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Francisco Cerúndolo visto por su coach, Kevin Konfederak: el “burnout” del tenista, los laberintos de la mente y la importancia del título universitario
Ex tenista, graduado en Negocios tras estudiar en Estados Unidos y curioso de la psiquis de los grandes deportistas, el entrenador revela cómo prepara a la sorpresa del Masters 1000 de Miami
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MIAMI, Estados Unidos.– Licenciado en Negocios con especialización en Marketing en la universidad pública estadounidense Georgia Gwinett College, ex número 1 sub 14 y sub 16 en el país, ex 17º del mundo en juniors y luego ex tenista profesional, actual entrenador, Kevin Konfederak, de 30 años, es uno de los arquitectos del presente de Francisco Cerúndolo, el argentino que mañana jugará una semifinal de un Masters 1000, el de Miami, por primera vez en su carrera. El equipo de trabajo se completa con el preparador físico, Mariano Gaute, y el manager, Mariano Ink.
De novio desde hace siete años con Lucía Basso, licenciada en Ciencias de la Educación a quien conoció mientras estudiaba en la universidad, Konfederak detalla cómo es entrenar a una de las revelaciones del Miami Open, afirma que es clave que los deportistas de elite tengan un título universitario para adquirir otros conocimientos y cuenta sus pasiones extratenísticas, incluidas la edición de video y la escritura.
–¿Cómo fue tu experiencia en el tenis universitario, un camino infrecuente para los jugadores argentinos?
–Mi experiencia fue particular, porque no utilicé el camino universitario como trampolín para el profesionalismo. Ésa es una opción que el tenis argentino tiene que descubrir, porque no es lo que habitualmente se elige. Tiene sus pros y contras, pero es un circuito muy interesante para los argentinos, que siempre nos enfrentamos con muchas trabas. Es un buen recorrido para hacer esa etapa madurativa de los 17 a los 22 años. Yo no lo hice porque jugué juniors y luego futures y me fue muy bien. Empecé a ganar y salteé esa etapa, lo que me llevó a que a los 20 años no estuviera maduro como para pegar el salto a la competencia profesional. Entonces me divorcié del tenis. Fue como una pelea interna. Y un año después volví a las canchas como entrenador. Recién al terminar el secundario, a los 23 años, me mudé a Atlanta, Estados Unidos, para vivir una experiencia en otro plano. Estoy muy agradecido porque volví a disfrutar del tenis en la cancha, jugando. Con una beca, sentí que el tenis me devolvió algo del esfuerzo que había hecho desde muy chico en entrenamientos, viajes y partidos. Fueron cuatro años inolvidables.
–Esa vivencia de buenos resultados de chico derivó en una suerte de clic cuando ya no aguantaste la presión...
–Fui número 1 del país, tanto en singles como en dobles, en sub 14 y sub 16. Luego jugué en juniors y terminé como 17º del mundo. Estaba acostumbrado a ganar, a llegar a instancias definitorias. Y me encontré a los 17 años ya jugando futures, pero en esa escala ya no es lo mismo. La presión es muchísimo mayor, hay que jugar con tenistas que tienen 10 años más que uno y que hacen las mil y una en la cancha. Uno no está preparado para afrontar derrotas semana tras semana. Por otro lado, a los 19 años mis amigos tuvieron sus primeros trabajos, empezaron a formarse en sus carreras profesionales. Y pasé a sentir que yo era una carga para mi familia, un gasto. Era una presión interna, porque el tenis requiere de mucha inversión. Esa mochila se hizo cada vez más pesada y dejé de tener ganas de entrenarme y viajar. Algo se había trabado. No tuve la suerte de encontrarme con la persona que pudiera guiarme en ese momento, que me sacara esos ruidos internos. Un entrenador, el preparador físico, un compañero. Ése que se pone al lado con el escudo, que a uno lo cuida, que lo critica, que lo empuja, que lo abraza.
–¿Qué significa para vos que un deportista de elite tenga un título universitario?
–Es la actividad extra que requiere concentración, esfuerzo y foco en otra cosa, para no estar pensando todo el día en el tenis. Es clave tener esa actividad externa para tomar un poco de perspectiva, para valorar más lo conseguido, para correrse de la zona de confort. Darse cuenta en una clase, aunque sea online, de que hay otras realidades, otra gente en el mundo que tiene otro tipo de problemas. En el momento en que uno entra a la cancha puede tomar otra dimensión de lo que le gusta hacer.
–¿Cuándo surgió la idea de ser coach?
