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Lautaro Corthey: del tenis criollo a ganar sus primeros puntos para el ranking del tenis convencional
La increíble historia de un santafesino que debutará en un Challenger en su ciudad
- 8 minutos de lectura'
Lautaro Corthey pide que lo pellizquen para saber si realmente es real lo que está viviendo o si se trata de una ficción. Santafesino, de 24 años, se destacó desde chico en el tenis criollo (o tenis con paleta), el segundo deporte nacional después del pato (así declarado en 2001 por la Cámara de Diputados de la Nación), pero desde 2019 empezó a jugar al tenis “inglés”, el convencional, y hoy, al conseguir un puñado de victorias en el Challenger de Santa Fe, su ciudad, se aseguró puntos parar entrar en el ranking de la ATP por primera vez. Además, al superar los dos desafíos de la clasificación, instancia para la que recibió una invitación, jugará su primer cuadro principal de un certamen de esa categoría (la segunda del profesionalismo). Y todo a sólo cuatro años de empezar a empuñar una raqueta.
La geografía de la cancha de tenis criollo es similar a la del tenis convencional, pero con dimensiones más pequeñas (18,50m de largo por 8,50m de ancho). Sí es diferente el objeto clave con el que se le pega a la pelota: en vez de una clásica raqueta con encordado, se utiliza una paleta de madera, la misma de la pelota paleta, con tarugos. El tenis criollo se juega en la Argentina desde, por lo menos, ochenta años. Se desarrolló, precisamente, en Santa Fe, en el club Regatas, en 1940, cuando esa institución sufrió un voraz incendio y gran parte de sus instalaciones quedaron en ruinas. Se cuenta que allí, un poco por casualidad y otro poco por ingenio, un grupo de socios utilizó remos arrumbados en la terraza, ya casi sin uso, para comenzar a escribir la historia: colocaron un mástil encima de dos caballetes y, con una pelota, empezaron a realizar los primeros esbozos de lo que más tarde se convertiría en el tenis criollo, el mismo que Corthey conoció en su infancia, a los cuatro años.
Diversos familiares de Corthey, empezando por su abuelo, Adolfo (apodado “Cartucho”), jugaron, en algún momento, al tenis criollo. Y Lautaro adoptó la tradición; comenzó paleteando en el patio de la casa de su abuelo, en el barrio santafesino de Guadalupe. Pero a los seis años quiso seguir avanzando y se unió a la escuelita del club Unión y Progreso, donde tuvo como profesor a Cristian Resek, un referente en la actividad. Corthey se destacó muy rápido, claro. Y, con el tiempo, fue tal su perfeccionamiento que se adueñó de catorce títulos nacionales (en singles, dobles y dobles mixto) y es considerado uno de los mejores jugadores de tenis criollo de la historia. Lautaro siempre destacó el “ambiente familiar” que encontró en ese deporte. De hecho hasta se dio el gusto de ganar títulos en dobles haciendo pareja con su abuelo, su papá (Walter) y sus hermanos (Mauricio y Emiliano).
“Competí siempre por la región, por Santa Fe, Rosario, también por pueblos como San Carlos y San Justo. En los torneos, por lo general, hay unos 300 inscriptos y el ambiente es muy familiar. Se pasan muy lindos momentos. Iba a la escuela Verna, en mi ciudad, salía a las cinco y media de la tarde, me cambiaba en el auto y hacía unas diez cuadras hasta el club, para entrenar tenis criollo. Iba dos veces a la semana”, describe Corthey, que luego de terminar los estudios del secundario empezó a hacer el profesorado de educación física hasta que el padre de un alumno suyo (Lautaro daba -y sigue haciéndolo- clases de tenis criollo en el club Banco Provincia para solventarse sus gastos) le preguntó por qué no probaba en el tenis tradicional. La respuesta fue contundente: “No tengo plata para bancarme la carrera”. Pero este papá le ofreció apoyarlo económicamente durante un tiempo.
Un puntazo de tenis criollo
“Me gustaba el tenis inglés, pero no era mucho de mirar. Siempre me gustaron Federer y Nadal, pero no mucho más. No sé por qué, pero mi sueño era salir en la televisión jugando al tenis. Y este papá de un alumno me propuso ayudarme y lo hizo durante seis meses. En noviembre o diciembre de 2018 agarré una raqueta por primera vez y en enero de 2019 empecé en la academia de Enzo Artoni, en Santa Fe. Estuve meses sin ganar un partido. Me costó mucho adaptarme porque en el tenis criollo no se enseña mucho la parte técnica o cómo poner los pies para golpear: es, más que nada, golpear la pelota fuerte, como sea y que pase. En el tenis tradicional hay un montón de cosas para trabajar, como las empuñadoras, los movimientos. Además, yo estaba acostumbrado a una paleta chica, pesada y de mango cuadrado; con la raqueta, de grip redondo, la pelota toma más efectos, las canchas son más grandes. En el saque de tenis criollo hay que picar la pelota contra el piso en la línea de base, mientras que en el tenis tradicional la pelota se lanza al aire. Enzo, mi entrenador, me ayudó a sacarme el chip del otro tenis, por decirlo de una manera”, le explica Corthey a LA NACION.
