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La Argentina Se sacó un peso de encima: sigue en la elite
En Sunrise, revirtió una serie desfavorable y venció por 3-2 a Israel para asegurar la permanencia en el Grupo Mundial; Mayer y Berlocq, los dueños de los festejos en la última jornada
SUNRISE, Estados Unidos.- Hay momentos en los que un deportista profesional se distingue, eleva el listón, se gradúa. Sea veterano o juvenil, hay circunstancias que fortalecen para siempre, que no se olvidan. No era ligera la responsabilidad de Leonardo Mayer ni de Carlos Berlocq. Tener que ganar sus dos partidos frente a Israel para que la Argentina no descendiera de categoría en la Copa Davis, resultaba todo un riesgo. Y no porque no tuvieran condiciones como para vencer a Dudi Sela (84° del ranking) y al novato Bar Botzer (20 años, 776°), sino porque en estos casos no sólo juega lo deportivo. Influyen los nervios, el estómago, la mente, la presión, los comentarios, el público. Además, en un escenario tan sofocante y húmedo, los calambres y el agotamiento físico están a la orden del día. No era sencillo celebrar; la última sensación del sábado, tras la derrota del dobles, encendió alarmas. Sin embargo, ambos superaron con contundencia el examen. Y el equipo nacional, más allá de los errores cometidos, se impuso por 3-2; así, en 2015 jugará en la elite por 14° año consecutivo.
Lo venía estudiando Mayer al chiquitín y eléctrico Sela. Había analizado sus golpes y movimientos el viernes, cuando el israelí venció a Berlocq. También observó acciones de sus partidos por Youtube junto con Leo Alonso y Javier Fernández, sus entrenadores, presentes aquí. Se había preparado el Yacaré. Además, anteanoche y ayer por la mañana habló telefónicamente con Juan José Grande, el licenciado en psicología que lo ayudó a romper cadenas, a hacer añicos los miedos. Estaba tranquilo Mayer; no quería pensar en todo lo que se jugaba porque se hubiera agarrotado. Y así fluyó su tenis, con naturalidad y eficacia, como si estuviera en el río Paraná pescando dorados, su gran pasión. A Sela, literalmente, lo derrumbó a latigazos. Cada vez que Mayer pegó el drive afirmado en el cemento, al israelí se le hizo casi imposible sostener el peloteo. Hubo una diferencia de celeridad notable. "¡Y pegue, y pegue Leo, pegue!", fue el grito que nació en el puñado de hinchas argentinos. Ocurre que lo que se veía en el court se asemejaba a un combate de boxeo entre un peso pesado y un minimosca. Serio, agresivo, enfocado, preciso. Desde bases sólidas fue construyendo Mayer su victoria por 6-2, 6-1 (duró solamente 20 minutos) y 6-4, en 1h32m, finalizando con 15 aces, 92% de puntos ganados con el primer servicio y 40 tiros ganadores sobre 7 de Sela. Actitud le sobró. Y las lágrimas y el beso con su novia, Milagros, y ante los ojos de todos luego del final del encuentro, ilustró el estado de ánimo de un muchacho que no tiene maldad y que es querido por la mayoría en un ambiente tan competitivo.
"Pensé que el encuentro iba a ser largo y difícil. Trabajé mucho en el partido. Uno, cuando juega, no piensa en toda la gente que está pendiente, porque si lo hacés quedás paralizado en la cancha. Sólo pensé en jugar un partido y que la cancha era la misma acá, en Wimbledon o en Roland Garros. Desde hace un tiempo empecé a trabajar todas las áreas, la tenística y la mental. Siendo más grande uno va entendiendo lo que le dicen. La madurez llega. Es por eso que empecé a jugar así", reconoció, simple e inteligente, Mayer, en la mejor temporada de su carrera. Su serenidad sólo se alteró cuando le apuntaron, en rueda de prensa, que Sela le había quitado méritos diciendo que había jugado tan mal que hubiera perdido hasta si jugaba ante Mariano Zabaleta, el sub capitán. "Se la pasó buscando la pelotita para atrás... ¿Hoy no jugó bien o lo cagué a palos? Yo creo que lo cagué a palos. Le tengo respeto, lo conozco, pero a veces hay que decir que el otro jugó mejor que él, y eso es más sano que mentir", castigó el peso pesado con raqueta de Corrientes, y apuró el paso para sumarse al equipo y al cuerpo técnico para observar y alentar a Berlocq.
Botzer, hasta el viernes cuando se midió con Mayer, en el primer punto del repechaje y en su debut copero, hasta entonces sólo había disputado Futures y Challengers. Entonces era, desde los papeles, lógico que el hombre de Chascomús no presentara inconvenientes para deshacerse de un juvenil. Pero Botzer, que reemplazó al single 2, Amir Weintraub, que no estaba en condiciones tras una cirugía de ingle, no tenía nada que perder. Sabía que si lograba quebrarle el servicio a Berlocq podía incomodarlo, ya que tampoco el argentino llegaba envalentonado. Pero si Charly el viernes, ante Sela, se había mostrado débil y vacilante, ayer fue todo lo contrario y desde el inicio. Triunfó por 6-2, 6-3 y 6-0, en 1h47m, en la que fue su primera victoria de la temporada sobre superficie dura (1-6).
"Para todos era una mochila pesada esta serie. Sabía que era una lucha interna ante Botzer, que yo tenía toda la presión. Desde ayer y hoy, yo estaba con unos nervios y miedos increíbles, porque si perdía lo arruinaba todo. Todas las cosas que se les pasan por la cabeza a ustedes, me pasaron a mí. Pero me concentré y eso ayudó. Estoy orgulloso", dijo Charly, que durante el partido, fiel a sus manías, mandó a encordar ocho raquetas. Casi nunca lo complicó la velocidad ni la altura de la pelota de Botzer y, cuando ya se oían truenos, le puso un moño a su partido con un toquecito en la red, para arrojarse en el piso, abrazarse con sus compañeros y emular, como ya es un clásico, al Increíble Hulk, desgarrándose la camiseta. "¡Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, se va a la B!", fue el desahogo, mientras los integrantes del equipo se empapaban con bebidas de todo tipo.
Que, después de tantos temores, la Argentina haya logrado mantener su butaca entre los mejores 16 del mundo, como lo hizo desde que regresó al Grupo Mundial en 2002, representa un alivio deportivo y económico para la AAT, que mantiene su andamiaje Davisdependiente. Un descenso hubiera afectado a toda la estructura del tenis nacional. Después de un año más ingrato que alegre para el deporte de las raquetas en nuestro país, es motivo de celebración el 3-2 ante Israel. Ahora, sería saludable no olvidar los errores para que desde 2015, de una vez por todas, la Copa Davis no sea motivo de angustia y sí de disfrute.
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veces la Argentina dio vuelta una serie que perdía 1-2: ante Brasil (1976), Alemania (1990), y ahora, frente a Israel.
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