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Kevin Anderson le ganó a John Isner en una maratónica semifinal de 6 horas y 36 minutos en Wimbledon
LONDRES.– Después de seis horas, en el All England parece ya no haber hinchas parciales y todos coinciden en un sentimiento: quieren que el partido termine. "¡Vamos, cualquiera de los dos!", grita uno de los miles de espectadores en el court central de Wimbledon , y los demás ríen. La escena se repite por enésima vez en un quinto set maratónico: saca John Isner y sostiene el servicio; saca Kevin Anderson y sostiene el servicio.
El público se impacienta. Los protagonistas están agotados. La umpire, Marija Cicak, no baja de la silla ni siquiera para ir al baño. El único que se mantiene inquieto es Justin Gimelstob, el entrenador de Isner, de gestos ampulosos en el box del estadounidense. Se festeja cada vez que uno de los dos se pone 0-15 arriba hasta que Isner convierte en una costumbre remontar una desventaja de dos puntos en cada uno de sus games de saque, ace tras ace, bomba tras bomba.
"Podía sentir a la multitud. La gente estaba impaciente por que nos fuéramos de la cancha. Había estado viéndonos durante más de seis horas", contará el sudafricano Anderson en la rueda de prensa.
De repente, el duelo se vuelve caótico. Isner, que minutos antes pidió en chiste a la umpire que determinara un tie-break para desempatar, yerra una volea fácil... y Anderson lo imita. Uno de los alcanzapelotas se le cruza al estadounidense en medio de un punto. En otro, el africano se resbala y, diestro, devuelve de zurda en un punto que termina ganando. El estadio celebra un tanto inolvidable en un guión que de inolvidable tiene poco, más allá de quedar en la eternidad: es el encuentro más largo realizado en el estadio principal del All England, y el segundo en la historia general del torneo, además de la semifinal más extensa del tenis todo.
Isner es un hombre curtido en guerras interminables, pero parece extenuado y hace un esfuerzo sobrehumano para seguir corriendo, con el talón izquierdo convertido en un calvario y una ampolla insoportable en el pie derecho. En 2010 protagonizó el cotejo más largo de todos los tiempos, también en Wimbledon: venció por 6-4, 3-6, 6-7 (7-9), 7-6 (7-3) y 70-68 al francés Nicolas Mahut en la cancha 18, donde una placa recuerda las 11 horas y 5 minutos de aquella batalla que se dividió en tres jornadas producto del mal clima y de la paridad.
Ahora, en 2018, por fin Anderson quiebra en el 49º game y de repente surge un rugido en las tribunas: es la angustiante celebración de fanáticos que vinieron a ver a Rafael Nadal y a Novak Ðokovic. Sin embargo desconfían, porque en el tercer y el cuarto sets el sudafricano desperdició la oportunidad de confirmar quiebres, en dos ocasiones. Pero ahora no falla: un drive de Isner se va ancho y Anderson rubrica su victoria por 7-6 (8-6), 6-7 (5-7), 6-7 (9-11), 6-4 y 26-24 después de 6 horas y 36 minutos. Aunque otra vez finalista de un certamen de Grand Slam, no festeja, se toma la cabeza, se saca su gorra blanca y camina rumbo a Isner para reconocer su esfuerzo.
"Me disculpo por no estar más emocionado en este momento. Rspero que esto sea una señal para que los Grand Slam cambien su formato", reflexiona frente a las cámaras de la BBC. "Las reglas necesitan ser modificadas. Creo que todos vamos a estar de acuerdo en eso", coincidió Isner. Wimbledon, al igual que el Abierto de Australia y Roland Garros, no establece el tie-break como criterio de desempate en el quinto parcial. "No veo el valor o el beneficio en comparación con, por ejemplo, el Abierto de Estados Unidos, en el que jugamos desempates en el quinto set. No entiendo la razón para no incluirlo en todos los Grand Slam", profundizó Anderson.
Flushing Meadows es el único torneo grande que define su quinto set en tie-break. Desde 2016 lo hace también la Copa Davis, influida por aquella guerra entre el argentino Leonardo Mayer y el brasileño João Souza en la que se impuso el correntino por 7-6 (7-4), 7-6 (7-5), 5-7, 5-7 y 15-13 en 6 horas y 42 minutos.
Será la segunda final de Grand Slam para Anderson, que en 2017 cayó frente a Nadal en Nueva York. Un premio más que merecido para quien eliminó a Roger Federer en los cuartos de final y despachó a Isner en una pugna eterna. "Fue una guerra de desgaste, fue mucho más que un partido normal de tenis. No hay tácticas ni juego. Es muy agotador", lo calificó.
Hoy tendrá la oportunidad de recuperarse, mientras Nadal y Ðokovic determinen al otro finalista, después de jugar 10 horas y 45 minutos en los últimos tres días. Como muestra de su esfuerzo, vale una comparación: en los últimos dos partidos suma 48 minutos más de acción que Luka Modric, el futbolista que más tiempo jugó en el Mundial de Rusia.
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