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Javier Frana y su propósito como nuevo capitán de Copa Davis: “No sé si voy a lograr unión, pero al menos sí hacer el camino más transitable”
Tras la gestión de Coria, el rafaelino asume con un tono componedor y abriendo las puertas para todos, incluido Horacio Zeballos, marginado por el Mago
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Después de una capitanía de tres años con una última temporada llena de crispaciones por parte de Guillermo Coria y con un conflicto deportivamente inentendible, la ausencia de Horacio Zeballos, el primer tenista argentino en alcanzar el número 1 del ATP Tour, la conducción de la Asociación Argentina de Tenis se encontró con una necesidad: comenzar otra etapa con alguien que, además de capacidad, tuviera un perfil mucho más componedor y que no fuera parte de la Legión, el grupo de jugadores nacidos entre 1975 y 1982 que, desde 2000, hizo ruido en el circuito. Javier Frana reúne todo.
Con casi 58 años (los cumplirá en Navidad), el rafaelino se siente pleno para asumir el rol. Su debut será ante Noruega, como visitante, por los Qualifiers, del 31 de enero al 1 de febrero o del 1 al 2 de febrero. Al margen de la primera serie, Frana dijo que pretende unir eslabones y, si hubiera diferencias internas, mostrarles a los protagonistas que no vale la pena llegar al límite. Él mismo, a la distancia, se puso como ejemplo: la pelea con Christian Miniussi, su compañero en la obtención de la medalla de bronce en Barcelona 1992, pudo ser evitada. “No hubo nada grave [...] Hoy nos cruzamos, nos saludamos respetuosamente. Las grandes peleas tienen su origen en una pel...”, dijo a LA NACION en octubre pasado. Frana, que todavía no definió quién será el subcapitán (el nombre de Guido Pella es el que suena con más fuerza), intentará agrupar ideas y voluntades.
“Estoy contento porque [la capitanía] me llega en un momento de seguridad”, dice hoy a LA NACION, en el Belgrano Athletic Club. “Hubo un recorrido, tengo otras herramientas, trabajé en otras cosas, hice mis capacitaciones en estos tiempos. Cuando me llegó la chance la vi como a una enorme motivación. Al principio, viste... te sacude, y fui aprendiendo a reaccionar medio por instinto, pero cuando lo ponés sobre la mesa decís: ‘Bueno, sí, creo que sí, creo que puedo, que tengo las herramientas más sólidas que antes’. Y también estoy en un lugar como para permitirme...”.
–¿Arriesgar?
–No es ‘arriesgar’ la palabra... En estos años me pasaron muchas cosas. Es vivir. Si no hubiese aceptado, yo también me tendría que haber hecho cargo en mi intimidad. Otra cosa es que no aceptara por esto, por esto y por esto... pero en este caso no me plantearon ninguna locura. Me dijeron: ‘Es tu libertad. Tu potestad, tu decisión’. Entonces, me encontré conmigo mismo. No tenía excusas. Con mi señora [Viviana], primero, hablé mucho. Afortunadamente los dos tuvimos un proceso importante. Ella también hoy está en una situación más fuerte por su preparación, haciendo health coach, coach de salud, que tiene que ver con una integridad y un perfil más holístico de las cosas. Estás atento a decir: ‘Che, ¿y si me pu...? ¿Y si me dicen algo?’. Pero te das cuenta de que la vida se hace es viviendo, entonces decís que sí. Estoy contento porque es un proceso y no va a estar sustentado únicamente en si me va bien o no. Obviamente, voy a vivir de eso y van a ser necesarios los resultados, pero por otro lado el desafío es acompañar y darles un aporte a estos chicos, que ya tienen, pero a los que podés sumarles algo. Para mí también es un aprendizaje. No es que voy a ir a transmitir todo lo que sé; al contrario, voy a ir incorporando cosas, entendiendo otras y desafiando algunas que creía eran cien por cien ciento y ya no lo son tanto, o son cero. Dejar preconceptos.
–En el último tiempo integraste, como asesor, la academia de Sebastián Gutiérrez, entrenador de Sebastián Báez y Francisco Comesaña, entre otros. Te sirvió para estar en contacto directo con las nuevas generaciones, ¿no?
