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Fue rival de Sabatini, a los 17 se enamoró de su coach de 50 y la relación de abuso le provocó un “daño traumático”
Pam Shriver, estadounidense, ganó 21 títulos en singles y 22 de dobles de Grand Slam; integró una pareja de excelencia con la legendaria Martina Navratilova
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Próxima a cumplir los 60 y nacida en el Día de la Independencia de Estados Unidos (4 de julio), Pam Shriver fue una tenista que hizo su historia en el circuito. Muy espigada para su época a partir de su 1,88m, con un juego simple y plano, netamente ofensivo, era de las que proponían puntos cortos, mucho saque y red. Integró una de las mejores parejas de dobles de aquellos años ochenta/noventa y tenía como compañera a uno de los monstruos sagrados de la historia del tenis femenino: Martina Navratilova.
Pamela Howard Shriver Lazenby, tal su nombre completo, fue también rival de Gabriela Sabatini en recordadas batallas, una de ellas, en la final del Masters 1988, uno de los dos que conquistó Gaby como parte importante de sus 27 títulos. El otro lo ganó en 1994, venciendo a Lindsay Davenport en la definición, siempre en un mítico escenario neoyorquino: el Madison Square Garden.
Pam hizo lo suyo en los courts. Ganó 21 títulos en singles y fue finalista del US Open en singles en 1978, ocasión en la que cayó en dos sets ante otra leyenda como Chris Evert. Y logró nada menos que 22 títulos en dobles en Grand Slam. Veintiún de ellos en dobles de mujeres (20 en compañía de Navratilova y el restante con la rusa Natasha Zvereva) y el otro en dobles mixto, en Roland Garros 87, con el español Emilio Sánchez Vicario. También acredita el oro olímpico en dobles en los Juegos de Seúl 1988.
Comentarista de TV en la actualidad, Shriver conmovió en estas horas con su confesión por los tormentos vividos en plena adolescencia a partir de una relación que calificó como “inapropiada y perjudicial” con su entrenador, Don Candy. Ella tenía 17 años y él, 50.
En una entrevista concedida al diario Daily Telegraph, Shriver cuenta que empezó a trabajar con Candy cuando tenía 9 años, en los tiempos de formación como tenista y cuando Candy fue a la ciudad de Baltimore a dar una clínica. Pam llegó a la final del US Open como amateur cuando tenía 16 y la relación con su entrenador se profundizó. Y a los 17 le dijo a Candy que se estaba enamorando de él y que iban a tener un romance.
En los últimos tiempos, las noticias sobre deportistas abusados sexualmente por sus entrenadores han proliferado. El más reciente fue el caso del ciclista británico Sir Bradley Wiggins, ganador del Tour de France, múltiple campeón mundial y olímpico. Shriver asegura que Candy, que falleció en 2020, no abusó sexualmente de ella, pero que la relación “atrofió mi capacidad de establecer relaciones normales y fijó ciertos patrones que se repetirían: mi continua atracción por hombres mayores y mis dificultades para entender cómo mantener límites saludables”.
Por un lado, Shriver reconoce que la atracción nació de ella hacia Candy. Pero siente que su entrenador, por el rol que desempeñaba y por su edad, debió tener una actitud diferente. “Todavía tengo sentimientos encontrados hacia Don. Sí, él y yo nos involucramos en un largo e inapropiado romance. Sí, él engañaba a su mujer. Pero había muchas cosas en él que eran honestas y auténticas. Y yo lo quería. Aun así, él era el adulto aquí. Debería haber sido el adulto de confianza. En un mundo diferente, habría encontrado la manera de mantener las cosas profesionales, de otra manera. Sólo después de la terapia empecé a sentirme un poco menos responsable. Ahora, por fin, me he dado cuenta de que lo que pasó es culpa suya”.
Esa relación que describe Shriver terminó siendo traumática en su vida y de alguna manera puede haber afectado su carrera profesional. Que de todas maneras tuvo momentos muy felices. La extenista, además, siente que su historia abarca un universo mucho más amplio y por eso la cuenta, la hace pública. Los casos de abusos sexuales son denigrantes por cierto, pero cree que a veces ni siquiera es necesario llegar a ese límite para sufrir.
“Creo que las relaciones abusivas entre entrenadores son alarmantemente comunes en el deporte en general. Pero mi especialidad es el tenis, donde he sido testigo de docenas de casos en mis cuatro décadas y pico como jugadora y comentarista. Cada vez que oigo hablar de una jugadora que sale con su entrenador, o veo a un fisioterapeuta masculino trabajando con un cuerpo femenino en el gimnasio, se dispara mi alarma”.
