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Hartos del tenis chiquitito que nunca supo dar el salto
Como en tantas otras cosas, el tenis marca importantes diferencias entre argentinos y españoles. Acá creemos que ganar la Intercontinental o el Mundial de Clubes es de lo más glorioso que el fútbol pueda ofrecer. A los españoles, en cambio, no les mueve un pelo. Acá esperamos con expectativa que el tenis le reconozca retroactivamente el número uno a Guillermo Vilas y seguimos lamentándonos por lo cerca que estuvo Gabriela Sabatini de serlo. A los españoles, que tuvieron en el uno a Rafael Nadal, Juan Carlos Ferrero, Arantxa Sánchez y Carlos Moyá, el tenis les importa, la verdad, bastante poco. Tienen mucho más de lo que soñaron, más que nada porque ni siquiera lo soñaron.
El tenis, en España, es un deporte de minorías, pero saca campeones y ayuda al aficionado, aunque no sean tantos. Acá, en cambio, seguimos soñando con un tenis grande, en buena parte porque el tenis tiene un arraigo en la clase media que pone a la Argentina en una situación prácticamente incomparable con la de cualquier otro país. Soñando, porque la realidad marca un tenis chiquito y repleto de problemas. En parte porque la Argentina no es España, y en parte porque no se supo potenciar un deporte que tenía todo para ser no sólo popular, sino también rentable.
Por eso es que la elección de hoy en la Asociación Argentina de Tenis (AAT) no será la del 38-38 en la AFA, pero sí es importante. Sirve (o debería servir) de línea divisoria para un deporte que se hizo grande y popular con mucho esfuerzo y talento, pero que nunca fue capaz de dar el salto organizativo y económico que necesita. El tenis de los tres millones de jugadores aficionados repartidos por todo el país se jibariza hasta la absurda cifra de 13.000 carnets de federados que sirven para financiar la AAT. Es el 0,04 por ciento de todos aquellos que empuñan una raqueta en el país.
La campaña que se cerró ayer entre el oficialismo de José Luis Clerc y la oposición de Agustín Calleri fue áspera y tremendamente política. Y aunque es cierto que nunca se había visto algo así, la novedad, en vez de ser tomada como algo negativo, puede también verse por la positiva: el tenis, con dos ex jugadores al mando, está vivo y busca un nuevo camino. Por el viejo, el del tenis chiquitito, ya recorrió demasiados kilómetros.
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