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El caso Mariano Puerta, según la WADA: "El deportista es el único responsable de todo lo que entra en su cuerpo"
María José Pesce Cutri es, desde hace una década, directora de la Oficina Regional para América Latina de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés). Uruguaya, con base en Montevideo, fue vallista del equipo celeste de atletismo. Afirma que la situación en el continente, con respecto al trabajo que se realiza en la búsqueda del juego limpio, está mejor que hace unos años, pero que "todavía hay mucho por hacer". La lucha de Pesce Cutri, docente en educación física y licenciada en relaciones internacionales, está apuntada, dice, al 98% de los deportistas que no se dopan (según las estadísticas mundiales, sólo el 2% de los controles terminan en resultados positivos). Esa es su filosofía: educar y sostener a aquellos que no sacan ventajas deportivas en forma ilegal.
Declaraciones como las del ex tenista cordobés Mariano Puerta, que en las últimas horas reconoció en LA NACION haber mentido ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo, en Lausana, para tratar de que le redujeran el castigo luego del doping en la final de Roland Garros 2005 y que la forma en la que ingresó la sustancia prohibida (etilefrina) en su organismo fue por tomar pastillas contaminadas, hacen ruido e incomodan a la directora de la WADA en la región latinoamericana: "El tema de los suplementos contaminados es un problema. Después de haber leído el artículo sobre Puerta, lo primero que digo es que la importancia de la educación y de la información que tienen el deportista y su entorno es clave. El deportista es el único responsable de todo lo que entra en su cuerpo, debe actuar en consecuencia. Pero su entorno y su familia, también".
La WADA se fundó en noviembre de 1999, pero el Código Mundial Antidopaje recién se aprobó en 2003 y entró en vigor en 2004 (posteriormente hubo enmiendas). "En esa época [la del doping de Puerta, dice Pesce Cutri] en Argentina el antidopaje estaba regulado de otra manera: estaba el laboratorio en el Cenard. La WADA, con el primer código, armonizó las reglas del mundo. Antes, lo que pasaba era que, según el deporte y el país, había sanciones, enfoques. La WADA dijo: ‘Este código vale para todos los deportes y países’. Allí figura la lista de sustancias prohibidas en competencia, en todo momento, monitoreadas y prohibidas en ciertos deportes, como el alcohol en el automovilismo. Esa lista tiene un proceso de revisión hecho por un comité de científicos que se reúne tres veces al año, estudia lo que pasa con las sustancias, presenta un borrador en el comité ejecutivo, se aprueba y la lista con los pequeños cambios se publica en octubre-noviembre de cada año, como para que los deportistas sepan que eso entrará en vigencia el 1 de enero del año siguiente. Por eso Maria Sharapova, a quien se le encontró Meldonium, se la sancionó porque desde el año anterior ya sabía que esa sustancia salía de la lista".
-¿En los últimos años el avance científico para tapar el doping fue mayor al avance para controlarlo?
-Es difícil de contestar esa pregunta. El avance científico es grande, pero también la WADA va a la par de ello. Tenemos convenios con la industria farmacéutica y cuando sacan una droga al mercado nosotros ya sabemos cuál sería el método de detección. Las sustancias que usan los deportistas para doparse son drogas que, en realidad, están diseñadas para pacientes enfermos. Por ejemplo, la EPO, que es una sustancia que estimula la producción de glóbulos rojos, se usa con pacientes con deficiencia de producción de glóbulos rojos. ¿Cuál es la dificultad? Que en las regiones tiene que haber recurso económico y humano para poder llevar adelante los controles. Dinero, capacidad, inteligencia. Cada vez más la WADA supervisa que los controles sean direccionados: es decir que antes de hacerlo, haya un informe para saber por qué estarás allí. Hablando sobre estadísticas del dopaje con un abogado, me dijo: ‘Imaginate la rambla en Montevideo y querés atrapar a los automovilistas que manejan con alcohol. ¿Cuándo te parás allí? ¿El lunes a las 9 de la mañana, cuando van a trabajar o el sábado a la noche cuando salen del boliche?’. La respuesta es obvia. Y con los controles antidopaje es lo mismo. Tenés que saber cuándo le sirve doparse al deportista. El que se ha dopó en una competencia es un tonto: no tuvo ni asesoramiento. Los controles en competencia se hacen, pero es más importante el control fuera de competencia, cuando el deportista va a tomar sustancias que le mejorarán el rendimiento. Por ejemplo: si un deportista toma esteroides, que es una sustancia prohibida siempre y aumenta la masa muscular, la toma en la pretemporada porque quiere que su músculo crezca y cuando llegue a la competencia se le haya ido lo prohibido del organismo pero le haya quedado un músculo tres veces más grande. El deportista latinoamericano, el humilde, capaz que se dopa tomando un té de coca el día del partido. O tenemos países mucho más poderosos, como Rusia, con todo un equipo de científicos atrás que están buscando hacer trampa.
-Cuando el deportista tiene doping en una competencia, ¿se puede pensar que fue negligente, que no le importó el riesgo?
