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La noche en que el público argentino adoptó a Federer
Más allá de que enfrente lo tuvo a Del Potro, Roger fue el gran mimado por los casi veinte mil fanáticos que se deleitaron no sólo con su exquisito tenis, sino también por su calidez humana.
Dicen que lo bueno se hace esperar. Incluso muchas veces ni hasta el más optimista piensa que pueda llegar. Lo que hasta hace muy poco tiempo era impensado para el público argentino, anoche se hizo realidad. Nada menos que Roger Federer, el mejor tenista de todos los tiempos, se presentó por primera vez en el país. Y su recepción estuvo acorde a la de una persona de su jerarquía. Sí… la palabra tenista le queda chica a este verdadero fenómeno. No sólo por su indiscutida calidad con la raqueta que lo diferencia del resto, sino además por su calidez como ser humano. Y en apenas pocas horas desde su arribo a Buenos Aires, la gente captó esa humildad y se la retribuyó con un cariño y afecto pocas veces visto.
Si bien enfrente estaba Juan Martín del Potro, la mejor raqueta del tenis argentino, los flashes se los llevó el gran Roger. Ya desde su ingreso al estadio uno podía percibir esa química que se fue gestando punto tras punto. Pincelada tras pincelada. Es que con cada toque o golpe que imprimía con su sello de excelencia, la gente no podía más que levantarse de su asiento para venerar al gran Maestro. Y esa veneración se convertía en una incesante ovación cada vez que el suizo se volvía cómplice de cada aplauso y comentario que caía de las tribunas.
"Gracias por venir" / "Roger te amo" / "Kiss me" / "Roger, ¿dónde dejaste la nave?"/, fueron algunos de los gritos que condimentaron un duelo que lejos estuvo de ser una exhibición, por la intensidad mostrada por ambos protagonistas. Y religiosamente ante cada uno de esos comentarios, el actual número dos del mundo soltaba una risa cómplice, aún sin entender lo que le estaban diciendo. Pero él nunca pierde la compostura. Esa perfección suiza que emana, pareciera que sólo los de su raza la pueden tener. Es que al mismo tiempo que contemplaba los constantes elogios de la gente, se lo podía ver sumamente concentrado en el duro duelo que le propuso Delpo.
Hasta incluso era raro ver cómo cuando perdía un punto, buena parte del estadio trataba de levantarlo al grito de "¡Vamos Roger!", teniendo enfrente a Juan Martín. Pero sin dudas era la noche de su Majestad, quien casi hace caer a todo el estadio cuando en el segundo game del segundo set realizó una Gran Willy tras un ataque del argentino. A pesar de que el tandilense se terminó llevando el punto, la ovación perduró durante varios segundos. Mientras que los protagonistas se reían y hasta el propio Del Potro alzó sus brazos para encender aún más al público en un claro gesto de respeto y admiración hacia su gran ídolo.
Si bien el encuentro tuvo poco de show, algo habitual en este tipo de exhibiciones, la gente seguramente se fue a sus casas aún más enamorada de esta leyenda del deporte. Dado que no sólo pudo admirar cada golpe perfecto del suizo, sino además se llevó la grata sorpresa de que un fuera de serie como él, a quien muchos tildan de "marciano", en todo momento mostró un gran respeto hacia el público argentino. Algo pocas veces visto en las verdaderas estrellas, cualquiera sea el rubro…
La inmensidad de su juego también se ve traducida en su persona. Durante el transcurso de la noche, que pasó del papelón a la euforia, Federer también incluyó en la fiesta a los chicos que estaban como ball boys. Cuando promediaba el set definitivo, Roger con una simple broma seguramente marcó de por vida a esos chicos. Junto con Delpo comenzaron a revolear pelotas al aire, que caían en manos de los alcanzapelotas . Así como en su tenis traduce lo complejo a simple, con este pequeño gesto se ganó el corazón de esos pocos afortunados.
Pero la noche tomó mayor temperatura cuando, sobre el final del duelo, el suizo, levantando una mano y colocando la otra en su oreja, comenzó a incentivar a cada uno de los cuatro sectores del estadio. Instantáneamente, las casi 20.000 almas presentes se levantaron de sus asientos con los brazos en alto para pedirle al gran protagonista de la noche una pelota. Y él no defraudo. En medio de sonrisas y un clima, por ese entonces, eufórico, arrojó dos pelotitas para seguir agregándole condimentos a una noche que para muchos, ya era inolvidable.
El 3-6, 6-3 y 6-4 final a favor de Del Potro resultó sencillamente anecdótico. Como bien lo remarcó Juan Martín, una vez finalizado el encuentro. Por ese entonces, cuando ya promediaban las 23:30, Federer no sólo ya había disputado su primer partido en suelo argentino, sino además logró lo que muy pocos consiguen en cualquier parte del mundo. Durante las casi dos horas de juego, el suizo fue adoptado por un público argentino que todavía no entendía que había visto al más grande de todos.
Mientras los protagonistas amablemente firmaban autógrafos a la avalancha de fanáticos que se agolparon para tener la firma de sus ídolos, previo al ingreso a los vestuarios, de fondo sonaba el tema "Human" de The Killers. Y no podía haber mejor canción que esa para despedir a este fenómeno. "Are we human?", pregunta en una de sus estrofas. Y la verdad es que estos dos días bastaron para dejaron en claro que, al menos Roger, no es un humano.
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