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Historias del Masters: el partido "fantasma" de Vilas, el que debía cumplir el servicio militar y los dos descalificados
Este domingo comienza en el O2 Arena de Londres el ATP World Tour Finals, mucho más conocido como "el Masters", el torneo que reúne a los ocho mejores tenistas de la temporada. Será un año especial, porque se jugará por última vez en la capital británica antes de la mudanza a Turín, nueva sede entre 2021 y 2025. Pero también porque el Masters cumple 50 años desde aquel primer certamen que se disputó en Tokio. Una prueba que tuvo dos argentinos campeones: Guillermo Vilas (1974, en Melbourne) y David Nalbandian (2005, en Shanghái). Diego Schwartzman, el novato de 2020, será el octavo jugador de nuestro país en participar en este torneo singular, con un formato único (round robin) dentro del tour, en el cada partido podría ser una final de Grand Slam, o por lo menos de la serie Masters 1000: de ambos lados de la red hay un Top 10.
Un repaso a la historia indica que 24 jugadores conquistaron al menos vez el torneo de Maestros. Al tope de la nómina está, cómo no, Roger Federer, campeón en seis ocasiones (2003, 2004, 2006, 2007, 2010 y 2011), y otras cuatro veces finalista. Lo escoltan Ivan Lendl, Novak Djokovic y Pete Sampras, los tres con 5 coronas. A lo largo de cinco décadas, el certamen rebosa de historias inolvidables, épicas e inesperadas.
- Aquel primer certamen. El circuito profesional, creado en 1968, aún daba sus primeros pasos y, de hecho, en 1970 aún no había un ranking mundial. Lejos de la estructura que se generó a partir de 1990, por entonces el tour se repartía entre varios promotores y organizadores de giras que buscaban contratar a los mejores jugadores del mundo. Jack Kramer, uno de los personajes más influyentes de la historia del deporte, encontró apoyo en Philippe Chatrier, entonces vicepresidente de la Federación Francesa, el agente deportivo Donald Dell, la BBC como emisora televisiva y Pepsi-Cola como sponsor, para aquel primer Masters en Asia. Se convocó a los más destacados del Grand Prix 1970, una suerte de clasificación similar a lo que hoy se conoce como Carrera al Masters. Cliff Richey era el líder, pero llegó a Tokio con 40 semanas de competencia encima; exhausto, regresó a su hogar en Dallas. Finalmente se conformó un certamen con seis participantes, que disputaron un round robin: Ken Rosewall, Rod Laver, Jan Kodes, Zeljko Franulovic, Arthur Ashe y Stan Smith.
- Del título de Maestro al servicio militar. El primer campeón del Masters fue Stan Smith, del que luego se publicaban viñetas en LA NACION con lecciones sobre "cómo jugar al tenis", durante buena parte de los años 70. La primera nota que hoy parece insólita: los entrenamientos eran en las canchas de arcilla (lenta) del Tokyo Lawn Tennis Club, y el certamen se jugaba en el Metropolitan Gymnasium, sobre una goma rápida, ante 10.000 seguidores por jornada. "No había calefacción, así que los espectadores estaban envueltos en mantas, abrigos de piel y bufandas", recordó Smith en recientes declaraciones a la ATP. En el penúltimo partido se aseguró el título al vencer a Rosewall por 6-4 y 6-5 (5-4): el tie-break, todavía una novedad, se jugaba tras el 5-5 y al mejor de nueve puntos. Smith terminó con un récord de 4-1, al igual que Laver, pero se quedó con el título porque había vencido al australiano en el duelo entre ambos. Recibió un cheque por 15.000 dólares (una fortuna por entonces, y menos que un vuelto en comparación con lo que podría ganar el campeón de este año: US$ 1.564.000), y regresó de inmediato a los Estados Unidos. "Llegué a mi casa en Pasadena, y a la mañana siguiente tuve que regresar a Los Ángeles para ir a la junta de reclutamiento a las 9. Me sometí al examen físico y me presenté en Fort Ord el 27 de diciembre, después de 11 días de licencia sin sueldo", contó Smith, que ahora es presidente del Salón de la Fama del Tenis.