–Fue una casualidad, no estaba en mis planes. Cuando estaba por recibirme, mi objetivo era volver a la Argentina porque necesitaba reencontrarme con esa vida después de mi retiro como profesional. Quería tener una vida medianamente normal. Pero pasó poco tiempo hasta que de repente tuve la primera propuesta de un amigo, Guido Andreozzi, al regreso de un Abierto de Australia. Lo entrené diez días y ganó un challenger en Punta del Este; a partir de eso, fue un tren que no paró. Después vino mi experiencia con Guido Pella. Y ahora, con Francisco, pasó algo curioso en nuestra primera charla. Nos dimos cuenta de que era la primera vez que ambos elegíamos: él, entrenador, y yo, jugador para entrenar.
–¿Cómo es entrenarlo, estar a su lado en el día por día?
–Es 11 puntos en cuanto a la buena predisposición, su onda para encarar la tarea, su capacidad de trabajo. Muchos ven solamente el partido y el entrenamiento, pero detrás de eso hay un trabajo preventivo, de preparación física, que conlleva un desgaste. Él siempre le pone el pecho y energía positiva. No es una persona a la que hay que arrastrar a la cancha; él siempre está listo y enfocado. Además, separa muy bien su actividad profesional del resto: después de cada partido y de cada entrenamiento hace un clic y nos vamos a comer, a tomar unos mates. Puede separar los mundos y eso es muy sano. En relación con la competencia, él se siente cada vez más parte de este circuito, ya sabe que tiene el nivel y esa calma que transmite tiene que ver con haber encontrado su lugar. De a poco va a ir solucionando problemas en los partidos, siempre compitiendo.
–¿En qué se evidencian sus mejoras en el juego?
–Desde que empezamos a trabajar pusimos más foco en el saque. Trabajamos el servicio en conjunto con el preparador físico [Gaute]. Estamos contentos con su evolución en ese golpe. El revés es muy propio de él; fue encontrándolo, más allá de una pequeña corrección técnica. Con confianza fue soltándolo y hoy es un golpe muy importante tanto en defensa como en ataque. También trabajamos mucho, aprovechando que daña tanto con sus tiros, la aproximación a la red y el cierre de los puntos, sobre todo el approach y las voleas. En este torneo salieron muy bien esas jugadas de ataque y eso se debe al trabajo de automatización que estamos haciendo.
–¿Te gusta escribir?
–Escribí algunos artículos en diarios y en una revista digital de Martí Perarnau (periodista y ex atleta español) que me gustaba mucho leer. Sobre todo, uno sobre Pep Guardiola. Como disfruto la lectura seguramente eso me activa la escritura. Me gusta leer de todo, incluso las experiencias de entrenadores como Toni Nadal, Simeone y Bielsa. En este último caso, sobre todo, la biografía hecha por Román Iucht, muy recomendable. De vez en cuando me animo a sentarme a escribir y por lo general anoto mucho en mi cuaderno. Desarrollo alguna idea y mi novia, que es una genia, me ayuda a darle una estructura a lo que escribo. La temática que más me interesa es el funcionamiento de la mente, ya sea de una persona en su día por día como de los jugadores y los entrenadores. Quiero ir descubriendo herramientas para entender cómo piensan tipos como Nadal, Medvedev, Djokovic, Federer, Messi. Me interesa meterme en esas cabezas y entender por qué esos tipos son tan distintos, más allá del talento para practicar el deporte. Eso les permite tomar mejores decisiones y mantener la calma pese a las tensiones de la competencia.
–¿Fuiste editor de video en otra vida?
[ríe] –Un amigo del mundo del tenis, Bruno Tiberti, con quien compartí la universidad, me ofreció sumarme a una empresa de relaciones públicas muy grande en Estados Unidos. Había conocido a la dueña en una clase de tenis. Como se dedicaba a la producción audiovisual de grandes eventos de comunicación para compañías como Microsoft, HP y Facebook, necesitaba ayuda para hacer las coberturas y me invitó a ser parte de su equipo. Bruno compró una cámara y una buena computadora y con él aprendí a editar videos, pero también a microfonear a los ejecutivos. En Hannover cubrimos un evento enorme, que nos demandó producir esos videos hasta la madrugada. Fue una locura.
Definiciones, a toda velocidad
- Cuadro de fútbol: Boca.
- Ídolo tenístico: Roger Federer.
- Un libro: “El sutil arte de que te importe un car...” (Mark Manson).
- Una raqueta: Head Prestige.
- Una serie: Game of thrones.
- Una ciudad: Buenos Aires.
- Un club: Hebraica.
- Lo más importante: la calma, la paz.
- Lo que más lo molesta: la falta de eficiencia.
- Un sueño fuera del tenis: jugar con Giannis Antetokounmpo en Milwaukee Bucks, de la NBA.
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