Después de adaptarse al nuevo deporte y de superar, de cierta manera, la transición (y también los comentarios negativos, ya que le decían que estaba “grande” para entrar en el tenis convencional), comenzó a competir. Como Lautaro ya no tenía edad de junior (hasta los 18 años), debió hacerlo directamente en el circuito de los (ex) Futures (la tercera división del profesionalismo). Su primer torneo fue el M25 de Rosario, en marzo del año pasado (perdió en la primera ronda de la clasificación). También actuó en otros certámenes de la categoría en Quito, Río Cuarto (Córdoba), Salta y Tucumán. En los últimos meses se destacó en varios torneos Pro Tour de la Asociación Argentina de Tenis.
A Corthey lo premiaron como un wild card para la clasificación del Challenger que se juega esta semana en el Santa Fe Lawn Tennis Club (con 40.000 dólares en premios). En la primera ronda derrotó al argentino Felipe De Dios (1218° del ranking; 19 años) por 4-6, 7-5 y 6-1, mientras que en el último desafío, con el que terminó ganándose un lugar en el main draw, superó a otro compatriota, Manuel Mouilleron Salvo (1640°; 20), por 6-4, 3-6 y 6-3. Este martes, por la primera ronda del cuadro, se medirá con Luciano Tacchi (1850°; 22). Lautaro sólo tiene una raqueta para jugar: se la obsequiaron hace pocos días (tiene otras dos, pero en mal estado, fisuradas). También se la encuerda él mismo (con la máquina portátil), para ahorrarse el dinero del servicio de mano de obra.
“No tengo ningún sponsor, me estoy bancando todo yo. Tengo que pagar la academia ala que voy, las cuerdas (uso dos rollos por mes), las zapatillas (un par por mes), los suplementos que tengo que tomar, los viajes, etcétera. Somos una familia que la lucha día a día; mi mamá, Karina, trabaja en una peluquería para perros y mi papá hace cobranzas”, añade. Lautaro, mientras tanto, sigue dando clases de tenis criollo en dos clubes de la ciudad. En los dos partidos que jugó en el Challenger santafesino recibió el caluroso apoyo de su familia y alumnos.
Un saque de Corthey en tenis criollo
“Esto es una locura. Una locura. Yo ya estaba contento por el wild card que me dieron..., imaginate ahora. Es una locura”, repite Corthey. Se le humedecen los ojos y se le entrecorta la voz cuando piensa que, en unos días, cuando se actualice el ranking, aparecerá allí, donde están Carlitos Alcaraz y Novak Djokovic. “Será una locura verme en el ranking. Voy a hacerle una captura de pantalla, lo voy a ampliar, a imprimir y a poner en un cuadro. Lo que estoy logrando, viniendo del tenis criollo y teniendo en cuenta que hace sólo cuatro años y unos meses que empecé a jugar, es único”. Y tiene razón.
Reglas básicas del tenis criollo
El tenis con paleta o criollo se juega entre dos bandos, compuesto cada uno por uno o dos jugadores, y tiene por objetivo enviar la pelota por sobre la red, y dentro del ancho correspondiente al sector rival, golpeándola con la paleta argentina (de madera con tarugos) de volea o después de un pique, con un golpe por bando, alternativamente. La medida de la cancha es de 18,50m de largo por 8,50m de ancho con cuatro “zonas de saque”; quedarán delimitadas por dos “líneas de saques”, paralelas a las de base y marcadas a 3,25m de éstas, hacia la de la red, y por la “línea divisoria central”, que unirá ambas líneas de saque, a 3,25m de cada lateral interior. La red que unirá ambas líneas laterales exteriores se ubicará sobre la línea de red a 0,80m del nivel del piso.
Los partidos se disputan “al mejor de tres” (se deben ganar dos chicos) o “al mejor de cinco” (debiendo ganar en tres chicos), considerándose que cada “chico” podrá tener una duración de 16 o 20 tantos, contados sucesivamente, siendo condición para finalizar cada “chico” lograr una diferencia mínima de dos tantos. La entidad organizadora de cada evento fijará la modalidad a aplicar en los partidos.
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