- Aquel zurdo desconocido. A fines de noviembre de 1974, Vilas terminó al tope del Grand Prix, el circuito anual de la Federación Internacional (ITF). Después de ganar el South American Championships en Buenos Aires, el zurdo viajó a Australia acompañado por su preparador físico, el recordado Juan Carlos Belfonte. Era la primera vez que el Masters se disputaba al aire libre y sobre césped, en el Kooyong Stadium, en las afueras de Melbourne. Vilas venció a John Newcombe por 6-4 y 7-6 (7-2), a Onny Parun por 7-5, 3-6 y 11-9, y a Björn Borg por 7-5 y 6-1. En semifinales, al mejor de cinco sets, doblegó al mexicano Raúl Ramírez por 4-6, 6-3, 6-2 y 7-5, y en la final, a Ilie Nastase por 7-6 (8-6), 6-2, 3-6, 3-6 y 6-4, para sorpresa de todos en Australia: nadie conocía a ese joven argentino de 22 años, con poquísimos antecedentes en pasto. Vilas recibió un cheque por 40.000 dólares, y aquel 15 de diciembre de 1974 dio un enorme salto en su grandeza y en su popularidad. La final llegó a nuestro país en diferido y en blanco y negro. ¿Lo más increíble? Tras ganar el título, Vilas no volvió de inmediato a nuestro país para festejar, sino que buscó una conexión aérea y llegó con lo justo a jugar por la Copa Davis en San Pablo y sobre polvo de ladrillo, en una serie que se disputó entre el 20 y el 22 de diciembre. A pesar del trajín, el campeón del Masters ganó sus dos singles, a José Edison Mandarino y a Tomas Koch (su ídolo, del que tomó el look de la vincha y el pelo largo), pero no bastó para evitar una caída por 3-2 frente a Brasil, en la semifinal de la Zona Americana. Una locura. También una enorme demostración de cuánto le importaba jugar por la legendaria Ensaladera…
- El partido "fantasma". Quién sabe cuánto habrá que esperar para que otro tenista argentino iguale el récord de Vilas, con 8 participaciones en el Masters, 16 triunfos y 11 derrotas. Quizá muchos no saben que, en enero de 1978, en el Madison Square Garden de Nueva York, el Poeta jugó uno de los mejores partidos de toda su carrera. Fue por la segunda jornada del round robin del Masters ’77, ante 18.590 espectadores, y en el epílogo de la mejor temporada de su carrera. Del otro lado, Jimmy Connors, al que le había ganado tres meses antes la final del US Open. Fue un duelo de altísimo nivel, según las crónicas y quienes tuvieron la fortuna de verlo en vivo, una suerte de privilegiados históricos, porque aquel choque magnífico nunca fue televisado, y a día de hoy no hay imágenes testigo de ese partido que terminó en la trasnoche neoyorquina, con una larga ovación de pie para ambos jugadores, y que Vilas ganó por 6-4, 3-6 y 7-5.
