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La historia del fisioterapeuta argentino que ayuda a Novak Djokovic a recuperar la sonrisa en el tenis
El ex Nº 1, que se rehabilita de una lesión en el codo derecho y no competirá hasta 2018, tiene en su equipo al santafecino Ulises Badio, fisioterapeuta y especialista en medicina china
Novak Djokovic , el ganador de 12 trofeos de Grand Slam, no compite desde Wimbledon. A los pocos días de retirarse en los cuartos de final por una insufrible lesión en el codo derecho, el actual número 6 del ranking mundial anunció que se alejaría del circuito hasta 2018, por un descanso que le permitiera rehabilitarse y recobrar la fortaleza física –y la mental–. Este tiempo alejado de la vorágine del circuito le permitió, además, dedicarse por completo a la familia: su mujer, Jelena, dio a luz a Tara (la pareja ya tenía a Stefan, de tres años).
“Desde hace dos meses no toco la raqueta. En cierto punto es un alivio tener este tiempo para organizar mi vida, cimentar de nuevo las bases de mi juego y mi cuerpo. Me gustaría decir que voy a jugar diez años más, pero no lo sé. Vamos a ver”, contó Nole en las últimas horas, en las que se conoció que Andre Agassi continuará siendo su entrenador. En el equipo que diariamente ayuda a Nole a llegar al próximo Abierto de Australia en buenas condiciones, hay un argentino, el fisioterapeuta Ulises Badio, un santafecino que vivió en Córdoba desde los ocho años y que, desde que emigró a Estados Unidos a los 22, no dejó de crecer y formarse, hasta ganarse un lugar de privilegio en el mundo del tenis.
Badio se crió en una familia trabajadora, con una madre (Isabel) ama de casa, un padre (Enrique) de origen italiano (turinés) y obrero de la construcción, y una hermana mayor (Lorena). Aplicado, a Ulises nunca le quedaban materias pendientes para el verano y lo aprovechaba de diciembre a marzo. Vivía en Villa Carlos Paz, cerca del balneario Playas de Oro. El río, los asados y el fernet, el cuarteto y el chamamé eran parte de su escenografía estival. Claro que cuando llegaba marzo se comprometía 100% con el estudio.
Hizo la licenciatura en kinesiología y fisioterapia en la Universidad Nacional de Córdoba, y se especializó en medicina tradicional china y acupuntura. “Cuando era chiquito le decía a mi madre que un día me iría para conocer el mundo entero. y ella me respondía «Ulises, vos siempre soñando...». Mi padre, que volvía del trabajo con muchos dolores de columna, me decía «hijo, te doy dos opciones para el futuro: o estudiás o estudiás». Y así fue”, le relata Badio a la nacion desde Montecarlo, a donde acaba de llegar luego de estar con Djokovic en Belgrado.
En busca de su sueño y siendo un veinteañero en la tierra de la Mona Jiménez, juntó dinero como pudo (llegó a vender su querida bicicleta), viajó a Nuevo México y se educó en un centro quiropráctico. Luego de un año en Estados Unidos, su destino fue Valencia; se desempeñó como mozo en un bar durante algunos meses hasta que le homologaron su título en España y pudo trabajar de lo suyo en clínicas deportivas. Después de seis años su vida profesional cambió definitivamente en Italia: conoció a Giovanni Di Giacomo, un prestigioso especialista en lesiones de hombro y director del servicio médico del Abierto de Roma. Badio se perfeccionó en trastornos de hombro, codo y mano. Asistió a jugadoras de la WTA, hasta que en 2013 se incorporó al torneo que se desarrolla en el Foro Itálico y entró en un mundo que terminó siendo ése que soñaba mientras estudiaba en las noches cordobesas, con Horacio Guarany de fondo musical.
El mundo Nole
Más allá de su rica evolución profesional, la carrera de Badio terminó de dar un gran salto en esta temporada. Djokovic llegó a Roma tras romper su vínculo con el cuerpo técnico que lo acompañaba desde hacía una década. Y en uno de los primeros días de certamen, el balcánico vio al argentino trabajar y le preguntó si podía tratarlo. Lograron buena conexión y Djokovic quiso que lo ayudara en todo el certamen (el serbio perdió la final contra Alexander Zverev). Después del torneo, el por entonces 2º del ranking propuso al argentino que lo asistiera en Roland Garros, y eso sucedió. El vínculo se hizo aun más formal y full time. Badio renunció a toda función relacionada con el ATP Tour e interrumpió sus tareas en las clínicas de Treviso. Hoy, el fisio es el hombre que está con Djokovic desde que el serbio se levanta hasta que se acuesta.
“Vivo entre Italia, Serbia y Montecarlo [donde reside Djokovic]. Soy soltero y eso me permite estar a su disposición las 24 horas. Me dice «nos vamos a París»; vamos. «Vamos a Shanghai»; vamos. Ése es mi trabajo. Cuando estaba en el torneo de Roma, no me conformaba. Veía a los grandes tenistas y quería estar con ellos full time. Hoy se cumplió mi anhelo. Y, como si fuera poco, que Agassi sea parte del equipo en el que estoy es maravilloso. Yo había leído su biografía y me había emocionado su estilo. Ahora lo conocí y me parece una persona encantadora, sabia y hasta un poco tímida”, aporta Badio. ¿En qué idioma se comunica con el ex Nº 1? Italiano. “Un poquito también en español, porque Novak lo entiende bien”, cuenta el argentino. Y añade, con mucho optimismo, sobre el futuro del jugador de 30 años: “Nole tuvo una lesión importante y estamos controlándola. El tiempo era fundamental para que se sintiera mejor. La decisión que ha tomado, de no jugar más por 2017, fue la mejor para formar un protocolo de trabajo y no equivocarnos en el tratamiento. Está con muchas ganas, no ve la hora de volver”.
Los conocimientos de medicina y nutrición china acercaron aun más a Badio y Djokovic. Lo ayudaron a entender más su situación, ya que Nole es vegetariano y tiene una fuerte vida espiritual. El fisioterapeuta es un pilar en el trabajo diario del serbio: lo ayuda con los ejercicios de recuperación y de prevención de lesiones, pero también en la planificación de sus comidas y en la elaboración de sus batidos vitamínicos. Inclusive, junto al preparador físico Marco Panichi, hasta se preocupa de que el agua que tenga el tenista para beber sea natural, pues fría no le gusta.
Desde su cargo, Badio es testigo cercano de la envidiable –y casi sobrenatural– elasticidad de Djokovic. Según el argentino, la clave es el stretching (estiramiento). Aunque la naturaleza del serbio –obvio– ayuda: “Puede adquirir una flexibilidad increíble. Tiene una estructura fisiológica que lo ayuda. Pero además hacemos cuatro sesiones de stretching por día y eso es fundamental”, detalla.
Con las horas de convivencia se generó una suerte de complicidad entre Djokovic y su fisioterapeuta. “Después del trabajo nos divertimos mucho. Me dice «Uli, métete un poco de reggaeton». La música latina lo pone de muy buen humor”, detalla Badio. ¿Se animará a hacerle probar fernet? “El fernet es como el mate: una vez que lo probás es difícil no aceptar uno, y más si lo ofrece un amigo”, bromea el argentino que ayuda a Djokovic a recuperar la sonrisa en el court de tenis.
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