–Totalmente. Con Seba, que inicialmente me dio esa posibilidad de sumarme al equipo y estar ahí, fue... primero, el agradecimiento por tenerme en cuenta para tener una visión y cotejar con él cosas. Muestra la enorme seguridad de él en incorporarme; no es fácil que eso ocurra. Fuimos entendiendo roles y él enseguida comprendió que yo estaba para sumar, no para otra cosa. Fue muy positivo porque me generó una actualización. Yo venía, obviamente, viendo mucho tenis y estando muy encima, pero una cosa es, como pasa ahora con la Fórmula 1, comentar la carrera, y otra es estar dentro, donde ves la complejidad y por qué utilizan gomas de una manera o la otra. Fue enriquecedor. Estoy muy contento, en una etapa en la que no quiero atragantarme con la comida. Digo: ‘Vamos a comer despacio, porque esto es rico y no sé si voy a poder comerlo mañana de nuevo’. Uno da por sentadas muchas cosas, pero no sabemos si volverán a estar. La capitanía, todo el rol, la noticia... me comprometí, y lo hice con mi señora, a disfrutarlo. El teléfono recontra reventó de mensajes y cariño.
Como jugador de Copa Davis, Frana protagonizó veinte series. Debutó en 1986, en un 4-1 sobre Chile en Santiago. Jugó por última vez en 1997, ante el mismo rival y en la misma ciudad, pero aquella vez el triunfo fue por 3-2 para los chilenos.
–¿Cuándo comenzarás a armar el equipo y su identidad?
–Es inevitable empezar a jugar con algunas cosas internas. Es un desafío. Contra Noruega no jugamos en el Buenos Aires y tampoco será en marzo, cuando podés decir: ‘Después de Australia tenemos un mes y medio’. Hay un montón de cosas por atender y hay que tratar de que los inicios y los primeros pasos no tengan imperfecciones que puedan generar alguna susceptibilidad. Es comunicar sobre qué valores vamos a estar parados. Siempre se toma el aprendizaje que te quedó y tratás de aggiornarlo a la realidad, que a veces es muy distinta. Tampoco podés ir con el libreto: ‘No, porque antes la fórmula era esta’. Sí, antes sí; ahora es otra, no va más la anterior. Es como si yo les dijera: ‘En tal año me banqué esta’. ‘¿Y qué tiene que ver? Es tu historia’, pueden decirme con justicia. Entiendo que la realidad de ellos es otra, pero sí puedo transmitir que hubo muchas situaciones de desencuentros que, bien manejadas, pudieron ser solucionadas. Muchas de las peleas que hemos tenido entre todos... Yo no creo que [Martín] Jaite y [Horacio] De la Peña, si se cruzan, se agarren a trompadas. Ni yo con Christian. Seguramente, en la intimidad, dijimos: ‘Qué poco inteligentes estuvimos’. Todo a la distancia pierde fuerza. Hubo siempre diferencias; no se preocupen si pasan.
–¿Cuáles serán tus próximos pasos? ¿Harás una convocatoria grupal y te irás a dirigir individualmente?
–Por un lado, quiero respetarlos y priorizar los tiempos de ellos. Cerramos el año, lavaron la ropa y ya tienen que volver a entrenarse. No tuvieron tiempo de nada; a lo sumo, tres días para pisar la arena y ya están otra vez. Están cargando el año. Hicieron el cierre, están cargando la nueva expectativa. Algunos están reconociendo nuevos equipos, los afectos, el estar en casa, el ir a comer un asado... Entonces digo: no sé si hoy les aporto convocándolos a una reunión en esta fecha, cuando yo quiero que el chico esté abrazado a su novia, a su hermano, a su madre, a sus amigos. No tengo margen, pero necesito que ellos estén bien. El equipo ya viene de una manera y mi propuesta no va a ser difícil de entender. Después, puede ser más difícil que se traslade a la acción y que esos cimientos y valores tengan una construcción de identidad y la unificación de criterios aun en las diferencias. Hay que saber que las diferencias no son un problema. Mirá si pensáramos todos igual: el mundo sería un embole. Ahora, ¿desde qué honestidad vamos a pensar distinto?
