Los juniors argentinos en el Abierto de Australia: entre el aprendizaje más allá de los resultados y las pruebas en el reglamento

MELBOURNE.- Bromean. Charlan. Se abrazan. Observan todo a su alrededor. Se apoyan. Proyectan. Sueñan. María Lourdes Carlé (17 años), Sebastián Báez (17), Thiago Tirante (16) y Juan Manuel Cerúndolo (16) son los juniors que representaron a la Argentina en el Abierto de Australia ; una cantidad de tenistas poco habitual para el primer Grand Slam de la temporada. No lograron los resultados que añoraban (en singles, salvo Báez que cayó en la segunda rueda, todos perdieron en el debut). Todavía mascullan un poco de bronca por las derrotas, es verdad, pero, con madurez, observan más allá. Están en una etapa de formación, aunque muy cerca de las grandes ligas, y la experiencia en un torneo así, según coinciden, los ayudará.

Nosotros no ponemos el eje en los resultados, sino en que se enfoquen en las nuevas vivencias, que conozcan un país lejano, que jueguen en una superficie más rápida de la que estamos acostumbrados

“Fue una experiencia muy buena. Fue mi primer Grand Slam. Que estuviéramos cuatro juniors es muy importante para nuestro tenis. Nos ayuda a crecer y también es una cuestión de contagio. A medida que vamos creciendo nos vamos motivando”, describe Cerúndolo, número 11 del mundo en el ranking ITF e hijo del reconocido entrenador Alejandro "Toto" Cerúndolo. “El aprendizaje fue muy bueno. Creo que es la primera vez que la Asociación trae a una delegación tan grande. Tenemos un gran vínculo entre los cuatro, en realidad entre los seis (se refiere al capitán del equipo, Sebastián Gutiérrez, y al preparador físico Diego González)”, añade Tirante, 12° del mundo y representado por Team 8, el mismo agente de Juan Martín del Potro. “Mi resultado no fue el que yo deseaba, había trabajado muy bien para estar acá, pero fue una gran experiencia. Estamos agradecidos, porque es difícil traer a cuatro jugadores a Australia, es muy lejos y caro”, apunta Carlé, formada por Marcelo "Negro" Gómez en la escuela tandilense. Y Báez, potenciado durante muchos años por José Luis Clerc , agrega sobre la convivencia: “Nos sirvió un montón estar todos juntos en el primer Grand Slam del año, nos llevamos bien, nos alentamos, nos apoyamos”.

Los juniors debieron competir con algunas modificaciones nuevas y otras que ya se habían ensayado en el último Abierto de los Estados Unidos. La que mayor rechazo causó, precisamente, fue una que se implementó en el Melbourne Park: la abolición de let (el punto continúa aunque la pelota del saque haya dado en la faja, tal como en el voleibol). Una vez notificados del cambio, los jugadores se entrenaron de esa manera, yendo a devolver la pelota pese al desvío en la red. “Me pareció medio raro, no me gusta. Si en juniors se juega sin let en profesionales debería ser igual”, se lamenta el zurdo Cerúndolo. “A mí no me gusta esa regla, porque depende mucho de la suerte. No tiene sentido”, es contundente Tirante. “Cuesta acostumbrarse cuando toda la vida jugaste con let. Es un sistema que están poniendo, más que nada, para probar; no creo que dure mucho. Pero las reglas son reglas y habrá que acostumbrarse si se mantiene”, reconoce Carlé. “Lo de la faja no debería estar. Estábamos acostumbrados a que si la pelota tocaba la red directamente ni corríamos, fuera mala o buena. Y ahora es otra cosa. Es un cambio innecesario”, se lamenta Báez.

Aquí, como en el US Open pasado, se utilizó el reloj dentro del court para controlar los 25 segundos entre saque y saque. Esa regla fue bien recibida por los jugadores, igual que el coaching (se permite la comunicación con los entrenadores durante el partido). “Es un tiempo necesario entre punto y punto para pensar, y hasta para recibir alguna indicación de nuestro entrenador”, dice la única chica del grupo enviado por la AAT. “El reloj de 25 segundos está bien, porque algunos se pasan”, añade Cerúndolo.

Además, se hizo bastante más rígido el primer tramo del partido. A partir de que entran en la cancha, los jugadores tienen un minuto para acercarse al sorteo en la red. Luego, cinco minutos de peloteo. Y por último, un minuto más hasta mostrase disponible para sacar o recibir. Si no se respetan algunas de esas condiciones, el umpire tiene permitido aplicar una advertencia.

“Nosotros no ponemos el eje en los resultados, sino en que se enfoquen en las nuevas vivencias, que conozcan un país lejano, que jueguen en una superficie un poco más rápida de la que estamos acostumbrados, con pelotas muy rápidas. Nosotros jugamos en canchas más lentas, entonces, la toma de decisiones en este torneo debió ser más instantánea”, explica Gutiérrez, integrante del cuerpo técnico de Daniel Orsanic . “Más allá de los resultados, hacemos un balance bueno –dice–. Hacemos hincapié en que trabajen lo más profesional posible, manteniendo la idea de que son chicos. Pero mientras incorporen los hábitos de los profesionales, más rápido van a dar el salto. Estuvieron viendo a los buenos, como a Zverev, a Nadal, observando cómo preparan los partidos, los entrenamientos”.

Los sueños de los cuatro juniors, como de tantos otros en la Argentina, siguen adelante.

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