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Franco Mastantuono, la joya de River que pudo haber sido tenista: cómo jugaba, cuándo se decidió por el fútbol y su vínculo con un héroe de la Copa Davis
El azuleño que se destaca en el equipo de Martín Demichelis tuvo un inicio deportivo distinto
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Diferente, elegante con la pelota en el pie izquierdo y marcha distinguida. Con carácter y creatividad, con despliegue, cabeza levantada y, también, gol. Franco Mastantuono, de apenas 16 años, encandila en la primera división de River. Sólo se mostró en un puñado de partidos y se convirtió en el futbolista más joven de la historia millonaria en marcar un gol, pero no sugiere ser un ave pasajera que aprovecha algún guiño fortuito para sobresalir; se le ve pasta, pisa firme y, hasta cuando habla, se lo advierte lúcido y prudente. Hoy se lo puede etiquetar como la última-nueva joya del fútbol argentino, una de las mejores opciones que tendrá el DT Martín Demichelis para el superclásico del domingo ante Boca en el Monumental, pero su destino deportivo pudo haber estado en otro lugar, empuñando una raqueta de tenis. Fue bueno, muy bueno, cuentan en Azul, donde nació, donde se formó en el Club de Remo, el mismo en el que se desarrolló Federico Delbonis, héroe argentino en la Copa Davis.
“Recibí a Franco cuando él ni sabía la edad que tenía. Un día te decía ‘cinco’, al otro te decía ‘seis’, je. Era chico. Puedo decir que le puse la raqueta en la mano, sí”, rememora Ignacio Poblet, con emoción. Tras haber sido el primer profesor de Delbonis en el Club Bancario de Azul, se sumó en 2012 al Club de Remo, convocado por Gustavo Tavernini, entrenador full time de Fede en ese momento y limitado para continuar con la dirección de esa escuelita por los viajes en el circuito. “Empecé a enseñarle con las pelotas de baja presión del programa Play and Stay, que incentiva a los principiantes. Así vas viendo cómo se perfilan. Y el nene… personalidad tenía. Además, con una coordinación impecable. Franco era de esos pibes que salían de lo normal y jugaban bien a todo”, apunta Poblet.
Mastantuono en un court de tenis, ya con los colores de River
Cristian Mastantuono, antes de ser conocido por ser “el papá de Franco”, era el encargado de una escuela de fútbol en Azul. Su mamá. Sofía Bruno, licenciada en sociología y trabajadora del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “Franco tiene una buena familia detrás. Lo cargábamos porque casi todos en el club éramos de Boca y él, desde chiquito, era muy, muy fanático de River. Y era guapito: no se callaba nada. Era tan aguerrido desde chico que una vez fue a jugar un Nacional de tenis con la mano en condiciones deplorables. Ya jugaba al fútbol y el día anterior se había lastimado con un pelotazo. Ni podía agarrar la raqueta… se puso hielo y jugó así”, recuerda Poblet, de 54 años.
El Mastantuono futbolista tiene el izquierdo como su pie más hábil, pero en el tenis se destacó como juvenil sujetando la raqueta con la mano derecha. “En la escuelita les enseñamos a jugar con las dos manos para liberarlos y que ellos decidan naturalmente y para que la mano inhábil no sea tan inhábil”, dice Poblet. Taverini, coach de Delbonis durante la mayoría de su carrera, cuenta: “Seguí el desarrollo de Franco porque al papá lo conozco mucho. En Azul el tiempo sobra para los chicos y él jugaba bien a las dos cosas, al fútbol y al tenis, hasta que tuvo que tomar una decisión. El deporte le salía muy fácil”.
Competitivo en el fútbol y... en el tenis
“Juegan como chicos, compiten a lo grande”, fue el título de un artículo publicado el 16 de noviembre de 2016 en el diario El Tiempo, de Azul, en el que se destaca el rendimiento de Mastantuono y de otros dos chicos (Jerónimo Urruti e Ignacio Ponce), integrantes de los equipos de la Federación de Tenis del Centro, en los campeonatos Nacionales Sub 10. “¿Hasta dónde quieren avanzar?”, les preguntaron en la nota. “¡Hasta hacernos profesionales!”, respondió Mastantuono.
“Por la personalidad y la madurez motriz que tenía, siempre lo fuimos nivelando hacia arriba”, dice Poblet, que llevó a Mastantuono al CENARD cuando tenía diez años para que le hicieran mediciones y chequeos médicos. Con once años, Franco subió al equipo de pre-competición del Club de Remo, un proceso que dirigieron Poblet y Luis Delgado, quien también estuvo vinculado a la escuela de tenis de Independiente de Tandil (de Raúl Pérez Roldán) y responsable de los chicos más competitivos en la institución azuleña.
“Jugábamos y competimos un montón cuando éramos chicos, hasta que yo en un momento dejé. Jugábamos dobles juntos porque éramos muy amigos y nos iba bien -dice hoy Ponce, uno de los chicos de aquel artículo-. Franco siempre tenía muchas ganas de ganar y nos enojábamos cuando no nos salían las cosas. Pero él te contagiaba si te relajabas un poco. Siempre tuvo constancia a la hora de entrenar”. Y añade: “Se caracterizaba por tener muy buenos golpes, sobre todo la derecha. Corría mucho. Era difícil ganarle un punto porque llegaba a todas las pelotas que le tirabas. Tenía un temperamento muy fuerte. Para mí es una locura verlo hoy, pero siempre vimos que iba a tener que elegir el fútbol, porque le salía demasiado bien. Es un orgullo terrible como amigo; fuimos al mismo colegio, al Inmaculada. Siempre se notó su madurez, se relacionó con gente más grande y parecía más grande que yo, que soy un año mayor”.
