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Mirra Andreeva, la adolescente prodigio del tenis, se negó a saludar a la umpire tras recibir un castigo en Wimbledon que consideró demasiado injusto
La rusa de 16 años recibió un punto de penalidad por arrojar la raqueta al césped, una acción que se considera inaceptable en el Grand Slam británico
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La rusa Mirra Andreeva, de 16 años, es una suerte de chica prodigio del tenis. Actual 102° del ranking mundial, ya hizo ruido durante el último Abierto de Francia superando la clasificación sin ceder sets y alcanzando la tercera ronda. Pero en Wimbledon, durante el primer certamen sobre césped de su corta carrera, se convirtió en una de las gratas sorpresas: pasó la qualy y ganó tres partidos del cuadro principal, uno de ellos ante la décima preclasificada (Barbora Krejcikova). Pero su camino se interrumpió hoy en los octavos de final, ante Madison Keys. Claro que el partido tuvo condimentos extra deportivos y la adolescente nacida en Krasnoyarsk se negó a estrecharle la mano a la jueza de silla que, unos minutos antes, la penalizó por una acción que generó polémica y distintas miradas.
Andreeva, que fue una de las jugadoras favoritas del público desde su debut en el All England Club, parecía encaminada a convertirse en la jugadora más joven desde Anna Kournikova en 1997 en llegar a los cuartos de final de Wimbledon cuando lideraba el desafío ante Keys por 6-3 y 4-1. Sin embargo, la estadounidense, 25a preclasificada, luchó y pudo quedarse con el segundo set, por 7-6 (7-4). En ese momento, la jueza de silla, la sueca Louise Azemar Engzell, le dio su primer warning (advertencia) a Andreeva después de que la rusa, frustada, arrojara la raqueta sobre el césped cuando perdió el tie-break del segundo set.
Desde entonces, Andreeva se molestó y perdió la brújula del match. Keys, de 28 años y finalista del US Open 2017, se adelantó 3-0 y, también, 4-1, desmoralizando a su inexperta rival. Con el partido 5-2 en favor de la norteamericana, Andreeva sacó con ventaja, pero tras un peloteo se esforzó hacia su derecha para devolver una pelota, se le dobló el tobillo derecho y, no sólo no pudo impactar bien la pelota (lo que decretaba el deuce en el score), sino que en el envión arrojó la raqueta, una vez más, contra el césped. De inmediato, la jueza de silla penalizó con un punto a Andreeva, lo que le dio a Keys un match point. Andreeva, al escuchar a la jueza, no pudo contenerse ni creer la sanción que le estaban aplicando. Se acercó a la silla de la umpire para tratar de hacerle ver que no había sido su intención arrojar la raqueta, sino que fue consecuencia de haber perdido la estabilidad luego de doblarse el tobillo. El público también lo asumió así y se escucharon algunos silbidos y abucheos.
“¿Entiendes lo que estás haciendo? No tiré la raqueta. Me deslicé y me caí. Es la decisión equivocada. Me resbalé y luego me caí”. La umpire se mantuvo en su postura y Keys ganó el siguiente punto para asegurarse la victoria por 3-6, 7-6 (7-4) y 6-2, y avanzar a los cuartos de final del tercer Grand Slam de la temporada. Andreeva, muy molesta, saludó a su rival en la red pero luego pasó directamente hacia su silla, sin mirar ni estrecharle la mano a la jueza.
La acción discutible que afectó a Andreeva
La mayoría de los expertos en el circuito de tenis entendieron que la sanción de la umpire Azemar Engzell había sido exagerada, pero Wimbledon tiene reglas muy estrictas y claras en ese sentido. Los jugadores no pueden tirar la raqueta al piso porque se considera que están dañando la superficie de césped, situación que no se entiende de la misma manera sobre el cemento o el polvo de ladrillo. Los jueces de silla, a la hora del sorteo, siempre les indican a los jugadores que un golpe con la raqueta en el césped se considerará una falta grave, más precisamente “violación de código”. Como Andreeva ya tenía un warning, la umpire consideró castigarla con un punto en contra.
Los árbitros de tenis consultados por LA NACION coincidieron que si la misma acción hubiera ocurrido en otra superficie y no sobre césped, probablemente “no hubiera pasado lo mismo”, pero Wimbledon es el torneo más estricto en ese sentido y no se puede dañar la superficie, aunque se trate de una situación sin intención. Andreeva terminó el partido enfurecida e impotente, pero también muy triste por no haber podido aprovechar la buena oportunidad que tuvo (se la vio con los ojos humedecidos) de seguir avanzando en Wimbledon.
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