-Y…, todo junto. Para mí, no están informados. Hay un tema de educación que falla. No creo que los deportistas, en su sano juicio, que saben que se enfrentan a sanciones de dos años a un castigo de por vida, digan: ‘Sí, me la juego igual’.
-¿Hay casos de doping de Primer y Tercer Mundo?
-No diría eso. Diría que hay casos por región y tendencias. Por ejemplo, el mate de coca es un problema en Bolivia, en Perú, en países que tienen ese consumo como una parte social. Más bien hablaría de países con más y menos desarrollo y recursos.
-¿Qué radiografía hace del continente latinoamericano?
-Estamos mejor que hace unos años, pero todavía hay mucho que hacer. En la mayoría de los países de América Latina el deporte no es una prioridad. Es triste, pero es así. Nuestros países tienen otras urgencias, como es la educación, la vivienda, el empleo, la economía, la salud y el deporte queda relegado. Y si el deporte no es la prioridad, imagínate el antidopaje, que es un pedacito del deporte. Entonces, tiene que ver con una realidad social y de región mucho más compleja que salir a decir: ‘Este país no invierte en antidopaje’. La WADA tiene un monitoreo del código según los estándares internacionales y cuando los países no cumplen tienen sanciones que pueden llegar a la no participación en los Juegos Olímpicos, por ejemplo tenés ahora el caso de Rusia, que estamos ante una apelación ante el TAS porque fue tan grave la falta antideportiva y un dopaje masivo y organizado, que se llegó a eso.
-¿Qué le generó ver Ícaro, el documental que denuncia doping de Estado en Rusia?
-Tuvo muy bien ganado el Oscar. Me impresionó. Me generó una gran desilusión ver todo el interés político que hay detrás de una medalla o un triunfo deportivo.
-¿El deporte de alto rendimiento y el dopaje siempre estarán relacionados?
-Sí, siempre van a estar relacionados. Pero lo que falta es educación e información. Educación en valores, sobre todo. En eso estamos trabajando con los jóvenes. Les marcamos lo que están mal, lo que es hacer trampa. Siempre habrá gente que quiere hacer trampa, porque pasa en la vida. Tratamos de que el deportista tenga la información y su primer contacto con el dopaje sea ante un educador y no ante un control. La presión en el entorno del deportista es muy triste. Pero el deportista es responsable de todo lo que entra en su cuerpo a toda hora del día. Una vez que está federado, puede ser controlado en cualquier lugar: si tocan timbre en la casa tiene que hacer el control. Además, el dopaje tiene un resultado negativo en la salud. Una sustancia es prohibida porque mejora el rendimiento en perjuicio de la salud. Por eso vemos algunas muertes súbitas que no terminamos de comprender, como cuando un futbolista se cae seco en una cancha, como las gimnastas que quedan estériles y otros deportistas jóvenes con ACV. Todo lo que está en la lista es perjudicial. Lo que vende una medalla hace que tengan esa tentación. Si esa victoria te va a generar unos millones de dólares, la tentación es mucho más importante.
-¿Qué representa un deportista tramposo para la WADA?
-Para la WADA, para mí y para la comunidad deportiva es una mezcla de desilusión, enojo y frustración. Lo que queremos es que el deportista que elige sacar una ventaja que no es justa sobre otro que sea sancionado, porque está mal y le quita valor a la gloria del deport. Es un tema de la vida, no solo del deporte. Brasil tiene una muy buena campaña que es #SouMaisEu, como decir 'soy yo mismo’, sin nada; si gano, gano, pero si pierdo, no pasa nada. El objetivo no es la medalla a cualquier precio. El deportista debe tener una conducta, pero también su entorno: su familia, su técnico, su preparador físico, sus compañeros de equipo. Siempre habrá tramposos, probablemente sea una utopía pensar en un deporte sin dopaje, pero no podemos dejar de luchar.
-La Argentina fue advertida en 2015 por la WADA por utilizar el laboratorio del Cenard, que no estaba habilitado para llevar a cabo los análisis antidopajes. Pero en 2018 se creó la Comisión Nacional Antidopaje (CNAD), que se encarga de los controles en las competencias amateurs y profesionales del país. ¿Cómo es el vínculo actual entre la WADA y la Argentina?
-Es mucho mejor. No es que Argentina fue sancionada: el laboratorio tuvo que cerrar porque no era acreditado por WADA y no podía hacer análisis y ahora Argentina manda sus muestras a un laboratorio acreditado, generalmente en Madrid, uno de los 32 habilitados. En el continente hay en Río de Janeiro y Cuba. Argentina está muy bien, ha progresado muchísimo, trabajan bien la parte de prevención y educación. Diego [NdR: Grippo, el presidente de la CNAD] y el equipo quieren hacer más, tener más impactos, analizar cuáles son los deportes de riesgo en la Argentina y siempre hay espacio para mejorar. Hay muy buen apoyo del gobierno, a través del Ministerio de Turismo y Deportes y del Comité Olímpico Argentino. Es muy importante que haya cambiado el gobierno y se haya mantenido la Comisión. La gente que trabaja es muy técnica, no es política y a veces es difícil cuando cambia la autoridad política. Por suerte entendieron que están vinculados a un trabajo científico. Lleva muchos años entender cómo funciona el estudio del dopaje.
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