Para Urruti, el otro chico del artículo periodístico, también es un momento especial: “Con Franco, a los 11-12 años, vivimos momentos de intensidad, conviviendo en las pretemporadas de enero a marzo, de lunes a viernes en el club, mañana y tarde. Fueron días muy lindos. También estuve cuando nos llevaron al CENARD a hacernos estudios y a un entrenamiento intensivo; ahí estaba Guillermo Coria. Franco es una persona con un estilo propio, que va al frente. En un abrir y cerrar de ojos lo tenemos como un ícono de la ciudad. Ojalá que triunfe”.
Mastantuono arrancó jugando al fútbol a los tres años en River de Azul, donde su papá era el DT; a los once pasó al club Cemento de esa misma ciudad de la provincia de Buenos Aires. Paralelamente, terminó 2018 como uno de los mejores tenistas Sub 12 del país, acumulando trece torneos en las categorías G1, G2 y G3, “más de 5000 kilómetros recorridos”, según el diario El Tiempo. Se preparaba para encarar la temporada 2019 siendo el número 5 en el ranking nacional. “Hice muy buenos amigos en el tenis (…) Espero tratar de mejorar todo lo que pueda y tratar de ir al Sudamericano. Para llegar ahí juegan los primeros ocho del ranking entre ellos y se clasifican tres. Tengo buenas posibilidades”, dijo Franco, al mismo diario, el 12 de noviembre de 2018. Pero algo pasó en el camino y los planes deportivos se fueron modificando…
Entrenamiento y risas de chico en Azul
Franco ya había hecho una prueba para River en Azul en 2017 y desde Núñez lo siguieron monitoreando. “En 2019 estuve una semana practicando en Buenos Aires y me ficharon para jugar en la Liga”, narra el actual número 30 del equipo conducido por Martín Demichelis. Aquel paso, difícil de tomar, lo terminaría alejando definitivamente del tenis. “Cuando a un alumno les ponés muchas fichas y se pasa a otro deporte, te deja medio, medio... Pero sabía que Franquito tenía talento para la alta competencia y que podía destacarse en el mundo del fútbol -dice Poblet-. Entrenaba tenis un montón durante la semana, pero los sábados jugaba al fútbol. Cuando volvió de Buenos Aires después de haberse ido a entrenar en River ya era otro chico en lo físico. Pegó el estirón”.
Luis Delgado también abre el baúl de los recuerdos: “Lo vi a Franquito cuando empezó en la parte de competencia. Te dabas cuenta de que buscaba resolver las situaciones como correspondía, sin grandes recursos técnicos porque todavía le costaba tener la raqueta en la mano, pero sí en la postura. Jugaba bien, tenía un potencial importante. Yo, al ser de Tandil, tuve la suerte de conocer a muchos distintos desde chicos y ves actitudes típicas de jugadores… y Franco las tenía. Competía bien y aprendía rápido. Estuvo metido entre los mejores de su categoría, con Romeo Arcuschin, Valentín Garay, Mateo Carballo”.
Delgado recuerda la etapa en la que Mastantuono empezó a inclinarse por el fútbol. “Me encanta que los chicos jueguen al tenis, pero soy de los que creen que tienen que hacer lo que más natural les sale, aunque no sea lo que a mí más me gusta. Llegó un punto en el que Franco necesitaba entrenar más para ganarles a los otros y ahí empezó a decantar, porque se le mezclaban los compromisos, elegía un torneo de fútbol regional antes que un torneo de tenis importante. Eran datos que hablaban. Franco también viajó a los torneos durante un tiempo con Agustín Mancini, que hoy está en Dubai, y nuestro consejo fue siempre que hiciera lo que más le gustaba. Y, naturalmente, eligió. En el tenis nunca tenés el acertijo resuelto, pero si hacía las cosas bien, podía haber llegado”.
Hoy, otros “chiquitos” del Club de Remo hablan sobre Mastantuono. “Los más nuevos no lo han visto, pero sí los que tienen 13-14-15 años. Lo sienten parte. Cuando vuelva a la ciudad va a ser una revolución. El club es el patio de la casa de todos estos chicos; están todo el día”, narra Poblet.
Delbonis, junto con Matías Almeyda, uno de los referentes deportivos de Azul, celebra la evolución de Mastantuono: “No agarré la etapa tenística de Franquito, pero sabía de su crecimiento. Hace poco me mostraron un video de cuando jugaba, en el que hacía canasto y le pegaba muy fuerte de derecha. Además, Facundo Vitale, mi preparador físico, también es profe de fútbol y cuando lo vio a Franco lo sorprendió desde el minuto uno. Jugaba al tenis y al fútbol con gente más grande. Conozco al padre, además. Es gente tranquila, de Azul de toda la vida”, afirma Delbonis, recientemente retirado, ante LA NACION. Y agrega: “Te das cuenta que es centrado, lo escuchás hablar y no se la cree. Está con los pies sobre la tierra. Lástima que dejó el tenis, pero estoy seguro de que, con mucho trabajo, va a triunfar en el mundo del fútbol y en River”.
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