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La increíble historia de Marcus Willis: de jugar contra Federer en Wimbledon a trabajar en una obra
En 2016 enfrentó a la leyenda suiza en la Catedral del tenis, pero el difícil camino de los tenistas que no se meten en el top 100 lo llevó a cambiar la raqueta por los ladrillos
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La historia de Marcus Willis es digna de un documental. El hombre nacido en Inglaterra se ganaba la vida dando clases de tenis cuando en 2016 ganó siete partidos de la fase previa de Wimbledon. Esa muy buena racha concluyó con algo soñado: enfrentarse al enorme Roger Federer y nada menos que en la Catedral del tenis. Pero a cinco años de aquella oportunida única, su vida dio un vuelco: hoy trabaja en la obra de su primo y está alejado de los courts.
Willis, que entonces se llevó el honor de ser galardonado con el mejor golpe de Wimbledon 2016 por un globo sobre Federer, ahora tiene 30 años y observa el retiro como la opción más clara por las pocas ayudas que reciben los tenistas y la difícil situación en la que están los que no son ‘top’.
“Lo llevo pensando un tiempo y creo que me costaría demasiado dinero a lo largo de los próximos años. Incluso si aceptara algún patrocinio”, explicó Willis en una reciente entrevista con el Daily Mail. Y agregó: “Creo que se volvió muy difícil para nosotros por los pocos puntos que nos dan en los niveles más bajos. Es algo que tienen que revisar. No debo ser el único en esta situación y es incluso es peor para las mujeres. Si hubiera estado en buen nivel me habría llevado dos años estar donde me hubiera gustado”.
Para ejemplificar las dificultades a las que se enfrentan los tenistas que no suelen clasificarse a los torneos deGrand Slam, los Masters 1000 y los ATP 500 y 250 que se tienen que batir en los Challenger y Futures, Willis nombra a su compañero Lloyd Glasspool, número 129 del mundo: “Es un buen tenista que llegó a ocho finales de Challenger en los últimos cinco meses, pero aún sigue fuera del top 100, que es donde está el dinero”.
Hace más de dos meses que Willis no juega. Su última aventura en el tenis se dio en Grecia, donde disputó un par de torneos de dobles, antes de darse cuenta de que no valía la pena tanto esfuerzo y que era mejor idea unirse a la obra de su primo y comenzar a poner ladrillos en lugar de golpear pelotas amarillas. “Tengo una familia de la que cuidar y soy mayor. Lo que me preocupa es que vas a ver a más jugadores de todas las edades dejando el deporte. Tenés que jugar más torneos para conseguir más puntos y para sobrevivir necesitas más ayuda financiera”, apunta Willis.
“Odio pensar en la cantidad de tenistas británicos que vi que acaban en trabajos normales cuando podrían haber llegado mucho más arriba. Es un deporte muy difícil y sé que ha habido veces que no he sido lo suficientemente disciplinado. Fue una pesadilla lidiar con ello”, confiesa.
Echando una mirada al pasado, Willis recuerda con orgullo aquellas semanas en Wimbledon, tanto el paso por los preclasificatorios como su fase previa en Roehampton, donde venció a dos top 10 como Daniil Medvedev y Andrey Rublev antes de pasar al cuadro final, derrotar a Ricardas Berankis y medirse a Federer.
“Jugar contra Roger fue fantástico y todo lo que le siguió fue increíble, pero quizás el día más feliz fue cuando recogí mi acreditación como participante del cuadro final sabiendo que había llegado hasta ahí a través de toda la previa. Fue muy emotivo darme cuenta de que había hecho eso”, añade Willis, quien ahora cuelga la raqueta para darle al martillo., pero se muestra orgulloso de su pasado: “No fui Top 100, pero el tenis me dio grandes lecciones de vida”.
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