para que el tenis femenino siga siendo más grande. Tiene dos caras esa moneda: por un lado, sentís la presión y la responsabilidad de tener que mantenerte arriba para que el contagio siga, pero por el otro está bueno saber que estás aportando algo más.
-Claro, pero crecieron las expectativas y hasta Mercedes Paz, capitana del equipo de la BJK Cup insistía llamándote “Nadia Poderosa”, un juego de palabras que puede ser pesado porque te ponía en una posición de imbatibilidad, de súper heroína.
-Es normal la presión que una siente cuando salís a la cancha, y más en la Billie Jean con la camiseta argentina, que querés ganar, darles todos los puntos que puedas al equipo y más jugando de local, como pasó. Son varios tipos de presiones los que sentís. Capaz que fue mucho de golpe lo que recibí y es un proceso que una tiene que aprender. Mismo hoy: vuelvo a un torneo grande después de diez meses sin jugar y los factores externos me vuelven a desconcentrar. Es como un proceso al que hay que acostumbrarse de nuevo.
-¿Seguís trabajando con la neurociencia y la meditación o cambiaste las costumbres?
-Con eso sigo laburando a full. En los meses que estuve lesionada seguí, incluso, más. Tenía más tiempo y pude aprovechar para profundizar.
-¿Físicamente hoy cómo estás? ¿Tenés más certezas?
-Sí, sí, por suerte… Las lesiones no quedaron en el pasado porque hago un montón de ejercicios preventivos y de fortalecimiento, porque es una lesión complicada. Pero a la hora de moverme en la cancha estoy sin ningún tipo de dolor, pudiendo entrenar todo lo que necesito, velocidad, fuerza, todo… así que, por suerte, ese es un punto a favor.
-¿Considerás que en el tenis argentino se pudo aprovechar el furor que generaste?
-Sí, a mí me llegan muchos mensajes de personas particulares que se contactan, padres de chicas tenistas, eventos... Y eso me toca un montón (se ruboriza). Me han llegado fotos de clínicas de chicas solas que han juntado 200 nenas, que es algo que no pasaba. Recuerdo de jugar torneos de Sub 12 y que en el cuadro haya cinco o seis jugadoras. Igual creo que puede haber muchas más. Ojalá que pueda volver al alto nivel para que el contagio sea mucho mayor y que se puedan hacer muchos más torneos de mujeres en el país; creo que el tenis femenino lo necesita en el país y en la región.
-Tuviste el privilegio de derrotar a Serena Williams, que acaba de despedirse en este mismo US Open. ¿Qué significa su figura para vos?
-Pufff…. Aquel triunfo es algo único que se lo voy a contar a mis nietos o nietas. Poder decir que la enfrenté y que encima le gané, es un lujo; son pocas las que pueden decirlo. Lo que significa Serena para el tenis, para el deporte en general, para las mujeres…, es una leyenda. Ha dejado un legado muy importante y no sólo en el tenis: es una persona que está muy comprometida en el género, con su raza. Aquel partido en Roma me lo acuerdo todo (sonríe). Me acuerdo de la previa, cuando estábamos entrando en calor: ella estaba ocupando casi todo el espacio, imponiendo el respeto. Tuve que pedirle permiso para terminar mi entrada en calor (lanza una carcajada). En el sorteo también hubo una experiencia graciosa: yo lo gano, elijo recibir y ella me dice: ¿Estás segura?’. Como diciendo: ‘Voy a sacar yo’. Y yo le digo: ‘Sí’. Todos esos pequeños detalles que tiene, sabiendo lo que impone... Después, el partido, fue muy bueno en el nivel y logré abstraerme de que era ella a la que estaba enfrentando.
-Después de esta experiencia en Nueva York, ¿cómo seguirá tu calendario?
-Vuelvo para Alicante y me voy a jugar un WTA a la India, en Chennai, también de cemento. La idea, luego, es volver a Estados Unidos y jugar unos torneos ITF, de 80 mil, que hay cuatro seguidos, como para seguir sumando partidos. Y después la intención sería jugar la Billie Jean King Cup [NdR: la Argentina recibirá en Tucumán a Brasil, por los Play-offs, el 11 y 12 de noviembre] y los torneos de Sudamérica, en Buenos Aires y en Montevideo. Ojalá que el cuerpo me siga acompañando.
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