De hecho, según remarca el Daily Telegraph, Anne Keothavong, capitana del equipo de Gran Bretaña que participa en la Copa Billie Jean King, advirtió que se trataba de “un problema que no ha desaparecido ni va a desaparecer” y que era algo que había discutido con las jugadoras británicas en Praga el pasado fin de semana, cuando un equipo encabezado por Emma Raducanu fue derrotado por la República Checa por 3-2.
Aquella final del Masters con Sabatini
¿Y el grado de culpabilidad cómo la afectó? Shriver dijo que la relación con Candy exacerbó ese sentimiento hacia Elaine, la esposa del coach australiano, y que muchas veces terminaba incidiendo negativamente en su tenis. Como que la sacaba de eje y la perjudicaba notoriamente. Todo tuvo su punto final cuando Shriver decidió romper el vínculo con la contratación de un nuevo entrenador. Aunque el distanciamiento no fue total, ya que siguió consultando esporádicamente a su excoach. No estaba más con él, pero no dejaba de tener contacto.
Aprovechando su caso y las situaciones similares que ella visualiza con frecuencia en el circuito, Shriver fue consultada sobre cómo abordaría el tema teniendo en cuenta las secuelas que pueden acarrear. “En cuanto a las soluciones, no tengo todas las respuestas. Creo que es posible educar a los jóvenes deportistas, pero probablemente haya que empezar antes de que lleguen a la pubertad: quizá cuando tienen 11, 12 o 13 años. Cuando pasan al circuito principal de tenis, ya se han establecido muchos patrones”.
“Y luego están los entrenadores. La mejor manera de proteger a sus pupilos es someterlos a un proceso de formación antes de que lleguen al circuito. Lo mismo ocurre con otros titulares de credenciales: fisioterapeutas, preparadores físicos, todos los que de alguna manera están involucrados en tareas primarias y secundarias. Hay que dejarlo muy claro: este tipo de relaciones no son apropiadas, y habrá consecuencias para los que crucen la línea”.
La propuesta: que haya más entrenadoras
A raíz de la confesión de Pam Shriver, la WTA, que conduce el tenis femenino, reaccionó de inmediato. Steve Simon, su presidente y director, planea imponer programas de formación para los entrenadores y los miembros de los equipos de apoyo a las jugadoras, idealmente a partir de 2022.
“En función de lo que se les ofrezca... habrá diferentes formas de educación que tendrán que seguir, para que sean conscientes de los problemas y las preocupaciones en este ámbito, antes de que puedan ser acreditados”, dijo a The Tennis Podcast. “Así que es un programa en el que estamos trabajando. Todavía no está completo, pero esperamos tenerlo implementado, con suerte, ya a principios del próximo año.”
Según la exministra de Deportes, Tracey Crouch, el entrenamiento deportivo en general también debe incluir a más mujeres. “Aunque el grooming y los abusos no son exclusivos de las chicas, muchos equipos y entornos de los que se rodean estas jóvenes jugadoras están formados por hombres de mediana edad”, dijo. “¿Es eso correcto? Tenemos que asegurarnos de que haya más mujeres involucradas en el entrenamiento de tenis para ayudar a acabar con esta cultura que describe Pam Shriver. Espero que la historia de Pam Shriver contribuya a acabar con la cultura del silencio sobre este tema, y que las autoridades del tenis lo consideren una prioridad a resolver”.
Naomi Cavaday, una exjugadora británica, enfatizó en el predominio de los hombres en el entrenamiento y la naturaleza insegura de las relaciones entre jugadoras y entrenadores. “Esta inseguridad aumenta la posibilidad de que los entrenadores sobrepasen los límites profesionales”, dijo. “Si el entrenador crea una conexión emocional o un apego con el jugador, a éste le resultará mucho más difícil despedirlo. Se puede acabar con relaciones personales estrechas, que a menudo implican a un hombre mucho mayor”.
“Es una posición muy compleja y confusa para ambas partes. Algunos entrenadores tendrán la tentación de explotar la situación conscientemente. Otros pueden no tener la intención de que las cosas se desarrollen, emocionalmente, pero aun así sucede. Estas jóvenes tienden a ser entrenadas sólo por hombres. Muchos de los entrenadores también se beneficiarían de la educación, de la comprensión de algunas de estas cuestiones, porque tampoco tienen siempre la intención de encontrarse en estas situaciones”.
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