–Ese foco es tu prioridad.
–Esa es mi prioridad. Para mí Noruega sí es importante, pero tampoco es todo. No quiero atragantarlos y decirles: ‘Nos tenemos que juntar todos y pa, pa, pa’. No quiero que estén con esa obligación. Yo me voy a acercar. Y voy a repartir mi tiempo para transmitírselo a todos ellos.
–Tito Vázquez te hizo debutar en la Copa Davis en 1986 y formó una valiosa pareja de dobles con vos y Miniussi. ¿Hoy es aplicable algo así?
–Es un punto muy importante. Para un país a veces es difícil generar doblistas o alentar a que el dobles sea más importante desde más chicos. Después lo padecés, porque no todos juegan dobles y el que lo hace está porque va aprendiéndolo a los tumbos. Es un tema por poner en la mesa, sí. Después empezás a ver esa ingeniería, cómo va, quién no va. Tendré que saber quién levanta la mano y quién va a estar disponible y quién tal vez tenga la voluntad de no estar en una serie y en otra sí. Si no pudiera hacerlo, eso no implica que ese jugador ya larga un paso más atrás. Si hay algo que ya aprendí es no personalizar cuando alguien toma una decisión y me deja afuera. No estoy atado a nada. Puedo hacer todas las combinaciones posibles. Quiero lo mejor que se pueda. Seré el primero en dar marcha atrás si me equivoco e ir para otro lado. No voy a encapricharme con una decisión que no haya dado el resultado que yo creía iba a dar.
–¿Zeballos puede volver al equipo?
–Es un jugador de mucha jerarquía. Claramente, todos largan en cero, todos en mi cabeza son elegibles, y Horacio, por sus números y por lo que es, es uno por tener en cuenta. En todo lo que hubo hacia atrás no tengo nada que ver, no me interesa nada. Esto, para mí, es un empezar en cero. Todos están elegibles. La idea es que todos los jugadores estén arriba del barco.
–Te encontrarás con un amplio abanico de jugadores jóvenes: Sebastián Báez, Fran Cerúndolo, Tomás Etcheverry, Mariano Navone, Facundo Díaz Acosta, Francisco Comesaña, Camilo Ugo Carabelli...
–Tener un problema de abundancia es lindo. Me pondré en situaciones incómodas al tener que ir y decirle a alguien: ‘Che, me encanta lo que hacés, pero en esta voy a hacer lo otro’. Quiero que sientan que eso será genuino y que en algún momento, claramente, el equipo va a necesitarlo. El equipo no es mío, me queda muy claro. Yo no soy el entrenador de los jugadores. Yo quiero unir. No sé si voy a lograr unión, pero al menos sí hacer el camino más transitable. Ya de por sí el camino del tenista profesional es áspero, espinoso, difícil, aunque todo vaya bien... Imaginá cuando tenés una mala racha, un cruce con el entrenador, cortocircuitos, chispazos en pareja, problemas en la familia. Quiero ayudar a todos a tener armonía.
La responsabilidad en Desarrollo
Según distintas versiones, Frana también se involucrará como director de Desarrollo de la Asociación en el futuro, como en su momento lo hizo Daniel Orsanic. Hoy ocupa ese puesto Franco Squillari, aunque el semifinalista de Roland Garros 2000 terminó el año acompañando a Tomás Etcheverry a algunos torneos en Europa y puede seguir en el equipo del platense junto a Horacio De la Peña, el flamante coach del 39º del ranking. Una ley ética no escrita en la AAT siempre indicó que el capitán y el director de Desarrollo no podían tener vínculo con un tenista profesional al mismo tiempo, por eso se entiende que Squillari dejaría su tarea en la AAT si sigue con Etcheverry.
El vicepresidente, Mariano Zabaleta, dijo: “Hoy queremos que Javier [Frana] esté enfocado en la Copa Davis al cien por cien. Dentro de poco tiempo tendremos una parada fuerte, en Noruega. Por supuesto que nos encantaría que estuviera involucrado en todo el proyecto. Tiene sabiduría y mucho para contar. Es valioso que tenga ganas de involucrarse en el día a día. Hay muchas chances de que se sume en otras áreas”.
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