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Martín Stringari, ex tenista: "Raúl Pérez Roldán entrenaba a los chicos como si estuvieran en la Fuerza Naval"
"Raúl Pérez Roldán entrenaba a los chicos como si estuvieran en la Fuerza Naval, como si fueran a caer en manos del enemigo y tuvieran que resistir las torturas y los interrogatorios". Martín Stringari, que tuvo una valiosa etapa en el tenis de menores y luego llegó a ser 125° del circuito ATP en 1993, está radicado en los Estados Unidos desde hace doce años, pero no olvida su experiencia, durante un tiempo, con el padre de Mariana y Guillermo, que hace unos días confesó, en LA NACION, haber recibido "maltrato" y "estafa económica".
"Con Guillermo Pérez Roldán nos conocemos de chiquitos. Si bien yo no jugaba las categorías menores con él, porque era dos años más grande, luego en profesionales nos tocó jugar en contra. Tengo muy buenos recuerdos de él. Tenía un aspecto humano muy bueno, muy sensible. Era uno de los pocos que iban de frente. Te decía ‘A’ y era ‘A’. Y en el circuito no todos eran así", dijo Stringari, nacido en Lomas de Zamora hace 48 años. Semifinalista individual en 1987 en el Orange Bowl y campeón en dobles (junto con Patricio Arnold), empezó a padecer, según le relató a LA NACION, los métodos de Raúl Pérez Roldán a mediados de los 80. "Durante el circuito COSAT de 1985 –añadió–, Raúl era el capitán de la delegación argentina. Y ahí nos fue muy bien a todos. Creo que Luli [Mancini] ganó un par de torneos, Franco [Davin] y Guillermo también. Yo tenía 14 años y viví una exigencia militar por su parte. Usaba insultos todo el tiempo".
Aquella fue, apenas, una primera experiencia. El último 24 de mayo, Stringari recibió el link de la entrevista a Guillermo Pérez Roldán en LA NACION. Fue su familia, conociendo el afecto que tiene por el ex número 13 del mundo, quien le envió el artículo. "Su relato me tocó mucho, hacía más de un año que no hablábamos y le escribí. Le dije que me acordaba de varias cosas que relató y, especialmente, de un hecho en Mar del Plata", apuntó Stringari, desde Boca Ratón. ¿Qué ocurrió en la ciudad balnearia? Así lo describió: "En diciembre de 1990 me coordinaron para ir a entrenar con Guillermo a Mar del Plata, en un campo y casa que allí tenían. Veníamos bien, entrenando, pero un mediodía antes de almorzar, yo estaba ayudando a Liliana, la mamá de Guillermo y Mariana, a preparar la mesa y afuera estaban Raúl y Guillermo. De repente se abrió la puerta y entró Guillermo, medio cayéndose: tenía un chichón enorme en la frente. Lo que primero pensé, como tenían caballos, fue que se había caído de uno; nos asustamos todos. Pero no, Guillermo me contó más tarde que estaba discutiendo con el padre y, por no pegarle, se dio a cabeza contra un árbol. Al tiempo tuve chances de volver a entrenar ahí, pero ya no quise".
Consultado por LA NACION sobre este hecho relatado por Stringari, Guillermo Pérez Roldán lo confirmó: "Sí, fue así. Mi viejo no te daba el gusto con nada y se ponía muy áspero. Ese día me cansó y para no pegarle me hice daño yo, golpeándome la cabeza contra un árbol. Quedé desmayado. Es muy triste".
Stringari considera que la disciplina y la exigencia "son necesarias y hay algunos jugadores que las necesitan más que otros", pero que el estilo de Raúl cruzaba los límites. "En Estados Unidos conocí a ex integrantes de los Navy SEALs [fuerzas especiales de la Armada], les di clases de tenis en el hotel donde trabajo y hablé con ellos. El tono de voz que utilizan me hizo acordar al de Raúl. Me explicaron que si los capturan en una batalla no los van a tratar bien, entonces así los entrenan; es normal. Pero trasladado al deporte, ningún atleta merece eso. Con Raúl, si errabas una pelota o le decías que te dolía una pierna, te insultaba, te decía que eras un cagón. Era un buen estratega, no le quito mérito, pero usaba un tono militar. Cotidianamente nos insultaba. Te pinchaba todo el tiempo. Entonces, te quebrabas y te sentías muy mal o tenías una furia interna tremenda, lo querías matar a él y después te desquitabas con la pelota".