- La noche de los dos descalificados. Masters de 1975, en Estocolmo. De un lado, Arthur Ashe. Del otro, Ilie Nastase. El estadounidense era un caballero. El rumano era tan talentoso como irreverente, capaz de deleitar al público con toques geniales, como jugar con un paraguas abierto en una mano y la raqueta en la otra, y desquiciar a umpires y rivales con insultos y protestas. En aquel encuentro, el estadounidense se cansó de las payasadas de su rival y se fue de la cancha, a pesar de que estaba a un paso del triunfo: ganaba 1-6, 7-5, 4-1 y 40-15. "No me importa, me voy, estoy harto", dijo Ashe, mientras su rival discutía con el público y con el juez de silla Horst Klosterkemper, que casi al mismo tiempo declaró la descalificación de Nastase por demorar el juego. Al día siguiente, luego de una reunión entre ambos jugadores y el presidente de la Federación Internacional, Cecil Hardwick, se acordó darle el triunfo a Ashe. "Fue mi culpa. Dije que había sido mi error y que debían darle el partido a Arthur. Ningún otro jugador hubiera hecho eso. Como ven, no siempre era tan malo", contó Nastase, que hoy tiene 74 años, fue campeón de Roland Garros y el US Open, número 1 del mundo, ganó 4 Masters, y luego se hizo novelista, político, capitán de Copa Davis y presidente de la Federación Rumana de Tenis. Un personaje único.
- La mejor pesca, en Shanghái. El 2 de noviembre de 2005, David Nalbandian, entonces 12° del mundo, perdió con Tommy Haas por 6-4 y 6-3, se despidió del Masters 1000 de París y regresó a nuestro país. "Ya había empezado mis vacaciones. Estábamos preparando el viaje de pesca a Río Pico, más al sur de Esquel. Si me llamaban un día después no me encontraban, porque iba a estar pescando en un lugar sin señal, sin teléfono, sin nada. Me llamó André Silva, que era uno de los supervisores de la ATP, y me dijo: "Se está por bajar Roddick". Le dije que yo de suplente no iba ni en pedo, y menos a Shanghái. Pero terminó siendo un torneo inesperado, increíble", le contó hace unos años el unquillense a LA NACION sobre uno de los grandes hits de su carrera.
Para aquel Masters, el único argentino con pasaje seguro era Guillermo Coria. Pero pronto llegarían cambios. Muchos: Ivan Ljubicic entró por el lesionado Marat Safin; Gastón Gaudio accedió porque Lleyton Hewitt estaba a punto de ser padre y se quedó en Australia, y Nalbandian ocupó el lugar de Andy Roddick, con una lesión lumbar. Y hubo más: Rafael Nadal se bajó apenas horas antes de jugar contra Gaudio, y su lugar lo tomó Mariano Puerta, y Andre Agassi, tras perder en el debut, le dio paso al chileno Fernando González. "Volví a Córdoba un jueves, me llamaron un lunes y el martes a la noche viajé a Shanghái, donde se empezaba a jugar el domingo siguiente. El cambio de horario era una locura, me levantaba a las cinco y media de la mañana y a las cuatro de la tarde era como que me pegaban un tiro. A las siete ya me quería dormir, estaba reventado", contó Nalbandian, que viajó sin entrenador, acompañado por Alda, su madre, y por Victoria Bosch, su novia.
Hacía las entradas en calor con el español Carlos Costa, su manager. Perdió en el debut frente a Federer por 3-6, 6-2 y 4-6, y venció a Guillermo Coria por 7-5 y 6-4, y a Ljubicic por 6-2 y 6-2; en la semifinal, derrotó 6-0 y 7-5 a Nikolay Davydenko. "El primer partido con Roger me dio el parámetro de que estaba bien. Ese partido era, en teoría, el peor, por el rival y el poco tiempo que llevaba en Shanghái. Y cuando terminé, pensé "Che, no estuve mal". Partido a partido fui mejorando", comentó. Del otro lado, en la final, Federer llegaba con ritmo de topadora: entre Viena 2003 y Bangkok 2005 el suizo había ganado 24 finales seguidas, un récord tremendo. Peor aún: llegaba al final de 2005 con 35 triunfos en fila. Pero, ese 20 de noviembre, el título de Maestro fue para Nalbandian, que le ganó al número 1 por 6-7 (4-7), 6-7 (11-13), 6-2, 6-1 y 7-6 (7-3), en 4 horas y 33 minutos. El cordobés embolsó US$ 1.400.000 y, de yapa, un Mercedes CLK 250. Inolvidable.
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