Lucas Arnold Ker tiene 43 años y camina con ciertas dificultades, ya que hace unas semanas debió reemplazarse la cadera por completo, lesión que le provocó el tenis de alta competencia. "Hace unos años me la habían mejorado con artroscopia, pero ya no tenía cartílago, tomaba antiinflamatorios y del dolor no podía dormir. Una vez me quedé duro y las clases particulares las daba cada vez peor. Me sentía muy mal. Por suerte me animé a operarme", explica. Sin embargo, cierra los ojos y se siente un veinteañero. "Me gustaría seguir jugando", sentencia, sin bromear. El argentino, finalista en dobles de Roland Garros 1997 y ex N° 21 del ranking en esa especialidad (77° en singles), tiene una fuerza interior que abruma. Es muy activo. En 2007 se enfrentó con un cáncer testicular y ganó la batalla luego de innumerables sesiones de quimioterapia. "Llegué a sentirme al borde de la muerte", confiesa Arnold Ker (se agregó el segundo apellido en memoria de Lindsay, su madre fallecida).
Casi una década antes de aquella enfermedad superada, en julio de 1998, llegó a Gstaad con buena experiencia en el tour (88° de single) y dos series de Copa Davis disputadas. De todos modos, no tenía confianza. Había caído en la primera ronda de single de Wimbledon con el checo Bohdan Ulihrach después de adelantarse 6-2 y 5-2. Antes de viajar a Suiza jugó un challenger en Venecia, pero solo pasó una ronda. Y además, su querido entrenador, Alejandro ‘Colorado’ Gattiker, estaba golpeado anímicamente porque en esos días se había enterado de que su hermano, Carlos Gattiker, sufría de ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Por todas esas circunstancias, Arnold Ker se sintió realmente afortunado cuando después de perder en la última rueda de la qualy de Gstaad, ingresó en el cuadro principal como lucky loser por Tommy Haas, intoxicado. Mucho más privilegiado se sintió cuando supo que su rival en la ronda inicial era un wild card junior de 16 años, un tal Roger Federer al que nunca había visto. "Estaba nublado, frío, yo estaba en el vestuario, que encima era chico. Todo deprimente. Prácticamente no había chances de entrar como lucky loser. Hasta que veo que Haas le dice al médico que le dolía el estómago, decide no jugar y me dicen a mí para jugar contra un junior local. Más suerte, imposible. En esa época, Suiza no existía en el tenis. Estaba Marc Rosset y no mucho más. Si era un wild card español decía: ‘Bueno, cuidado’. Pero los suizos no me preocupaban", relata el oriundo de Olivos. Aquel match disputado hace dos décadas, un 7 de julio, y finalmente ganado por el argentino por 6-4 y 6-4, en una hora y 20 minutos, quedaría marcado a fuego por ser el primero en el ATP World Tour del hombre que se convirtió en leyenda y que ya suma más de 1150 triunfos.
"Me gustaba jugar en Gstaad porque había altura y eran condiciones rápidas; ya había jugado single y dobles en 1997. Contra Federer sentí que, por más que él venía de ganar Wimbledon junior hacía unos días, no me podía ganar de ninguna manera sobre polvo de ladrillo. En el peloteo noté que él le pegaba con mucho slice en el revés. Y ya en el partido le sacaba alto con kick al revés, me bajaba la devolución con slice y así no me complicaba. Yo subía a la red y le voleaba firme. Él era ágil, sacaba bien, tenía un buen drive, pero el revés no era bueno y lo aproveché. Recuerdo que salí de la cancha y al ver a Stephane Oberer, que había sido entrenador de Rosset y era capitán de la Copa Davis, le dije: ‘Bastante bien jugó el junior, eh’. ‘No, no: jugó mal. Te tendría que haber ganado’, me respondió, enojado. Yo después perdí en la segunda ronda con el Chino Ríos", rememora Arnold Ker, en pareja con Maru Brie y padre de Nacho (15 años), Bautista (5), Maia (3) y Felipe (1).
En aquel partido, según Arnold Ker, Federer no se mostró irascible ni enojado pese a la derrota. "Lo vi frío, frío. Venía de ganar Wimbledon y estaría feliz, entiendo que no tenía por qué enojarse. El match fue ajustado. Pero después del partido nunca se me cruzó por la cabeza: ‘Este va a ser buenísimo’. No. Nunca pensé que aquel junior se convertiría en leyenda", dice quien por entonces empuñaba una raqueta Wilson Pro Staff 6.1 Strech que conserva con algunos magullones y guarda en un baúl con trofeos, fotos y más raquetas. "Nunca vi fotos ni videos de aquel partido. ¡Parece como si hubiera sido hace 50 años! En el 2001 volví a enfrentar a Roger, pero en Basilea y en dobles, y ahí se tomó revancha [Roger y su compatriota Michel Kratochvil se impusieron por 6-1 y 7-5 ante Arnold y el australiano Michael Hill]. Admiro mucho cómo hizo Roger para evolucionar tanto. De no poder meter un revés contra mí hace veinte años a ser lo que es hoy. No me parecía un crack de chico. Yo estoy dando clases particulares en muchos lugares, me gusta enseñar y transmitir lo que aprendí y por eso siempre les digo a mis alumnos que lo observen mucho a Federer, que vean todo lo que hace para seguir mejorando pese a ser tan grande. Es admirable".
-¿Es Federer el mejor tenista que viste en tu vida?
-Durante mucho tiempo yo decía que Rafa Nadal era mejor que Federer. Lo dije mucho. Pero me equivoqué. Federer es el mejor de la historia. Está demostrado. Lo ves y no se puede creer cómo se mueve. Es probable que en su formación lo hayan hecho entrenar sin tanta carga, con más elasticidad y no tuvo el mismo desgaste que padecieron otros. Y se reinventó. Me desilusionó un poco cuando vino a jugar a Tigre con Del Potro [dos exhibiciones en 2012] y no me invitaron ni de aguatero. Pensé que capaz, como había debutado contra mí, me invitaban. Pero no. Capaz que el organizador no tenía idea tampoco. Pero bueno, ya está, ya pasó.
Después de anunciar que se retiraba en 2011, Arnold Ker reapareció en el tour en 2013. Lo curioso fue que regresó a Gstaad para jugar dobles [con Juan Mónaco] y en aquel torneo también actuó Federer, que no competía allí desde hacía nueve años y que se encontraba en un momento confusión tenística. "Estábamos en el mismo hotel, lo vi de lejos. Él estaba con su esposa y no quise molestarlo, no me animé a acercarme. Además en aquel torneo perdió rápido, con Daniel Brands. En ese 2013 parecía que llegaba el final y sin embargo hoy con casi 37 años sigue siendo increíble. Las veces que me crucé con él no pasó más de un ‘Hello, hello (Hola, hola)’. Nunca me comentó: ‘Che, vos me ganaste mi primer partido’. Con Rafa Nadal sí tuve más relación. Pero con Federer no. ¿Le tendría que haber dicho yo, ¿no? ¿Se acordará? Yo creo que sí. Del primer partido no te podés olvidar", se pregunta y también se responde el exdoblista, presente en 14 series de Copa Davis con la Argentina.
Entonces, ¿qué le preguntaría Arnold Ker a Federer si lo volviera a encontrar? "Qué recuerda de aquel partido de 1998 y si algún día jugaría un dobles conmigo en Gstaad. Mi padre, Henri, que tiene 91 años y es fanático de él, estaría muy feliz. Sería un lindo final de la película".
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