El rumano Ion Tiriac, uno de los hombres con mayor conocimiento del tenis, una vez le aseguró a Guillermo Pérez Roldán que hubiera llegado todavía más lejos en su carrera si hubiese podido desprenderse de Raúl como entrenador. Esa anécdota se la contó el propio Rocky a Stringari. "Tiriac le dijo que él y Thomas Muster tenían la misma energía. Y Guillermo me dijo, además: ‘Haberme quedado con mi viejo me limitó en muchos aspectos’. Es una pena. Y no me sorprendió: yo jugué con Muster y con Guillermo y eran de los tipos más fuertes física y mentalmente del circuito. Guillermo se daba el lujo de parar casi seis meses, porque la temporada de cemento no la jugaba. Su último torneo en polvo era en octubre o noviembre y empezaba en marzo. Una vez intentó jugar en cemento, se dobló el pie [NdR: en Miami 1991, ante el local David Wheaton] y Raúl le prohibió volver a jugar en esa superficie", rememoró Stringari.
Y acotó una anécdota, vinculada a esa "inactividad planificada" que tenía Pérez Roldán en su calendario: "En 1993 yo estaba en un muy buen momento, lo mismo Christian Miniussi, y estábamos en la pre-lista para una Copa Davis contra México en Buenos Aires. Previo a la serie, vamos al torneo de Casablanca y allí estaba Guillermo. Con Christian pensamos que era un buen momento para ganarle porque era su primer torneo del año y hacía meses que no jugaba. Eso pensamos: a mí me ganó [6-3 y 6-2] en la primera ronda y a él [6-3 y 6-0] en la segunda. Además, ganó el torneo. Era un enorme jugador. Enorme".
Stringari lanzó un pensamiento en voz alta: "Digo yo: habiendo tenido a un maestro de la disciplina, la constancia y del trabajo, que nos superó a todos y que nunca se lo vio lanzar un insulto, como Guillermo Vilas, ¿hacía falta tener un sistema de estilo militar como el de Raúl Pérez Roldán? Vilas era la persona más exigente de todas, pero nunca llegó a un tono de esa manera".
-Lo paradójico es que ambos tuvieron un mismo maestro: el profesor Felipe Locícero, en Mar del Plata.
-Sí, es verdad. Es muy llamativo. Los de esa generación de jugadores, casi todos padecimos cosas de Raúl. Tenía mucha palanca con la Asociación Argentina de Tenis. Le aprobaban todo el budget y hacía las giras como quería.
Durante su estadía en EE.UU., Stringari trabajó como profesor en la academia de Chris Evert en Boca Ratón durante una década (allí entrenó, por ejemplo, a Madison Keys, actual número 13 de la WTA) y también tuvo tareas en otros clubes y complejos de tenis. Reconoció, sobre todo en "entrenadores rusos", un sistema de trabajo similar al de Raúl, con el maltrato verbal como estrategia. "Conocí a varios entrenadores con ese método, algunos venían de la escuela de [Nick] Bollettieri, y decían: ‘Hay que tratarlos así, eso es lo que les gusta, hay que insultar’. En la cadena de hoteles donde yo trabajaba conocí a un militar que había peleado en Vietnam, le di clases, hablamos un montón. Me contó sobre el entrenamiento que tenían y a mí me hizo acordar a Raúl y a otros entrenadores que habían tenido problemas, como el padre de Capriati, de Dokic. Le dije: ‘Yo en el tenis vi esto, esto y esto’. Y me acuerdo que me respondió: ‘Los atletas a largo plazo se quiebran si reciben ese trato y pueden sufrir daños morales permanentes, cuando lo único que está en juego es un partido de tenis, mientras que un militar debe ser entrenado así por si cae en manos del enemigo, donde su vida y la de muchos más están en juego’. Eso, definitivamente, no puede pasar en el deporte".
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