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Isner-Mahut, a 10 años de la maratón del tenis: un Wimbledon sin fútbol y los récords detrás de un partido histórico
Diez años atrás, buena parte de las miradas de los amantes del deporte estaban puestas en el sur. Por primera vez, la Copa del Mundo se desarrollaba en Sudáfrica; un Mundial recordado por aquella selección argentina dirigida por Maradona, los alfajores de Garcé y España campeona. Miles de kilómetros al norte, Wimbledon se mostraba ajeno a la fiesta del fútbol. Aun cuando es un deporte seguido por millones en Inglaterra, no encontraba espacio en el All England, orgulloso y aferrado a su tradición de dedicar esas dos semanas a lo mejor del mundo de las raquetas, y desdeñar el football. Aun cuando había varias pantallas gigantes por el predio, todas estaban ocupadas con tenis. Los seguidores de la pelota, incluidos allegados, guardias, y asistentes del certamen, buscaban refugio en algún televisor de la sala de jugadores, o bien en los monitores de la sala de prensa para asomarse y mirar de reojo los encuentros. Los ingleses no guardarían un buen recuerdo de aquella Copa del Mundo: ganaron apenas un partido sobre cuatro jugados y se despidieron en los octavos de final con una dura derrota por 4-1 ante Alemania. Seis días después, Argentina sería víctima de los germanos por un resultado similar (0-4).
Como en varios ocasiones, fue un Wimbledon fugaz y de olvido rápido para los tenistas argentinos. Con varias bajas por lesión (Juan Martín del Potro, David Nalbandian y Juan Mónaco), el balance fue paupérrimo. El martes 22 de junio, con la caída de Gisela Dulko, se consumaba un lapidario 0-6 en singles: seis primeras ruedas, seis derrotas.
Paralelamente, en la cancha 18, la sexta en orden de capacidad en el majestuoso All England, con capacidad para apenas 782 espectadores, comenzaba uno de los tantos partidos de primera ronda. Nadie imaginaba que sus protagonistas, el estadounidense John Isner y el francés Nicolas Mahut, construirían durante tres días el partido más largo de la historia del tenis. Una batalla de 11 horas y 5 minutos que entró en el libro Guinness con varios récords. Con los cambios que se introdujeron en los últimos años para evitar una maratón semejante, todo parece indicar que esa marca permanecerá imbatible.
Mahut entonces tenía 28 años, era el 149° del mundo, y había llegado a un par de finales de singles en césped en 2007, incluida una victoria sobre Rafael Nadal, pero nunca había ido muy lejos en Wimbledon. Más aún: con ese ranking, para entrar en el cuadro principal debió disputar la clasificación, que pasó con un triunfo en cinco sets sobre Stefan Koubek; un anticipo de lo que realizaría días después. El duelo entre Isner y Mahut comenzó el martes a las 18.13, hora londinense en la planilla del umpire, el hoy reconocido Mohamed Lahyani. Aunque suene insólito, los dos primeros sets se definieron rápido, en apenas 61 minutos, con un parcial para cada uno. Pero ya en el tercero y el cuarto llegaron al tie-break, y la acción del primer día terminó antes de empezar el quinto, a las 21.07, con poca luz natural para continuar, con dos sets por lado. Hasta allí, nada fuera de lo habitual.
Regresaron al court 18 el miércoles, a las 14.05. Y allí comenzó la batalla sin fin, el partido eterno. En ese segundo día, completaron ¡118 games! Hasta el 59-59 del quinto, con diez horas exactas de juego, hasta que otra vez la puesta del sol decretó un nuevo descanso. A medida que pasaban los games, los sets, las horas, crecían las consultas a la mesa de estadísticas de la ATP y del All England, con asistentes dispuestos a hurgar en los libros y en sus archivos, y comprobar con asombro cómo ese partido empezaba a llevarse puestas varias marcas.
Mientras figuras como Roger Federer, Novak Djokovic y Venus Williams ocupaban el court central, los focos empezaron a mudarse lentamente en la cancha 18, situada al lado del Broadcast Center, el edificio de estudios y operaciones de la televisión, desde el que se podía seguir la acción desde un balcón; un escenario con una cabecera empinada y apenas un par de hileras de asientos a los costados. Una cancha desde la que se podía ver de cerca el juego, y que rápidamente se vio desbordada con espectadores que buscaban cualquier rendija para seguir un duelo interminable. A nadie más pareció importarle lo que sucedía en otras canchas. Djokovic comentó: "Todos están mirando el partido en el vestuario. Me sorprende cómo hacen para mantener el saque todo el día, es increíble, hay que darles todo el mérito". Federer también dijo lo suyo: "Es un partido muy especial; lástima que uno tenga que perder. Igualmente, no creo que por esto deban cambiar las reglas. Así como está –con la diferencia de dos games-, es perfecta".
Iban 38-38 y Mahut corría como si estuviera en el segundo game del primer set; Isner, con los brazos en jarra, no podía evitar cierta frustración; para entonces, ya había disparado 80 aces, el equivalente a unos 20 games de servicio. Las sombras de la tarde se alargaban y en todas las pantallas del All England se veían sólo las figuras de los dos gladiadores. Algunos no podían evitar la risa al escuchar al umpire Mohamed Lahyani cuando decía el score: "Game Mahut: 46-All (46 iguales)". El 50-50, cuando ambos llegaron a los 100 games sólo en un set, fue recibido con una ovación espontánea. El legendario John McEnroe, acostumbrado a los desplantes en sus tiempos de jugador, observaba desde un costado del campo de juego, sin dar crédito a lo que veía. Y susurró: "Es la primera vez que me siento mal por los jueces de línea".
En el 58-58, tras casi siete horas ininterrumpidas, Isner tuvo un match-point, el cuarto del partido, pero Mahut lo salvó con un ace. Con poca luz, ingresó el supervisor del torneo para decretar la postergación. Hubo tiempo para romper una tradición: los jugadores nunca dan declaraciones antes de terminar un partido, pero la ocasión ameritaba alguna frase de los protagonistas. "Isner es un campeón; luchamos como nunca y vamos a volver para ver quién gana", señaló Mahut. "Nada de esto volverá a suceder jamás. Él está sacando fantástico y yo también, por eso llegamos hasta acá", respondió Isner.
El jueves, el court 18 estaba desbordado desde media hora antes. Usualmente, un partido suspendido se reanuda en el segundo turno del día siguiente; en este caso, la organización les dio un poco más de descanso a los jugadores y lo ubicó en el tercer cotejo de la jornada. Muchos pidieron que se pasara el duelo a la cancha central, pero la regla vigente indicaba que un cotejo debe empezar y terminar en el mismo lugar, salvo circunstancias excepcionales. A las 15.40, Isner y Mahut reiniciaron el duelo de la hazaña. Pasó el primer game, que ganó Isner con su saque, y Lahyani anunció: "Game Isner. Isner leads… 60-59". Las risas estallaron ante un resultado inconcebible. "Ya parece un resultado de básquetbol", dijeron los comentaristas de la BBC. El partido parecía continuar dentro de una secuencia infinita; saque por saque, sin siquiera un punto de quiebre. Para tener en cuenta: dentro de un partido de casi 1000 puntos, se equivocaron muy poco en el global: Mahut apenas totalizó 39 errores no forzados, contra 52 del estadounidense. La cifra de winners también fue muy pareja: 244 para el francés; 246 para Isner.
Mahut había sacado durante 65 games para mantenerse con vida, pero en el 68-69 quedó en la cornisa: 30-40. Era el quinto match-point para Isner. A las 16.48, el gigante norteamericano, con un passing paralelo de revés, trazó el último golpe de un partido memorable: 6-4, 3-6, 6-7 (7-9), 7-6 (7-3)… y 70-68. Se desplomó como si hubiera ganado el campeonato y no un partido de primera rueda. Del otro lado, el francés se tomó la cabeza, sin poder creer la derrota. Isner corrió a abrazarlo. Mahut se echó en su silla y se cubrió la cabeza con una toalla, desconsolado; mientras saludaba, Isner señalaba a su rival, pidiendo aplausos por su esfuerzo. Mahut se levantó para dejar la cancha, pero lo frenó Tim Henman, el recordado extenista inglés, que ingresó junto con Ann Jones, campeona de Wimbledon en 1969, ambos embajadores del torneo, para una pequeña ceremonia, que incluyó la entrega de premios (corbatas de Wimbledon, copas de cristal y un juego de té) para el umpire y los dos jugadores.
Mahut, que luego donó esos trofeos al Salón de la Fama del Tenis, no podía salir de su pena después de perder el partido de su vida. Tal como lo hacen los atletas cada vez que marcan un récord, Isner, Mahut y Lahyani posaron con el resultado final en el tablero electrónico. Sólo el quinto set fue, con sus 8h11m fue, por lejos, mucho más largo que el segundo single más largo, el que jugaron Leonardo Mayer y el brasileño Joao Souza por la Copa Davis en 2015 en Buenos Aires, con victoria para el Yacaré por 7-6 (7-4), 7-6 (7-5), 5-7, 5-7 y 15-13 en 6 horas y 43 minutos.
"Siento mucho dolor por perder, pero es impresionante haber jugado estos tres días. Jugamos el partido más grande en el lugar más grande para el tenis", dijo Mahut. "Es tremendo que alguien haya tenido que perder. Compartir este momento con Mahut es un honor. No puedo explicar por qué duró tanto tiempo; en algún momento perdí la cuenta del resultado. Sólo puedo desearlo lo mejor", respondió Isner. Mahut arrojó sus muñequeras al público y se fue. Pero al rato volvió a la misma cancha… para jugar la primera rueda del dobles junto con Arnaud Clement. Y lo más insólito: el partido se alargó y el que pidió la asistencia del fisioterapeuta fue… Clement. El tiempo le daría revancha al francés: fue campeón en dobles en 2016, con Pierre-Hugues Herbert, y finalista en la misma especialidad hace doce meses. Ahora, a los 38 años, enfocado en el dobles, tiene como objetivo retirarse con una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.
A Isner le tocó ser protagonista de dos curiosos récords en ese Wimbledon 2010: jugó el singles más largo… y también el más corto del torneo en ese año. El viernes, debió jugar con el holandés Thiemo de Bakker por la segunda rueda -mientras el resto del torneo estaba por arrancar los octavos de final- y perdió por 6-0, 6-3 y 6-2, en apenas 1h14m. Isner perdió los primeros ocho games. Tenía los dedos de los pies inflamados y con ampollas en carne viva. Podría haberse retirado, pero no quiso abandonar y rescató algunos games, aunque no tenía ni la más mínima chance. El contraste fue tremendo: de los 113 aces que anotó ante Mahut pasó a no marcar ni un solo saque directo ante De Bakker. Con el tiempo, llegó a ser el número 8 del mundo; a los 35 años, cuenta con 15 títulos en singles. En Wimbledon llegó una vez a las semifinales, en 2018, pero perdió con el sudafricano Kevin Anderson por 26-24 en el quinto set, después de 6h36m. El gigante de Greensboro (2,08m) siempre fue un abonado a las maratones.
Curiosamente, Isner y Mahut volvieron a encontrarse en Wimbledon, un año después y nuevamente en primera rueda... pero fue una decepción: el estadounidense ganó en sets corridos y después de apenas 2 horas de juego.
La broma de Isner sobre el partido con Mahut y la cuarentena
.@nmahut?? pic.twitter.com/hYkPVaQPaI&— John Isner (@JohnIsner) April 11, 2020
Tiempo después, Wimbledon, el lugar donde comenzó la historia del tenis y en el que cada torneo tiene al menos un hecho memorable, guardó la memoria de ese partido con una placa conmemorativa en una de las paredes de la ya mítica cancha 18. Un partido que no fue ni será recordado como el mejor de todos, y posiblemente a muchos les habrá parecido insoportable la sucesión de aces y saques ganadores. Pero hace diez años, Isner y Mahut llevaron el tenis hasta el límite, con el partido más extenso de todos los tiempos. Sencillamente, irrepetible.
Los otros récords detrás de las 11h5m:
- El set más largo (el quinto duró 8h11m)
- Más games en un set (138, en el quinto parcial)
- Más games en un partido (183)
- Más aces en un partido (216, con los 113 de Isner y los 103 de Mahut)
- Más aces para un jugador en un partido (Isner, 113)
- Más cantidad de juegos sin quebrarse el servicio: 168 (84 por lado)
- Más puntos ganados en un match: Mahut, 502
- Más puntos disputados en un partido: 980
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